El poder financiero en el Colón: JP Morgan reunió a Macri, Galperin y la élite económica reunidos en un teatro público

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El CEO del JP Morgan, Jamie Dimon, encabezó un encuentro privado en el Teatro Colón junto a figuras del establishment global como Tony Blair y Condoleezza Rice. Entre los invitados locales: Mauricio Macri, Marcos Galperin, Eduardo Elsztain y otros empresarios ligados al poder económico. El evento, realizado en un espacio público, simboliza el avance del capital financiero sobre la soberanía nacional.

En una postal que resume con precisión el espíritu de época, el majestuoso Teatro Colón —orgullo cultural de la Argentina, emblema de lo público— fue clausurado simbólicamente para el pueblo y abierto para la aristocracia global de las finanzas. Allí, bajo las lámparas de cristal y el eco de un poder que no necesita urnas, el CEO del JP Morgan, Jamie Dimon, reunió a una constelación de magnates y políticos que orbitan alrededor de los intereses de Wall Street. No faltó nadie del círculo de poder. Entre los asistentes, el ex presidente Mauricio Macri, ahora socio político de Javier Milei a través de la alianza electoral con La Libertad Avanza; Marcos Galperin, el fundador de Mercado Libre, que traslada sus operaciones al exterior mientras defiende la “eficiencia del mercado libre” en un país con 60 % de pobreza; Eduardo Elsztain, el todopoderoso dueño del grupo IRSA; y Marcelo Mindlin, de Pampa Energía, símbolo de la concentración energética.

El encuentro fue presentado como una “reunión privada” del JP Morgan, pero su carácter político fue imposible de disimular. También se sentaron en la platea principal figuras del poder global como el ex primer ministro británico Tony Blair, hoy secretario del banco, y la ex secretaria de Estado norteamericana Condoleezza Rice, ambos condecorados exponentes del modelo financiero que empobreció naciones enteras bajo la retórica de la “libertad de mercado”. Del lado del gobierno argentino, estuvieron el viceministro de Economía José Luis Daza —quien llegó último, aunque su presencia fue una señal inequívoca de alineamiento con los intereses financieros— y el vicepresidente del Banco Central, Vladimir Werning. La foto fue clara: el Estado subordinado al capital.

El Teatro Colón, símbolo del patrimonio público, fue escenario de un acto que trasciende lo cultural. No se trató de una gala artística sino de una representación política: la del poder financiero global apropiándose del espacio público argentino. La “función privada”, como la llamó la prensa, reflejó una verdad incómoda: la privatización simbólica de lo que alguna vez fue un orgullo popular. Mientras las universidades agonizan por falta de presupuesto y los jubilados cobran haberes de miseria, los representantes del dinero global celebran su “encuentro anual” en el mismo edificio donde el pueblo alguna vez escuchó óperas que hablaban de libertad. La paradoja es obscena.

El arribo de Dimon y su séquito no es un hecho aislado. El JP Morgan es uno de los bancos que participa en la recompra de bonos argentinos impulsada por la Casa Rosada, operación que ya despertó sospechas sobre su transparencia y su impacto en la deuda pública. En otras palabras, los mismos actores que lucran con la especulación financiera fueron agasajados como invitados de honor por un gobierno que prometió “dinamitar el Estado”. La presencia de Macri y Galperin no fue casual. El ex presidente busca reposicionarse como mediador entre Milei y el establishment financiero internacional, mientras el empresario de Mercado Libre oficia de vocero oficioso del modelo neoliberal digital: sin sindicatos, sin impuestos y con trabajadores atomizados en nombre de la “modernización”.

El JP Morgan, bajo el mando de Dimon, fue protagonista central de la crisis de 2008, que devastó economías enteras. Sin embargo, lejos de rendir cuentas, Dimon fue premiado. Su banco absorbió competidores y expandió su influencia global. Hoy, la Argentina aparece como un nuevo tablero donde esas mismas lógicas intentan reimplantarse con la venia del oficialismo libertario.

En su breve contacto con la prensa, Macri aseguró que espera “lo mejor” para las elecciones legislativas, donde el PRO competirá aliado con La Libertad Avanza. Lo que no dijo es que “lo mejor” para él y para los banqueros reunidos en el Colón implica una Argentina subordinada a los dictados de Wall Street, con menos Estado, menos derechos laborales y más negocios para los mismos de siempre. No sorprende que en el mismo salón estuvieran los representantes de las principales corporaciones energéticas y financieras del país. Detrás del relato meritocrático, el poder real se teje en reuniones cerradas, blindadas a la mirada pública, mientras las decisiones sobre el futuro nacional se discuten en inglés, con copas de champagne y promesas de reformas “estructurales”.

El episodio en el Colón sintetiza la nueva dependencia argentina: ya no con las viejas potencias coloniales, sino con los fondos de inversión, los bancos y las plataformas digitales que controlan el flujo de datos, energía y deuda. La foto de Dimon, Macri y Galperin en el corazón de Buenos Aires es la imagen de una Argentina rendida al capital financiero, donde el Estado oficia de anfitrión servil y el patrimonio cultural se convierte en escenografía de la sumisión. No se trata de un encuentro más de “negocios e inversiones”. Es la representación del poder sin máscaras: una cumbre de los verdaderos dueños del país, celebrada en un teatro público que alguna vez perteneció al pueblo y hoy, por una noche, fue privatizado simbólicamente por quienes deciden el destino de la economía desde un despacho en Nueva York.

Fuentes
Agencia Noticias Argentinas – “El CEO del JP Morgan encabezó encuentro en el Teatro Colón; Macri y Galperin entre los presentes”
https://noticiasargentinas.com/politica/el-ceo-del-jp-morgan-encabezo-encuentro-en-el-teatro-colon-macri-y-galperin-entre-los-presentes

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