La gigantesca marcha en Plaza de Mayo en respaldo a Cristina Fernández de Kirchner expone la falta de cálculo político del presidente Milei: su promesa de enterrar al kirchnerismo suena a broma de mal gusto en una plaza repleta y cargada de emoción.
Lo que el libertario pensó como el bombazo final contra el kirchnerismo –“el último clavo del ataúd”– resultó ser un tiro por la culata. Ayer, decenas de miles de personas volvieron a tomar el corazón de Buenos Aires, desafiando la narrativa de un gobierno ganador y dejando en evidencia la profundidad de una grieta nacional que el oficialismo subestima.
Ayer, Plaza de Mayo volvió a latir como epicentro de una épica que Milei pretendía dar por enterrada. La convocatoria peronista, en apoyo a Cristina Fernández de Kirchner, fue masiva: desde La Cámpora hasta gobernadores, sindicatos, jubilados y organizaciones sociales se congregaron, desbordando el espacio frente a la Casa Rosada. Lo que debía ser “el último clavo” para enterrar políticamente a la expresidenta se convirtió en clavo que sostiene su ataúd.
El presidente Milei apostó a una narrativa casi bélica: archivar al kirchnerismo como si fuera un cadáver político. Sin embargo, el país respondió con más fuerza que nunca: una marea humana exigía, desde el centro mismo del poder, justicia y democracia. El contraste entre el discurso libertario y la realidad que se vio en la calle es tan brutal como revelador: mientras Milei hablaba de cadáveres políticos, la Plaza respondió con un grito cargado de vida, esperanza y resistencia .
El escenario no fue menor: Cristina, de 72 años y bajo arresto domiciliario tras una condena por corrupción (6 años y proscripción política), se convirtió en figura moral de una oposición que todavía tiene músculo en la calle. Su voz, difundida por altoparlantes, retumbó en cada esquina de la histórica plaza con el lema “vamos a volver”, como un desafío que atraviesa más que las fronteras del sistema judicial.
Líderes como Axel Kicillof, Sergio Massa, Máximo Kirchner y referentes gremiales compartieron escenario, unidos por la misma consigna: resistir, exigir unidad y denunciar la proscripción y el lawfare. Hasta la CGT se limitó a dar “libertad de acción”, temible síntoma de tensiones internas, pero el volumen político no bajó un solo decibel .
La ministra Bullrich, fiel vocera del discurso mileista, lo sintetizó sin vueltas: la marcha es “una tiranía de la calle”. Esa frase destila arrogancia y, a la vez, desdén absoluto por una porción significativa del electorado. ¿Es esa la definición de democracia que promueve Milei? ¿Un callejón sin salida para quienes no están de acuerdo?
El Gobierno priorizó la Seguridad y el orden antes que la escucha. Controlaron ingresos, montaron operativos y vallaron la plaza en tono amenazante. Pero a la vez dejaron que esa multitud respirara vida, la misma que Milei juró que ya no latía. Un error estratégico, crudeza pura.
No es casualidad que Cristina hable al corazón del pueblo con emociones genuinas: “me gustó escucharlos cantar ‘vamos a volver’”, dijo con orgullo y emoción al grupo reunido. Fue un reconocimiento a la chispa mesiánica que aún enciende a un sector del país cansado de ajustes, inflación y recortes.
Porque si bien Milei cuenta con ventajas económicas —dicen que logró frenar la inflación crónica de la Argentina—, su gestión no ha solucionado los desequilibrios profundos que llevaron al hartazgo popular. Y en ese contexto, la protesta peronista no sólo fue contra Cristina, sino también una alarma en rojo sobre el gobierno que le sigue.
La marcha de ayer no fue la más grande de la historia, como se esperaba, pero sí la más significativa políticamente. Decenas de miles respondieron a una consigna simple: defender sus derechos. Jubilados que sufren recortes, médicos del Garrahan que claman por salarios, trabajadores que ven con recelo una agenda ultraliberal ¿O acaso Milei cree que el ataúd del kirchnerismo también sepulta esas tensiones sociales? .
La jornada demostró dos verdades incómodas para el oficialismo: primero, que el kirchnerismo hoy moviliza, emociona y construye relato; y segundo, que la polarización sigue vigente. En ese contexto, presentarse como destructor de enemigos políticos puede resultar contraproducente: el ataúd que Milei trata de clavar, termina convenciendo a muchos de que aún falta camino por recorrer.
La narrativa de “lawfare” que clonó Milei parece haber calado en cierto electorado. Pero también corroe la pluralidad y pinta un mundo binario donde no hay matices. Si verdaderamente cree en la libertad, debería permitir que la gente respire, hable y dispute ideas sin vallados ni descalificaciones.
Por eso decimos: cambiar de discurso. O cambiar de carpintero. Porque cuando uno se suicida con sus propias balas, ya no hay numerosas protestas que tapen el eco. Y esa Plaza de Mayo, llena de llanto, bombos y gritos, lo demostró con claridad.
Fuente:
- https://elpais.com/argentina/2025-06-18/el-peronismo-exhibe-su-poder-de-movilizacion-con-una-marcha-en-apoyo-de-cristina-kirchner-vamos-a-volver.html
- https://www.reuters.com/world/americas/thousands-march-buenos-aires-ex-president-kirchner-starts-house-arrest-2025-06-18/
- https://apnews.com/article/6fcf609fed80ff36ae435b1fc0e4e088
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