El derrumbe de los bonos y las acciones argentinas en las últimas horas encuentra una de sus causas principales en las condiciones del apoyo financiero de Estados Unidos. El presidente Donald Trump condicionó su respaldo a la victoria de Javier Milei en las próximas elecciones, lo que generó una ola de incertidumbre entre los inversores sobre la estabilidad política y económica del país. Esta medida fue percibida como un señalamiento de dependencia de Argentina hacia decisiones externas para mantener la estabilidad financiera, despertando temores sobre la pérdida de autonomía en la gestión económica.
La intervención estadounidense, aunque destinada a evitar un colapso más profundo, ha tenido efectos contraproducentes. Los mercados interpretaron que la estabilidad del peso y de los activos argentinos depende ahora de factores externos, lo que aumentó el riesgo país y provocó ventas masivas de bonos y acciones. La confianza de los inversores se vio afectada, reflejando una percepción de vulnerabilidad frente a decisiones ajenas a la dinámica interna del país.
En consecuencia, la combinación de incertidumbre política y la percepción de dependencia externa ha generado un clima de desconfianza que se tradujo en la caída de los activos financieros. Lo que debía ser un respaldo económico terminó amplificando la volatilidad y dejando en evidencia la fragilidad de la economía argentina frente a influencias externas.





















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