«Provincias Unidas»: Buscan mostrarse como alternativa pero demuestran más cálculo electoral que convicción política

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Carlos Sadir, Martín Llaryora, Ignacio Torres, Claudio Vidal y Gustavo Valdés encabezaron un nuevo encuentro del grupo “Provincias Unidas” en Jujuy. Hablaron de “federalismo y productividad”, pero esquivaron cualquier mención al ajuste nacional que ellos mismos avalaron.

El experimento político denominado “Provincias Unidas” volvió a mostrarse en público, esta vez en la provincia de Jujuy, con una puesta en escena cuidadosamente medida: recorrida por el Parque Solar de El Pongo, reunión con empresarios y un acto final cargado de frases vacías sobre “productividad, equilibrio y federalismo”.

Los anfitriones —Carlos Sadir (Jujuy), Martín Llaryora (Córdoba), Ignacio Torres (Chubut), Claudio Vidal (Santa Cruz) y Gustavo Valdés (Corrientes)— intentaron presentarse como la “nueva opción federal” de cara a las elecciones legislativas del 26 de octubre. Pero detrás del discurso amable y las fotos sonrientes se esconde una verdad incómoda: todos, sin excepción, fueron hasta hace diez minutos parte del círculo de gobernadores que sostenía políticamente a Javier Milei.

Durante meses, los mandatarios ahora “federales” respaldaron el plan de ajuste del gobierno libertario, acompañaron el recorte de fondos a las provincias y votaron en el Congreso medidas que profundizaron la crisis social. No fue el federalismo lo que los unió, sino la conveniencia. Y cuando el desgaste del Presidente comenzó a reflejarse en las encuestas, descubrieron —de repente— la urgencia de un “modelo de país productivo y equilibrado”.

La cumbre en Jujuy, presentada como una reunión de trabajo, tuvo más aroma a ensayo electoral que a encuentro de gestión. Los mismos que aplaudieron la motosierra del ajuste ahora se visten de defensores del interior profundo, como si la memoria colectiva se pudiera borrar con un comunicado de prensa.

Resulta llamativo que el grupo hable de “equilibrio y federalismo” justo después de haber sido cómplices del vaciamiento de programas nacionales, la parálisis de obras públicas y la quita de subsidios que afectaron directamente a sus provincias.
El gobernador de Chubut, Ignacio Torres, fue uno de los primeros en confrontar con Milei por los fondos coparticipables, pero su rebelión duró lo que tarda un llamado del Ministerio del Interior. Claudio Vidal, en Santa Cruz, aplicó el ajuste a nivel local mientras repetía los mismos argumentos del discurso libertario. Y Martín Llaryora, en Córdoba, se movió entre la tibieza y el cálculo, intentando conservar la herencia de Schiaretti sin perder la foto con el poder central.

El caso de Carlos Sadir, anfitrión de la cumbre, es aún más ilustrativo: fue el principal socio del oficialismo en la Cámara de Senadores, votó leyes clave del Ejecutivo y defendió públicamente el modelo económico que ahora, convenientemente, evita mencionar.

Detrás de los gestos de unidad y los discursos sobre la “producción” y la “educación”, los gobernadores intentan construir una nueva identidad política a toda velocidad, temerosos de quedar pegados a un presidente que atraviesa su peor momento político desde la asunción.
El movimiento “Provincias Unidas” no nace de un proyecto, sino de un reflejo: el de sobrevivir al derrumbe de un gobierno al que contribuyeron y del cual ahora buscan despegarse.

La foto en el Parque Solar de El Pongo, símbolo de la energía limpia, intenta proyectar una imagen de futuro, pero detrás de las cámaras los gestos son los mismos de siempre: cálculo, oportunismo y ambición.

Si algo quedó claro en la cumbre de Jujuy es que los gobernadores no descubrieron el federalismo, sino las encuestas.
Mientras el país enfrenta una crisis social y económica que ellos ayudaron a profundizar, los “Provincias Unidas” ensayan un relato alternativo que los coloque como “moderados”, “productivos” y “federales”. Pero el país real —el que sufre el ajuste y la recesión— sabe distinguir entre quienes defienden las provincias por convicción y quienes lo hacen por conveniencia.

El federalismo no se construye con marketing ni con fotos en parques solares. Se construye con decisiones políticas coherentes. Y en eso, los “Provincias Unidas” todavía tienen una deuda pendiente.

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