La Secretaría de Cultura desplazó por WhatsApp al presidente del organismo y lo transformará en un museo sin concurso público, eliminando su rol educativo e investigativo en vísperas del aniversario de la muerte del Libertador.
A pocos días de la conmemoración por los 175 años del fallecimiento del general José de San Martín, el Gobierno de Javier Milei decidió el cierre de facto del Instituto Nacional Sanmartiniano, desplazando a su presidente ad honorem y vaciando de contenido educativo e histórico uno de los espacios clave para la difusión del pensamiento sanmartiniano.
A veces los símbolos caen sin estruendo. No hace falta una orden firmada con tinta roja ni una cadena nacional para hacer desaparecer una institución emblemática. Basta un mensaje de WhatsApp, una notificación seca, aséptica, para borrar de un plumazo años de trabajo, memoria y compromiso con la historia nacional. Eso fue exactamente lo que ocurrió con el Instituto Nacional Sanmartiniano (INS), cuya conducción fue desalojada ayer sin ceremonia ni explicaciones profundas por la Secretaría de Cultura de la Nación, en el marco de la sistemática demolición cultural que ejecuta el gobierno de Javier Milei.
El teniente coronel retirado e historiador Claudio Morales Gorleri, presidente del Instituto desde hacía apenas un año, fue informado por la subsecretaria de Patrimonio Cultural, Liliana Barela, de que su cargo había quedado sin efecto. La excusa, tan endeble como violenta, fue que la ley de creación del INS había “quedado sin efecto”, algo que jurídicamente no puede afirmarse a la ligera dado que fue refrendada por el Congreso en 1958 mediante la Ley 14.467. Sin posibilidad de eliminarlo por decreto, como se hizo con otros institutos históricos mediante los decretos 345 y 346, el Gobierno optó por una vía sinuosa pero letal: reconvertirlo en un “museo”, borrando de un plumazo su espíritu académico, educativo e investigativo.
Morales Gorleri —designado ad honorem en 2024 con apoyo de historiadores y del propio Ejército— no puede salir de su asombro. “No lo puedo entender”, afirma, visiblemente afectado, al recordar que tanto él como los 26 académicos del INS trabajaban sin percibir un peso. Y denuncia que el nuevo director, que no será elegido por concurso, sí cobrará un sueldo. “¿Dónde está el achique del Estado que tanto pregonan?”, se pregunta con una mezcla de estupor y bronca. Porque detrás del relato del ajuste y la eficiencia, lo que se impone es el reemplazo de saber por marketing, de conocimiento por vitrinas polvorientas, de compromiso educativo por una gestión cultural improvisada.
El INS no era una cáscara vacía. Lejos de ello, bajo su dirección se venía desarrollando una activa política de formación y divulgación histórica. El dato es elocuente: la Diplomatura Virtual Sanmartiniana, gratuita y de alcance masivo, contó con más de nueve mil inscriptos, tres mil aprobados y 180.000 vistas en YouTube. Todo realizado sin presupuesto, con los propios académicos como docentes y una estructura que se sostenía por vocación más que por recursos. Esa experiencia educativa, que honra la memoria del Libertador no sólo desde el bronce sino desde el pensamiento, será barrida por una gestión que parece empecinada en dinamitar cada espacio donde florece el conocimiento colectivo.
Y como si la decisión no fuera ya lo suficientemente ofensiva, el desmantelamiento se produce en la antesala del 175° aniversario del fallecimiento del general San Martín, una efeméride clave para la identidad nacional. El Gobierno, que ni siquiera ha comunicado oficialmente quién será el nuevo director del futuro Museo Nacional Sanmartiniano, ni aclarado qué ocurrirá con las actividades conmemorativas del 17 de agosto, opta por el silencio o la minimización burocrática. Mientras tanto, proyectos de enorme valor cultural, como la exposición que se iba a inaugurar el 11 de agosto junto al Instituto Sanmartiniano británico —con documentos inéditos del prócer y obras de Antonio Berni—, quedan en el limbo o en manos de funcionarios sin interés real por su continuidad.
Lo más indignante es que este ataque no es un hecho aislado. Forma parte de una avanzada mucho más amplia del gobierno libertario contra todo lo que huela a construcción histórica, pensamiento crítico o identidad nacional. El mismo destino que tuvo el INS lo tendrá también el Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Eva Perón, otra institución de peso simbólico e investigativo que será transformada en museo, despojándola de su potencia formadora. Esta operación cultural, que se camufla bajo el ropaje del ajuste, no es más que una ofensiva ideológica: un intento por vaciar de contenido todo espacio que contribuya a pensar la historia desde una perspectiva nacional y popular.
Consultada por el mismo medio que dio a conocer la noticia, la Secretaría de Cultura se limitó a decir que “se sabía” que el INS se convertiría en museo y que a Morales Gorleri “se le había ofrecido seguir como asesor ad honorem especializado”, como si un gesto tan arbitrario y desprolijo pudiera resolverse con un guiño vacío. También dijeron desconocer qué ocurrirá con los institutos sanmartinianos del exterior. Otra vez, la incertidumbre como método, la precariedad como política, la improvisación como bandera.
El problema no es solo lo que se cierra o se transforma, sino lo que se pierde en el camino. Cuando un instituto con prestigio internacional, que dialogaba con instituciones de Perú, Escocia y el Reino Unido, es vaciado de contenido por un gobierno que desprecia la historia, no estamos solo ante un recorte presupuestario: estamos ante un acto de violencia simbólica. Se interrumpe el trabajo de generaciones de historiadores, se debilita el acceso a la educación histórica gratuita y se borra deliberadamente el legado de figuras fundamentales como San Martín.
El vaciamiento cultural no se decreta: se impone con actos pequeños pero demoledores. Se ejecuta sin papel membretado, pero con intenciones claras. No es necesario quemar libros cuando se pueden cerrar institutos. No hace falta censurar directamente cuando se puede empujar al olvido a quienes mantienen viva la memoria colectiva.
En definitiva, lo ocurrido con el Instituto Nacional Sanmartiniano es otra muestra del desprecio que el gobierno de Javier Milei demuestra por la educación, la historia y la soberanía cultural. En nombre del achicamiento del Estado, se destruyen espacios que no le cuestan nada al erario, pero que valen todo para una sociedad que necesita comprender su pasado para construir un futuro más justo y democrático. En lugar de celebrar la figura de San Martín con grandeza institucional, el Gobierno opta por sepultar su legado con desidia y desprecio. Y lo hace con la frialdad de un mensaje de WhatsApp. Una síntesis perfecta del tiempo que nos toca vivir.
Fuente:
- https://www.lanacion.com.ar/cultura/nuevo-desplazamiento-en-cultura-el-presidente-del-instituto-nacional-sanmartiniano-fue-despedido-nid06082025/




















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