En una galaxia no tan lejana —más precisamente, en Santa Fe— estalló la Guerra de los Clones. Los generales del orden y la seguridad, Patricia Bullrich y Gabriel Chumpitaz, se enfrentan en una batalla tan absurda como inevitable: ambos predican lo mismo, defienden las mismas causas, usan las mismas frases y hasta los mismos colores, pero ahora se denuncian entre sí como si uno fuera el Sith y el otro el Jedi.
La ministra de Seguridad, convertida en una especie de Emperatriz del Orden, lanzó su rayo láser desde la red X: “Oíme, Chumpitaz: tenés 12 horas para acatar el fallo judicial y sacar los carteles donde usás mi cara sin permiso y sin pertenecer al espacio. Mi candidato en Santa Fe es Agustín Pellegrini de La Libertad Avanza”. La sentencia judicial había sido clara: el candidato debía retirar su cartelería por “uso indebido de imagen” y “confusión deliberada del electorado”. En otras palabras, el aprendiz había copiado demasiado bien a su maestra.
Chumpitaz, sin perder la compostura de caballero Jedi en caída libre, respondió con una frase digna de guion: “Hace 10 años que trabajo con Patricia en temas de seguridad”. Un intento de reconciliación, o quizás una súplica de reconocimiento. Pero el Consejo del Imperio ya había hablado: Bullrich no quería clones.
El conflicto no es ideológico —cómo podría serlo si ambos repiten el mismo catecismo de mercado libre, represión preventiva y orden sin derechos—, sino puramente estético. Se pelean por los colores, por la marca, por el derecho a usar la cara de la emperatriz sin pagar derechos de autor. Lo que en el universo Star Wars sería un debate filosófico entre la Fuerza y el Lado Oscuro, en la política argentina se traduce en una disputa por la cartelería y el posicionamiento electoral.
Bullrich defiende su imagen como si fuera el sable láser de la autoridad moral. Chumpitaz, por su parte, actúa como un clon desprogramado que intenta demostrar que tiene autonomía, aunque repita cada uno de los dogmas del Imperio. Ambos hablan de “orden”, “seguridad”, “la batalla contra el caos”, pero terminan destruyéndose entre sí en una especie de tragicomedia libertaria.
La ministra se comporta como una Darth Bullrich: inflexible, verticalista, dueña del monopolio del miedo. Chumpitaz representa al soldado rebelde que quiere parecer distinto, pero sólo logra repetir la voz de su creadora. Los dos utilizan la narrativa de la “inseguridad” como combustible ideológico, los dos desprecian la política social, los dos repiten el mantra de la eficiencia privada. Lo único que los separa es el ego, ese agujero negro que todo lo devora.
Mientras tanto, el electorado santafesino asiste a esta pelea galáctica como si viera una parodia de Disney Channel. El mismo discurso, los mismos eslóganes, pero ahora con una dosis de melodrama y amenazas judiciales. Bullrich tuitea desde la Estrella de la Muerte —el Ministerio de Seguridad— y exige disciplina; Chumpitaz se declara víctima de persecución, como si el Imperio lo hubiese exiliado por exceso de entusiasmo.
Lo cierto es que este episodio exhibe la fractura visible de la derecha argentina: un conglomerado de clones políticos que, incapaces de convivir, se acusan mutuamente de impostores. Todos son “libertarios”, todos dicen luchar contra “la casta”, todos prometen “más seguridad y menos Estado”, pero cuando el espejo devuelve su propia imagen, reaccionan con furia.
Bullrich lo señala como traidor. Chumpitaz se presenta como el discípulo maltratado. Pero ambos forman parte de la misma tropa de soldados que marchan al compás del mismo tambor ideológico: el del orden autoritario, el del recorte, el del enemigo interno. Si esto fuera una película, la moraleja sería sencilla: la Fuerza no está dividida, simplemente tiene problemas de marketing.
El juez ordenó retirar los carteles. Bullrich se anotó otra victoria simbólica. Chumpitaz quedó como el aprendiz desobediente. Pero en el fondo, ambos saben que son producto del mismo laboratorio político: el que fabrica líderes de manual, slogans en serie y discursos calibrados para Twitter. En esta Guerra de los Clones, nadie vence: sólo se repiten hasta el cansancio.
Porque, al fin y al cabo, cuando dos versiones del mismo personaje se enfrentan, lo único que queda en pie es el ruido del eco.
FUENTES
- Infobae – “Instaron a un candidato a diputado de Santa Fe a quitar los carteles de campaña”
https://www.infobae.com/politica/2025/10/18/instaron-a-un-candidato-a-diputado-de-santa-fe-a-quitar-los-carteles-de-campana/ - Diario El Norte – “Ordenan a un candidato a diputado de Santa Fe que retire sus carteles de campaña”
https://diarioelnorte.com.ar/ordenan-a-un-candidato-a-diputado-de-santa-fe-que-retire-sus-carteles-de-campana/ - La Capital – “Intiman a un candidato a que deje de usar referencias libertarias sin autorización”
https://www.lacapital.com.ar/politica/intiman-un-candidato-que-deje-usar-referencias-libertarias-autorizacion-n10224862.html - Conclusión – “Bullrich pidió a la justicia que retire cartelería con su foto usada por Chumpitaz”
https://www.conclusion.com.ar/politica/se-pico-entre-bullrich-y-chumpitaz-la-ministra-pidio-a-la-justicia-que-retire-carteleria-con-su-foto/10/2025/ - Wikipedia – “Gabriel Chumpitaz”
https://es.wikipedia.org/wiki/Gabriel_Chumpitaz



















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