El economista libertario quedó expuesto: derrotado en Pergamino, ausente en la mesa chica y refugiado en proyectos que huelen a negocios para unos pocos.
La derrota de José Luis Espert en su propio pago chico y su protagonismo en un dictamen legislativo que favorece a grandes inversores en el sector energético lo muestran atrapado en una paradoja inquietante: cada vez más lejos de la gente que debería representar y cada vez más cerca de los intereses corporativos que se benefician del ajuste impulsado por Javier Milei. Pergamino, la ciudad natal del diputado, habló con claridad y lo dejó en evidencia. Y mientras tanto, en el Congreso, Espert levanta la bandera de un “hidrógeno verde” que promete ser otra alfombra roja para multinacionales, en nombre de una estabilidad tributaria que, curiosamente, no alcanza nunca al ciudadano de a pie.
El golpe fue brutal y difícil de disimular. Pergamino, emblema agrícola bonaerense y bastión simbólico para Espert, decidió darle la espalda. El peronismo, de la mano de Alejandro Masagué y Macarena García, recuperó la ciudad después de doce años, con un resultado que no admite dobles lecturas: más del 30% de los votos frente a un oficialismo local desangrado y a una Libertad Avanza que apenas arañó el 25%. Tres mil votos de diferencia que pesan como una losa sobre las aspiraciones del economista libertario, que pretendía mostrar músculo electoral en su propio distrito y terminó sumando un nuevo fracaso a su historial. Un papelón político que no solo afecta su imagen, sino que desnuda el vacío de un discurso que choca con la realidad cada vez que pisa el territorio.
La hegemonía de Javier Martínez, intendente con diez años de poder absoluto, se quebró. Su experimento personal con el sello “Hechos” no contuvo las fugas internas y abrió la puerta a un Concejo Deliberante fragmentado, donde el peronismo y los libertarios disputarán espacios. Pero el verdadero dato político no está en la matemática legislativa, sino en el mensaje: Pergamino castigó el derroche obsceno de recursos, la gestión incapaz de resolver problemas básicos como la presión de agua o la atención a la discapacidad, y la violencia discursiva que encarna Espert, más habituado a la polémica televisiva que al contacto real con los vecinos.
Ese rechazo no fue un hecho aislado. En paralelo, la interna libertaria dejó a Espert fuera de la mesa bonaerense que Karina Milei y el PRO intentan rearmar después de la derrota en la provincia. Su ausencia en la reunión de Casa Rosada no pasó desapercibida. Fue un apartamiento explícito: no estuvo él, tampoco Eduardo “Lule” Menem, y las críticas en redes sociales no tardaron en aparecer. En su lugar, Karina Milei, Santiago Caputo y los popes del PRO como Patricia Bullrich, Cristian Ritondo y Diego Santilli se replegaron en una autocrítica tardía, reconociendo errores estratégicos y la incapacidad de explicar un ajuste económico que golpea de frente a los bonaerenses. La exclusión de Espert de ese espacio revela lo evidente: su rol dentro de La Libertad Avanza es cada vez más ornamental y menos decisivo.
Sin embargo, Espert encontró otro escenario donde mostrarse activo: el Congreso. Allí, junto a la diputada Lorena Villaverde, consiguió dictamen de mayoría para promover un régimen de Hidrógeno Verde y extender por veinte años la ley de Energías Renovables. El proyecto, respaldado por LLA, el PRO, la UCR y otros bloques dialoguistas, establece una estabilidad tributaria por 30 años para las inversiones del sector. Una estabilidad que cualquier pyme argentina jamás conoció ni conocerá. Se trata de un esquema calcado al RIGI, con la diferencia de que extiende aún más los beneficios para atraer capitales extranjeros, blindando sus privilegios frente a cualquier intento futuro de reforma impositiva.
Lo que en los papeles se presenta como “política de Estado” suena, en la práctica, a un salvavidas dorado para las multinacionales de la energía, mientras la mayoría de los argentinos siguen lidiando con tarifas impagables y un ajuste sin anestesia. Incluso desde Unión por la Patria se denunció la falta de debate y se rechazó la iniciativa, marcando que los libertarios y sus socios prefirieron “ser disciplinados por sus dueños”. Desde la izquierda, la diputada Mercedes de Mendieta fue aún más tajante: “quieren seguir avanzando en negocios para las multinacionales”.
El contraste es brutal. Un Espert derrotado en su tierra, sin peso en la mesa política bonaerense, se refugia en proyectos que garantizan beneficios a largo plazo para unos pocos jugadores globales. Mientras tanto, el electorado que lo conoce de cerca, ese que convive con los problemas cotidianos que su discurso ignora, lo repudia en las urnas. Esa paradoja es la que desnuda el fracaso del experimento libertario: mucho ruido en los medios, poca sustancia en la realidad.
Pergamino mostró el camino, y no solo hacia Espert. Mostró que la política del odio y la soberbia tiene un límite cuando se cruza con la vida real de la gente. Mostró que no alcanza con discursos incendiarios ni con promesas de libertad abstracta cuando el agua no llega a las casas, cuando la gestión se hunde en propaganda y cuando los dirigentes parecen más atentos a las pantallas que a las necesidades concretas de los vecinos. Y mostró, además, que el experimento nacional de Milei empieza a encontrar su límite en las urnas.
El fracaso electoral de Espert en su propio distrito, su exclusión de los espacios de decisión bonaerenses y su insistencia en proyectos que garantizan privilegios a multinacionales son síntomas de una misma enfermedad política: la desconexión total con la sociedad que dice representar. Un modelo que privilegia la especulación sobre la producción, el negocio sobre el derecho, la estabilidad de las grandes corporaciones sobre la estabilidad de la gente común.
El futuro de Espert luce complicado. Pergamino le dio la espalda, el armado bonaerense lo dejó afuera y en el Congreso su aporte se reduce a sostener el libreto económico de Javier Milei, diseñado para garantizar negocios a largo plazo a costa del presente de los argentinos. En un país que pide respuestas urgentes, su apuesta a la “previsibilidad” de los grandes capitales suena más a renuncia que a propuesta. La política es territorio, es pueblo, es gestión concreta, y allí es donde Espert se muestra más débil.
Mientras el gobierno libertario intenta reordenar su estrategia tras las derrotas electorales y la bronca social creciente, figuras como Espert quedan expuestas en toda su fragilidad: líderes de cartón, que brillan en los sets de televisión pero se apagan frente a las urnas y frente a la vida real. Pergamino habló, y habló fuerte. El resto del país debería escuchar.
Fuentes:
https://www.enorsai.com/noticias/politica/espert-no-pudo-ganar-ni-en-su-ciudad-natal/
https://www.cipollettidigital.com.ar/noticias/2025/09/10/67232-politica-y-energias-dictamen-conjunto-de-lla-pro-y-ucr-impulsa-regimen-para-hidrogeno-verde
https://www.0221.com.ar/nacional/con-autocriticas-la-derrota-electoral-karina-milei-reunio-la-mesa-bonaerense-el-pro-n115758





















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