“Hola Edu, no me bajo nada”: Espert se bajó igual y se convirtió en el hazmerreír de las redes

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José Luis Espert logró en menos de 24 horas lo que pocos políticos consiguen: desmentirse a sí mismo en tiempo récord y transformarse en el protagonista de la burla colectiva más viral del fin de se

mana. “Hola Edu! No me bajo nada”, escribió desafiante en X (ex Twitter) respondiendo a Eduardo Feinmann, que había anticipado su renuncia. Apenas unas horas después, el mismo Espert anunciaba su salida de la candidatura a diputado por la provincia de Buenos Aires. Un bochorno de manual.

La escena fue tan absurda que ni los humoristas necesitaron intervenir: las redes hicieron su trabajo. Memes, capturas, videos y chistes se multiplicaron sin descanso. El “no me bajo nada” se transformó en un lema invertido, una suerte de epitafio digital que acompañó al economista en su caída libre de credibilidad. En pocas horas pasó de hacerse el valiente ante Feinmann a ser el protagonista de la comedia política del año.

Mientras los usuarios explotaban en ironías, desde el propio oficialismo se filtraban las verdaderas razones: la presión directa de Javier Milei para que bajara su candidatura, después de que estallaran los escándalos por sus vínculos con el empresario detenido por narcotráfico Federico “Fred” Machado. Espert había admitido que utilizó los aviones privados del empresario en más de 17 oportunidades, pero jura que “no sabía” con quién volaba. Una inocencia tan conveniente como poco creíble.



En la Casa Rosada intentaron minimizar el papelón, pero la secuencia fue demasiado grotesca. Primero el tuit de macho alfa libertario (“no me bajo nada”), después el silencio incómodo, y finalmente la renuncia envuelta en un comunicado tibio. Milei lo había citado en Olivos días antes, en una reunión que supuestamente buscaba “alinear estrategias”. Traducido del mileísmo al castellano: lo bajaron.

Eduardo Feinmann, el destinatario original del tuit desafiante, no dejó pasar la oportunidad y devolvió el golpe con ironía quirúrgica. “¿Te espero igual mañana a las 18:30? La silla estará esperando en A24. Salute”, escribió, completando el círculo del ridículo. Lo que comenzó como un intercambio de egos televisivos terminó convertido en una comedia política digna de sketch de Peter Capusotto.



La caída de Espert es, además, un síntoma del momento libertario: dirigentes que se desdicen, candidatos que duran menos que un tuit, y un gobierno que acumula papelones como si fueran medallas. La contradicción de Espert —negar su renuncia y terminar bajándose igual— se volvió una metáfora perfecta del mileísmo en ejercicio: la arrogancia primero, la improvisación después, y el bochorno al final.

En definitiva, el economista que se cansó de dar lecciones sobre coherencia, disciplina y “la superioridad moral del mercado”, terminó siendo víctima de su propio libreto. Se subió a la soberbia y se bajó de la lista. Y esta vez, ni los trolls libertarios pudieron salvarlo del ridículo.

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