Fuerza Patria dio batalla y logró un empate histórico en Chaco ante el aparato estatal libertario

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Con el 99,82% escrutado, La Libertad Avanza apenas logró imponerse por menos de dos puntos sobre Fuerza Patria, pese al despliegue total de recursos del Estado nacional. En Diputados y Senadores, el reparto de bancas fue equitativo. Una elección que marca un punto de inflexión en el mapa político argentino.

El oficialismo nacional puso toda su maquinaria política, mediática y económica en la provincia de Chaco, pero el resultado no fue la victoria cómoda que esperaba. Fuerza Patria protagonizó una remontada histórica y se quedó con el mismo número de bancas que el partido de Milei. El “empate técnico” revela el creciente desgaste del proyecto libertario y el resurgir de un peronismo territorial que, lejos de rendirse, vuelve a mostrar músculo político incluso en las provincias más golpeadas por el ajuste.

La elección legislativa del pasado domingo en la provincia de Chaco dejó un resultado que sorprendió a todo el arco político nacional. Con el 99,82% de las mesas escrutadas, La Libertad Avanza obtuvo el 45,57% de los votos frente al 43,58% de Fuerza Patria, una diferencia de apenas 1,99 puntos. En términos prácticos, el reparto de bancas fue exactamente igual: dos diputados para cada fuerza. En el Senado, el escenario fue casi idéntico: dos bancas para La Libertad Avanza y una para Fuerza Patria, con una diferencia mínima del 0,75%.

El resultado en Chaco no fue un episodio aislado. Forma parte de un proceso político que atraviesa todo el país y que muestra cómo el oficialismo libertario empieza a perder fuerza en territorios donde hasta hace pocos meses parecía invencible. La elección en Chaco tuvo, además, un condimento especial: se desarrolló bajo una presión estatal sin precedentes, con presencia de ministros nacionales, recursos logísticos y mediáticos volcados a favor de los candidatos del gobierno. Sin embargo, la voluntad popular terminó imponiendo una paridad que, en los hechos, equivale a una derrota simbólica para el oficialismo.

Fuerza Patria no solo logró consolidar su presencia como primera fuerza opositora sino que además redujo la brecha respecto a las elecciones nacionales anteriores, donde Milei había superado holgadamente el 50% en ese distrito. Este domingo, el bloque libertario perdió más de cinco puntos, mientras que el frente peronista creció de manera sostenida, logrando recuperar miles de votos en zonas rurales y sectores medios que habían apoyado al oficialismo en 2023.

El fenómeno tiene explicación. La política económica del gobierno de Milei, centrada en el ajuste fiscal, la recesión inducida y la transferencia de recursos hacia los grandes grupos exportadores, golpeó duramente al norte argentino, donde los indicadores sociales empeoraron de forma dramática. Según datos del INDEC, Chaco registra hoy una de las tasas de pobreza más altas del país y una caída del empleo formal del 5,8% en lo que va del año. En ese contexto, el voto a Fuerza Patria se transformó en una expresión de resistencia y de dignidad frente a un modelo que promete libertad pero entrega precariedad y desmantelamiento del Estado.

El empate técnico en Chaco tiene además una lectura política de fondo: demuestra que la narrativa del “cambio irreversible” de Milei empieza a resquebrajarse. La ciudadanía no compró el discurso del enemigo interno ni el relato de la “casta” como única responsable del sufrimiento social. Por el contrario, el voto opositor comenzó a reagruparse en torno a un nuevo eje: la defensa del trabajo, la producción y la soberanía provincial frente a un gobierno que centraliza el poder en Buenos Aires y subordina su política exterior a los intereses financieros de Washington.

El avance de Fuerza Patria en Chaco también debe leerse como parte de una tendencia regional. En provincias como Río Negro y San Juan, la misma fuerza logró resultados que la colocan en empate técnico o en primer lugar, consolidando un mapa electoral donde el norte y el sur comienzan a virar hacia opciones más nacionales y populares. Este fenómeno, que algunos analistas definen como una “repatriarización del voto”, desafía la hegemonía comunicacional del oficialismo y revitaliza al peronismo territorial.

El aparato libertario desplegó todos los recursos posibles: presencia del propio presidente en actos televisados, promesas de obras, condonaciones impositivas, y una cobertura mediática que buscó instalar la idea de una victoria asegurada. Sin embargo, las urnas hablaron de otra cosa. El pueblo chaqueño no se dejó intimidar por el poder concentrado del gobierno nacional y votó con una conciencia crítica que desnudó las contradicciones del proyecto libertario: mientras Milei promete libertad, sus políticas ahogan a las economías regionales y destruyen el entramado productivo.

El oficialismo había apostado a Chaco como una “provincia testigo” de su gestión. El propio ministro del Interior, Guillermo Francos, y varios legisladores nacionales viajaron para apuntalar la campaña. Los medios alineados con el gobierno instalaron la idea de una ventaja irreversible de LLA. Pero el resultado final mostró lo contrario: una diferencia ínfima que ni siquiera permite hablar de triunfo político. Los libertarios ganaron por milímetros y perdieron simbólicamente el relato de la supremacía popular.

Desde el punto de vista parlamentario, el reparto de bancas tiene un valor doble. En Diputados, Fuerza Patria obtuvo las mismas dos bancas que LLA, lo que le garantiza una representación que puede volverse clave para frenar el avance de las reformas antisociales que impulsa el Ejecutivo. En el Senado, la performance fue igualmente significativa: el oficialismo se quedó con dos lugares, pero el peronismo recuperó presencia en la cámara alta, donde las mayorías absolutas ya no serán tan fáciles de alcanzar para el gobierno.

En términos políticos, el “empate técnico” chaqueño opera como una señal de advertencia. La narrativa del “fin del kirchnerismo” que pregona el oficialismo empieza a chocar contra los datos electorales. Lo que emerge no es un regreso nostálgico del pasado, sino una nueva etapa de reconstrucción popular que combina experiencia política con nuevas demandas sociales. Fuerza Patria no es una fuerza testimonial: es un proyecto que vuelve a poner en el centro la idea de justicia social, independencia económica y soberanía nacional.

El contraste entre la opulencia del aparato libertario y la austeridad de la campaña opositora fue evidente. Mientras los candidatos oficialistas contaban con spots en cadena, vehículos del Estado y cobertura de medios afines, el frente peronista se apoyó en militancia territorial, redes sociales y asambleas comunitarias. Esa diferencia de recursos hace que el resultado final sea todavía más impactante: un empate técnico logrado a pulmón frente a todo el peso del poder central.

El pueblo chaqueño, históricamente castigado por las desigualdades estructurales, envió un mensaje claro: no hay poder capaz de borrar la conciencia popular cuando la injusticia se vuelve insoportable. La elección del domingo no solo define bancas, sino que anticipa un nuevo ciclo político. La resistencia social al ajuste y el despertar del interior productivo están delineando una nueva mayoría nacional que no se resigna a ser espectadora de su propio empobrecimiento.

La política argentina vuelve a moverse desde abajo. Lo que ocurrió en Chaco resuena en todo el país: el proyecto libertario ya no es invencible, y el peronismo, lejos de su ocaso, encuentra en cada rincón del territorio un pueblo dispuesto a volver a levantarse.

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