¡Escándalo! Otra “narco-candidata” en la lista de La Libertad Avanza

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En plena campaña electoral, el oficialismo libertario vuelve a quedar envuelto en un escándalo que expone las contradicciones del discurso de “ficha limpia” que Javier Milei dice sostener. Se trata de Lorena Villaverde, diputada nacional por Río Negro y actual candidata al Senado por La Libertad Avanza, cuyo nombre vuelve a aparecer asociado al narcotráfico y al empresario detenido Federico “Fred” Machado, investigado por lavado de dinero y vínculos con el crimen organizado.

En redes sociales y medios de comunicación comenzaron a circular nuevamente los documentos que señalan que Villaverde fue detenida en Estados Unidos por tráfico de cocaína. Según distintas publicaciones, habría sido allanada con 17 mil dólares, condenada y beneficiada con prisión domiciliaria, lo que le impediría volver a ingresar a territorio norteamericano. Aunque estas versiones fueron amplificadas por las redes, su pasado judicial en el exterior es un hecho que la propia dirigente no logró desmentir del todo. De acuerdo con su biografía pública, fue detenida en Florida en 2002 por portar 400 gramos de cocaína, aunque no hay confirmación oficial de una condena firme.

Villaverde sostiene que su situación judicial está resuelta y que su “ficha está limpia”, pero los vínculos que la rodean complican esa defensa. Su pareja, Claudio Ciccarelli, aparece señalado como primo y socio de Fred Machado, el empresario argentino detenido y con pedido de extradición a los Estados Unidos por delitos vinculados al narcotráfico y al lavado de activos. Según informó Perfil, Villaverde fue parte del entorno político y empresarial que orbitaba alrededor de Machado en Viedma, donde el propio empresario cumple prisión domiciliaria. En esa misma zona, la diputada libertaria impulsó distintos emprendimientos inmobiliarios y comerciales que hoy son observados por la justicia por presunto lavado.

Página/12 detalló en su momento que la finca donde Machado cumple arresto domiciliario se encuentra cerca de propiedades ligadas a Ciccarelli y Villaverde, un entramado que refuerza la sospecha de relaciones económicas y políticas con figuras del narcotráfico. En paralelo, Villaverde intenta desmarcarse de ese pasado, difundiendo en redes videos donde se somete a un “narco test” para probar que no consume drogas y que su carrera política está marcada por la transparencia. Sin embargo, su caso sigue generando controversia incluso dentro de La Libertad Avanza, donde algunos referentes prefieren el silencio antes que volver a defenderla públicamente.

Lo que sí está comprobado es que Villaverde enfrenta investigaciones por delitos económicos y venta irregular de terrenos, además de su relación con Ciccarelli, que figura como nexo directo con la estructura financiera de Machado. En cambio, las afirmaciones sobre una condena por traficar 15 kilos de cocaína o una supuesta incautación de 17 mil dólares según documentación judicial pública presentada por el periodista Mauro Federico t cuyo número de carátula es Case N° 8:02-CR-280-T-26TBM. En dicha causa fue condenada culpable, arrestada el 21 de octubre del 2002.

Más allá de los matices, el regreso de Villaverde al primer plano político vuelve a poner en crisis la narrativa moral del oficialismo. El espacio que llegó al poder prometiendo erradicar la corrupción y las “mafias del Estado” carga con una candidata de pasado turbio, sospechada de integrar un circuito de dinero sucio y con vínculos directos con un empresario acusado de narcotráfico internacional.

Mientras tanto, Milei y sus voceros eligen el silencio. La estrategia parece ser dejar que el tema se diluya en el ruido de la campaña, aunque cada nueva aparición de documentos o fotos del pasado de Villaverde reaviva un escándalo que golpea de lleno a la credibilidad del gobierno libertario. Su caso se convierte así en una muestra del doble discurso de quienes se presentan como paladines de la transparencia pero conviven con figuras que la justicia y la prensa asocian a delitos graves.

Lorena Villaverde vuelve a ser candidata y, con ella, reaparecen las sombras del “narcogate” libertario. Un episodio que Milei y su entorno preferirían enterrar, pero que vuelve a poner sobre la mesa la incómoda pregunta de cuánta impunidad se esconde detrás del relato del cambio.

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