La diputada nacional por la Ciudad de Buenos Aires, Sabrina Ajmechet, vuelve a estar en el centro de la polémica por un viejo y repudiable mensaje que hoy cobra más vigencia que nunca. En un posteo publicado en la red social X (entonces Twitter) el 2 de abril de 2014, escribió:
“Ojalá pronto el 2 de abril sea simplemente el 2 de abril, un día que la gente va a trabajar y los chicos al colegio.”
Aunque el mensaje tiene más de una década, su contenido revela con precisión quirúrgica la matriz ideológica y cultural que hoy domina el espacio de Javier Milei. En aquel entonces Ajmechet no era diputada ni funcionaria, pero ya expresaba sin filtros lo que hoy constituye el pensamiento oficial del bloque libertario: el desprecio por la memoria, la negación de la soberanía y el intento de borrar los símbolos nacionales que unen al pueblo argentino.
La publicación, que reaparece cada año cuando el país recuerda el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas, condensa una idea brutal: que el sacrificio de quienes dieron la vida por la Patria puede reducirse a un día común. Es la banalización del dolor nacional elevada a categoría política.
Una “doctora en historia” que niega la historia
Ajmechet, que se presenta como “doctora en historia”, parece haber olvidado los fundamentos mismos de su disciplina. La guerra de 1982, más allá de la dictadura que la impulsó, forma parte de un reclamo histórico, diplomático y colectivo que atraviesa todas las generaciones.
Desear que el 2 de abril “sea un día más” equivale a destruir uno de los pilares simbólicos de la soberanía argentina y a minimizar el sacrificio de los veteranos y de sus familias.
Pero más allá del repudio generalizado que generó en su momento, la frase hoy funciona como una advertencia. Porque no se trata de un comentario aislado, sino de la expresión temprana del pensamiento oscuro de quienes hoy gobiernan o acompañan al oficialismo libertario.
Una ideología que desprecia la memoria
La diputada Ajmechet ha demostrado reiteradamente su desprecio por los consensos históricos de la democracia argentina. En otras oportunidades, relativizó los crímenes de la dictadura, cuestionó el significado del 24 de marzo y hasta puso en duda la existencia de una identidad nacional.
Su postura responde a una visión neoliberal y colonial, que asocia la memoria con el atraso y la soberanía con un “costo político” que el mercado no puede permitir.
Por eso su mensaje de 2014 no puede leerse como un error de juventud o un exceso de redes sociales. Al contrario: fue una declaración ideológica coherente con el modelo de país que hoy intenta consolidar Milei, donde todo se mide en términos de rentabilidad y nada tiene valor simbólico o histórico.
El 2 de abril no se toca
El Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas no es solo un feriado. Es un acto de justicia y memoria colectiva. Es el momento en que el país rinde homenaje a quienes defendieron la bandera en condiciones inhumanas, muchos de los cuales fueron abandonados por el Estado y luego estigmatizados por la indiferencia social.
Convertir ese día en “uno más” sería un insulto a la historia, a los veteranos y al pueblo argentino. Y escuchar esas palabras en boca de una representante del Congreso Nacional resulta una ofensa a la democracia misma.
Recordar para no volver atrás
El mensaje de Sabrina Ajmechet del 2 de abril de 2014 debe ser recordado, no por morbo ni revancha, sino como evidencia del pensamiento real que habita detrás del discurso libertario.
Porque lo que entonces parecía una provocación de redes sociales hoy se convirtió en política de Estado: desfinanciar la educación, vaciar la cultura, negar la historia y relativizar la soberanía.
Olvidar ese tuit sería aceptar su deseo: que el 2 de abril “sea un día cualquiera”.
Recordarlo, en cambio, es un acto de resistencia y memoria colectiva frente a la antipatria que hoy gobierna.





















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