La candidata de La Libertad Avanza aseguró que “en Argentina hay 35 millones de pobres y había 56 millones”. Con más convicción que datos, volvió a mostrar cómo el mileísmo convierte la desinformación en un recurso político y pretende instalar la idea de un “milagro económico” que nunca existió.
En una entrevista, Virginia Gallardo, candidata libertaria y figura mediática, afirmó que “en Argentina hay 35 millones de pobres y había 56 millones”. Con ese cálculo imposible, intenta hacer creer que las políticas de Javier Milei habrían sacado a 21 millones de personas de la pobreza. Dato falso: ni el INDEC ni la realidad avalan semejante relato.
En el universo libertario, las estadísticas se manipulan con la misma facilidad con la que se recortan derechos. Así lo demostró Virginia Gallardo, candidata de La Libertad Avanza, cuando aseguró en una entrevista que “en Argentina hay 35 millones de pobres y había 56 millones”. La frase no solo desafía a la aritmética, sino que revela una intención política: vender la ficción de que el gobierno de Javier Milei logró reducir la pobreza en 21 millones de personas.
El problema, claro, es que eso es falso de principio a fin. Argentina no tiene 56 millones de habitantes, ni mucho menos 56 millones de pobres. Según el INDEC, la población ronda los 46 millones, y la pobreza afecta a casi el 45% de ellos: alrededor de 20 millones de personas. Pero la realidad, en el mileísmo, siempre está en discusión. Si el dato no encaja, se ajusta. Si el número molesta, se inventa.
Gallardo no dudó, no corrigió, no titubeó. Dijo “56 millones” con la misma seguridad con la que el Presidente habla de “superávit” mientras se acumulan deudas con las provincias, hospitales y universidades. En el mileísmo, los datos son accesorios: lo importante es mantener la narrativa del éxito, aunque esté construida sobre la arena movediza de la desinformación.
El discurso de Gallardo encierra una perversión política: transformar la tragedia social en propaganda electoral. Presentar una supuesta baja de la pobreza —imaginaria, sin respaldo técnico— como prueba de que la motosierra “funciona”. En ese relato, los pobres no son personas: son cifras maleables que sirven para justificar el ajuste.
Esa es, quizás, la mayor ironía del caso. Mientras se cierran comedores, se desfinancian universidades y se congelan jubilaciones, una candidata libertaria anuncia que “21 millones de argentinos salieron de la pobreza”. La pregunta inevitable es: ¿de qué país habla?
El mileísmo ha convertido la ignorancia en política de Estado. Gallardo no es una excepción: es el producto natural de una fuerza que desprecia la educación pública, denigra a los científicos y ataca a las universidades. En ese contexto, no sorprende que una candidata no conozca los datos básicos de la población. Lo inquietante es que hable como si no hiciera falta conocerlos.
La frase “en Argentina hay 35 millones de pobres y había 56 millones” podría leerse como un error, una exageración o una confusión. Pero es mucho más que eso: es un reflejo del pensamiento mágico con el que gobierna Milei. Una forma de política que se construye a base de consignas, que reemplaza el dato por el dogma y la verdad por el espectáculo.
Mientras tanto, los verdaderos 20 millones de pobres siguen siendo invisibles. No aparecen en las cadenas nacionales ni en los reels libertarios. No son “milagro”, son víctimas de un modelo que los condena a sobrevivir. Gallardo, sin saberlo, puso en evidencia el absurdo de esa narrativa: para que el mileísmo tenga razón, primero hay que inventar un país que no existe.





















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