En medio de una escalada política sin precedentes, tras la confirmación de la condena contra Cristina Fernández de Kirchner por parte de la Corte Suprema, el silencio de la CGT se vuelve ensordecedor. Mientras las bases se mueven, mientras las calles arden de indignación y los sectores populares se autoconvocan en defensa de la expresidenta, la central obrera más grande del país parece mirar para otro lado.
El primero en romper filas con esa parálisis fue Sergio Palazzo, titular de la Asociación Bancaria y diputado nacional por Unión por la Patria. No solo repudió el fallo que considera parte de una maniobra de proscripción, sino que fue más allá: exigió a la CGT que convoque de forma urgente a un paro general con movilización para acompañar a Cristina Kirchner en su posible entrega a la Justicia. “Tenemos que ser cientos de miles”, sostuvo, al tiempo que reclamó una interrupción total de actividades que permita al pueblo expresar su repudio al intento de desterrar políticamente a quien sigue siendo una de las figuras más relevantes del campo popular.
Palazzo fue claro: no se trata de un gesto simbólico, sino de una acción concreta para frenar un proceso que califica de injusto, digitado por los “factores de poder” que pretenden borrar del mapa político a CFK. Habló con Héctor Daer, uno de los triunviros de la CGT, pero hasta ahora, el inmovilismo sigue marcando la tónica de la central.
El fallo de la Corte —que deja firme la sentencia a seis años de prisión e inhabilitación para ejercer cargos públicos— es interpretado por muchos sectores del peronismo como un intento de cerrar el ciclo kirchnerista a través de la proscripción judicial. En ese contexto, la CGT se encuentra en el ojo de la tormenta, no solo por su tibieza ante el avasallamiento institucional, sino también por no estar a la altura del momento histórico que atraviesa el movimiento obrero.
Pablo Moyano, ex cosecretario general de la CGT y dirigente camionero, también salió a escena. En declaraciones a Futurock, denunció a los jueces de la Corte como “tres delincuentes” y llamó a dejar de lado las internas para “construir una alternativa para 2027”. Pero, más allá de sus declaraciones, tampoco hay una convocatoria clara a la acción por parte del sector que representa.
“Muchas regionales se están autoconvocando. Los trabajadores, los movimientos sociales, se están organizando”, dijo Moyano. Pero esa organización desde abajo, sin conducción centralizada, es una muestra más de la crisis de representación que atraviesa hoy el sindicalismo tradicional, mientras las bases comienzan a moverse por su cuenta.
Cristina, según trascendió, ya pidió la prisión domiciliaria. Pero más allá de lo que decida el tribunal sobre su situación personal, lo que está en juego no es solo la libertad de una dirigente política, sino la vigencia de la democracia en Argentina. El intento de sacar de la cancha a la líder del principal movimiento opositor no puede ser tolerado sin resistencia.
La pregunta, entonces, cae por su propio peso: ¿Dónde está el paro general de la CGT? ¿Dónde está la central obrera que históricamente se levantó en defensa de los derechos populares, que enfrentó dictaduras, que supo hacer temblar gobiernos enteros en defensa de sus trabajadores?
Es momento de definiciones. Si la CGT quiere seguir siendo un actor relevante del mapa político y social, no puede seguir escondida en el silencio cómplice ni parapetada en tibias declaraciones. No alcanza con las autoconvocatorias ni con la indignación en redes sociales. Hace falta un paro nacional, masivo, contundente, que deje en claro que no habrá proscripción sin respuesta.
De lo contrario, la historia lo registrará: cuando quisieron encarcelar a Cristina, la CGT miró para otro lado. Y eso, para una central que se dice peronista, es una mancha que no se borra fácilmente.
Fuente:
- https://www.tiempoar.com.ar/ta_article/palazzo-cgt-paro-general/amp/
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