Cuando la ciencia le ganó al show: el Conicet venció en audiencia al dúo Milei-Fantino

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El streaming del Conicet sobre el fondo marino duplicó en vistas a la entrevista entre Javier Milei y Alejandro Fantino en Neura.

En una inesperada victoria simbólica, el Conicet superó con un contenido científico y sin publicidad comercial al presidente Javier Milei, en un espacio que se suponía terreno fértil para su narrativa. La audiencia eligió la divulgación científica por sobre la puesta en escena libertaria.

Algo está cambiando en el consumo de contenidos en Argentina. A contrapelo del clima de época impuesto desde los grandes medios, los espectadores están empezando a elegir con qué comprometer su atención, y a quién darle su tiempo. Mientras Javier Milei protagonizaba una entrevista cuidadosamente guionada por Alejandro Fantino en Neura Media —un canal que funciona más como altar que como espacio periodístico—, el Conicet, con un vivo transmitido desde las profundidades del océano, duplicó las visualizaciones del mandatario libertario. El dato, lejos de ser anecdótico, es una cachetada simbólica a una presidencia que demoniza el conocimiento científico y desprecia lo público.

El resultado es tan claro como incómodo para el gobierno: más de 220 mil personas eligieron ver el trabajo de la expedición argentina que investiga el fondo del mar desde el buque oceanográfico Austral, frente a poco más de 102 mil visualizaciones que cosechó la entrevista a Milei. La cifra no sólo ilustra una elección consciente por parte del público, sino que revela algo más profundo: la sociedad no está dispuesta a resignar tan fácilmente sus conquistas intelectuales ni su curiosidad científica, aunque el poder político pretenda instalar lo contrario.

No es cualquier contenido el que vence. No se trata de un youtuber mediático ni de una celebridad digital. Se trata del Conicet, una institución vapuleada y desfinanciada por el propio Milei, que en apenas unos meses de gobierno ha paralizado ingresos, cancelado proyectos y empujado al éxodo científico. Que esta misma entidad —tan atacada por el discurso oficialista— sea capaz de generar semejante interés popular con un streaming técnico y sin fuegos artificiales, deja al desnudo una verdad que el relato libertario intenta borrar: la ciencia pública emociona, interesa y convoca.

El contenido transmitido desde el buque Austral no tenía ni cortina musical, ni edición sofisticada, ni sponsors, ni publicidad política. Sólo una cámara y el relato directo de quienes están investigando el fondo marino argentino, en una misión científica que involucra a 19 investigadores y técnicos. No hubo gritos, ni arengas libertarias, ni frases para el clip de TikTok. Solo conocimiento. Y eso fue suficiente.

Mientras tanto, del otro lado de la pantalla, Alejandro Fantino presentaba a Milei como “un fenómeno que trasciende el escenario político argentino”, en una puesta que rozaba más el marketing que el periodismo. La entrevista, que pretendía ser íntima pero resultó una pieza de validación mediática, transcurrió sin contrapreguntas, sin fricciones, sin riesgos. Un espacio cómodo donde el presidente pudo desplegar su habitual diatriba contra “la casta”, sin que nadie lo incomodara.

La elección del público es reveladora. En tiempos donde se supone que el entretenimiento vacío arrasa, el interés por la ciencia se abre paso. El éxito del streaming del Conicet no es solamente un número en YouTube; es un gesto político de la sociedad. Es el deseo de conectar con un país que investiga, que explora, que produce conocimiento, a pesar del ajuste brutal y el abandono estatal.

Hay que decirlo con todas las letras: esto duele en la Casa Rosada. Porque evidencia que, incluso después de la estigmatización sistemática, incluso después del ahogo presupuestario, el Conicet sigue siendo un faro de sentido para una parte significativa de la población. Y que frente a la sobreactuación libertaria, los ciudadanos pueden elegir otro camino, más silencioso, más profundo, más riguroso.

Es probable que para el gobierno este dato no signifique nada. Para un presidente que desprecia la evidencia y se alimenta de teorías conspirativas, el triunfo simbólico de la ciencia pública puede parecer irrelevante. Pero no lo es. Porque evidencia que, por debajo del ruido, sigue habiendo una demanda de conocimiento, una valoración del trabajo científico y una sensibilidad colectiva que no se deja arrastrar tan fácil por el show.

No es casual que este hecho ocurra justo cuando Milei ha puesto en la mira a los organismos científicos. La cancelación de ingresos al Conicet, el vaciamiento del Ministerio de Ciencia, la paralización de proyectos, la incertidumbre de miles de investigadores, son decisiones políticas deliberadas. Pero ni siquiera esas políticas lograron opacar el interés genuino del público por lo que sucede en las entrañas del mar argentino.

Mientras el presidente construye un relato heroico de su figura, la ciencia pública hace lo que siempre ha hecho: trabajar con rigor, sin estridencias, con el compromiso de aportar al conocimiento colectivo. Y cuando la sociedad responde con interés masivo, el mensaje es claro: el pueblo no está dispuesto a resignar la inteligencia.

Por supuesto, esto no significa que la ciencia haya ganado la batalla cultural. Pero sí que hay fisuras. Que no todo está perdido. Que hay lugares donde aún se valora el saber, la investigación, la curiosidad por lo real. Y que incluso bajo un gobierno que desprecia todo eso, la sociedad puede elegir seguir mirando hacia el fondo del mar en lugar de quedarse atrapada en el fondo del relato.

Fuente: https://www.ambito.com/politica/la-entrevista-javier-milei-alejandro-fantino-tuvo-menos-rating-que-el-streaming-del-conicet-el-fondo-del-mar-n6173530

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