La líder de la Coalición Cívica apunta al corazón del Gobierno de La Libertad Avanza, denunciando vínculos familiares con manejos oscuros de fondos y cuestionando el modelo de poder de Javier Milei.
En un reportaje televisivo, Elisa Carrió no dejó lugar a dudas: vincula a Javier Milei con “cuestiones perversas” y asegura que su hermana Karina es el engranaje central de una trama de corrupción que afecta la salud pública y negocios de criptomonedas, comparando la gestión con los peores años del menemismo.
El clima político en Argentina se vio sacudido este miércoles por las declaraciones explosivas de Elisa Carrió. La exdiputada nacional, conocida por su estilo frontal y sin filtros, no se contuvo: acusó al presidente Javier Milei de haber estado expuesto a “mucha pornografía infantil” y describió su modo de ejercer el poder como parte de una “cuestión perversa”. Palabras duras que no solo ponen en el centro del debate la moral del mandatario, sino que también iluminan con crudeza los vínculos familiares que, según Carrió, sostienen la maquinaria de corrupción de La Libertad Avanza.
El foco de sus críticas se centró en Karina Milei, secretaria general de la Presidencia, a quien definió como “el personaje más oscuro” del Gobierno. Carrió no dudó en describirla como una especie de “cajera” de distintos negocios, cuya influencia y codicia son inseparables del poder que ostenta su hermano. “Karina Milei es Javier”, sentenció sin vacilar, dibujando una imagen inquietante de concentración de poder y manejo irregular de fondos que, según la dirigente, impacta directamente en la vida de los argentinos.
Las acusaciones no se limitaron a la esfera familiar. Carrió aseguró que existe una trama de corrupción más amplia que, en su opinión, deja “sin atención médica a todo el país” y que involucra negocios con criptomonedas y el sistema de salud. La líder de la Coalición Cívica trazó un paralelismo explícito con la década del ’90: “La matriz de corrupción menemista es muy parecida a esta. Tienen mucho componente menemista”, afirmó. Para Carrió, la historia se repite, con la diferencia de que hoy el populismo se camufla bajo distintos bandos, y los votantes parecen oscilar entre Milei y Cristina Fernández de Kirchner, sin notar que ambos, a su juicio, reproducen prácticas del peronismo.
El señalamiento a Karina Milei como un engranaje indispensable del poder presidencial revela, según Carrió, un modelo de Gobierno donde la ambición familiar y los negocios privados se entrelazan con la administración estatal. Este escenario, advierte la dirigente, no solo erosiona la transparencia sino que amenaza con socavar servicios básicos, evidenciando la fragilidad de un sistema de control que parece incapaz de frenar irregularidades desde la cima del poder.
Carrió extendió su crítica al jefe de Gabinete, Guillermo Francos, a quien definió como un “cínico del poder” y “sofista de la vieja democracia griega”, resaltando su habilidad para “defender lo indefendible”. La referencia a su pasado como funcionario del exgobernador Daniel Scioli refuerza la idea de una continuidad de prácticas políticas que, para Carrió, perpetúan privilegios y maniobras que el ciudadano común no puede controlar.
El análisis de Carrió no es solo moralista ni personalista; es un cuestionamiento directo al modelo de poder de La Libertad Avanza. Sus palabras sugieren que la relación entre Javier y Karina Milei no es un asunto doméstico, sino un eje estructural de cómo se maneja el Estado y cómo se canalizan recursos estratégicos. La acusación de que la corrupción impacta directamente en la salud pública agrega una dimensión tangible y alarmante a sus afirmaciones, conectando la ética del liderazgo con consecuencias concretas para la ciudadanía.
Por otra parte, al comparar la gestión de Milei con los años de corrupción menemista, Carrió abre un debate sobre la historia argentina y su ciclo de impunidad. La advertencia sobre la similitud de prácticas sugiere que, más allá de los discursos liberales o de cambio, ciertas lógicas de poder permanecen intactas: concentración de decisiones en manos de unos pocos, manejo discrecional de recursos y complicidad familiar como herramienta de gobierno.
Lo que Carrió deja en evidencia es un panorama complejo: mientras el presidente asegura reformar y modernizar la política, la estructura que lo sostiene, según la dirigente, reproduce dinámicas que ya la historia ha mostrado como nocivas. No se trata de simples críticas, sino de un señalamiento a la forma misma en que se ejerce el poder, donde los negocios privados, la codicia y la opacidad se confunden con la conducción del Estado.
En definitiva, las declaraciones de Elisa Carrió constituyen un llamado de alerta para la sociedad argentina. No solo cuestiona la ética de un presidente, sino que expone cómo la concentración familiar de poder puede afectar a todos los ciudadanos. La referencia explícita a criptomonedas y salud pública conecta directamente la teoría con la práctica, mostrando que lo que se cuestiona no es abstracto: tiene consecuencias reales y cotidianas. Entre acusaciones, comparaciones históricas y metáforas morales, Carrió presenta un panorama que invita a la reflexión sobre los límites del poder y los riesgos de la falta de transparencia en un Gobierno que se proclama disruptivo, pero que según su análisis, reproduce patrones de corrupción antiguos con efectos inmediatos en la vida de millones de argentinos.
Fuente:
- https://noticiasargentinas.com/politica/carrio–sin-filtros–acuso-a-milei-de-ver–pornografia-infantil–y-a-su-hermana-de-ser–la-mas-oscura-_a68afc4427d5e5dd30c8b1b0b





















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