A una semana de las elecciones legislativas, el gobierno de Javier Milei atraviesa su momento más tenso y contradictorio. En los despachos de la Casa Rosada se impone una idea que, hasta hace poco, habría parecido absurda para cualquier oficialismo en campaña: que el presidente desaparezca del radar mediático. La orden no escrita es clara: “guardarlo” hasta después de los comicios. La razón, admiten en su entorno, es tan simple como preocupante: “Está cansado y enojado”.
El clima de desgaste es inocultable. Las últimas apariciones públicas de Milei dejaron más heridas que beneficios. En las entrevistas con Eduardo Feinmann y Esteban Trebucq se mostró a la defensiva, irritado incluso con periodistas afines, y en Mar del Plata protagonizó un cruce desafortunado con el periodista local Mariano Suárez por una pregunta sobre el caso Espert. Después intentó disculparse, pero el daño estaba hecho. La evaluación posterior fue contundente: cada exposición se convierte en un riesgo. Por eso, los estrategas libertarios discuten cómo evitar que repita errores en los días más decisivos de la campaña.
Según reveló La Política Online, hasta Karina Milei comparte el diagnóstico, aunque con resignación: “Javier está intratable”. La frase, seca y definitiva, resume el estado de ánimo dentro del núcleo más cerrado del poder. La fallida reunión con Donald Trump, los viajes incesantes por el país y el exterior, la corrida cambiaria que no cede y el caos de la campaña confluyen en un cuadro de estrés que el propio presidente ya no logra disimular. En los pasillos se comenta que incluso los colaboradores más leales evitan contradecirlo por temor a sus estallidos de furia.
El cuadro político tampoco ayuda. La campaña oficial es un campo minado por internas, improvisación y derrotismo. El libertario Sebastián Pareja, a cargo de la estructura bonaerense, es acusado por sus propios compañeros de haber “metido la marcha atrás” en los últimos días de campaña. Las actividades en territorio se vacían, los actos se suspenden y el fuego amigo se intensifica, como lo demostró la insólita declaración de la funcionaria Karen Reitchard, que calificó de “enfermos mentales” a quienes no voten al gobierno. Mientras tanto, los números que circulan en la Casa Rosada no son alentadores: los banqueros que se reunieron con dirigentes libertarios esta semana pintaron un escenario desolador, con una derrota en la provincia de Buenos Aires similar a la sufrida en septiembre. El gobierno necesita que al menos 1,9 millones de bonaerenses que no votaron vuelvan a las urnas y elijan a La Libertad Avanza para empatar; medio millón más sería suficiente para achicar la distancia con el peronismo a nueve puntos.
En ese contexto, la figura del presidente, lejos de ser un motor de entusiasmo, se ha convertido en una fuente de incertidumbre. Su estilo confrontativo, que en campaña fue un sello de autenticidad, hoy se percibe como signo de desequilibrio. “Está enojado y cansado”, repiten sus allegados, como si la fatiga pudiera justificar la descomposición política que atraviesa su administración. Pero la realidad es más compleja: el intento de manipular la manera en que se mostrarán los resultados de la elección y el desorden de la mesa política libertaria exponen un gobierno sin brújula, atrapado entre la improvisación y el desgaste.
El contraste con la oposición peronista es evidente. Mientras el oficialismo se enreda en sus propias internas, los referentes de Fuerza Patria, Jorge Taiana y Juan Grabois, optaron por bajar el perfil tras algunos tropiezos mediáticos. Es la misma estrategia que ahora evalúan los libertarios: callar, esconder, resistir el temporal sin más daño. La diferencia es que en el caso del presidente, el silencio no parece una táctica calculada, sino una necesidad.
El cierre de campaña de Milei promete ser el más atípico de la historia reciente: un mandatario escondido, una hermana que intenta contenerlo y un gobierno que no logra encontrar el equilibrio entre la exposición y el colapso. Si la apuesta de “guardarlo” resulta efectiva, se sabrá el domingo. Si no, habrá sido el último intento desesperado de una administración que llega exhausta, sin discurso, sin épica y, sobre todo, sin dirección.
Fuente: La Política Online, 19 de octubre de 2025. https://www.lapoliticaonline.com/politica/el-gobierno-no-quiere-que-milei-vaya-a-la-television-la-semana-previa-a-la-eleccion
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