El gobierno de Javier Milei acaba de sufrir una baja política de enorme peso simbólico y estratégico. A apenas 48 horas de las elecciones nacionales, el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, presentó su renuncia. La noticia fue confirmada por el canal C5N y, según trascendió, se hará efectiva el lunes posterior a los comicios. El momento elegido no podría ser más delicado: el gobierno entra en la recta final hacia una votación decisiva con el gabinete resquebrajado y el desconcierto creciendo en sus propias filas.
La salida de Cúneo Libarona no es un episodio aislado. Es el síntoma visible de una administración que, en menos de dos años, ya acumula más renuncias, polémicas y contradicciones que logros concretos. Su figura, desde el inicio, condensó la doble cara del “modelo libertario”: la promesa de un orden jurídico nuevo y el caos moral de un gabinete donde los límites éticos son difusos. Durante su gestión, el ministro quedó envuelto en múltiples controversias —acusaciones por conflictos de intereses, denuncias de amiguismo, vínculos empresariales opacos y hasta rumores de negociaciones paralelas con sectores judiciales—. Todo eso fue erosionando su autoridad hasta volverla insostenible.
En la Casa Rosada, nadie se atreve a decirlo abiertamente, pero puertas adentro la lectura es clara: Cúneo Libarona no renuncia por motivos personales sino políticos. Su nombre quedó asociado al deterioro del frente judicial del gobierno, un área clave para blindar al Presidente y su entorno en medio de las investigaciones abiertas por la causa $Libra, las denuncias de espionaje y los conflictos con el Poder Judicial. Según trascendió, el exministro podría convertirse en abogado defensor del propio Milei en el expediente sobre criptoactivos, un gesto que desdibuja aún más la frontera entre Estado y negocios personales.
El gobierno intenta transmitir normalidad, pero los hechos se le escapan. Cada día se multiplica el ruido: la crisis con el ministro de Economía Luis Caputo por la falta de dólares, los roces entre Patricia Bullrich y Karina Milei, las denuncias de corrupción en torno a funcionarios designados sin título universitario, y ahora la caída del ministro de Justicia. Si el Ejecutivo fuera un barco, la imagen sería inevitable: el Titanic antes del iceberg, con los músicos aún tocando mientras los funcionarios se apuran a buscar su propio bote salvavidas.
La renuncia de Cúneo Libarona también golpea de lleno en la narrativa libertaria. Javier Milei llegó al poder prometiendo un gobierno “técnico, honesto y sin privilegios”. Hoy, esa retórica se estrella contra la realidad de un gabinete en fuga, plagado de figuras que abandonan el barco antes de asumir costos políticos. Su salida no sólo desarma el relato de la eficiencia, sino que instala la idea de un gobierno sin rumbo, donde nadie parece dispuesto a quedarse a apagar el incendio.
A dos días de la elección, el impacto es inmediato: la oposición lo lee como un signo de debilidad terminal; los mercados, como una señal de incertidumbre institucional; y los aliados, como la antesala de un reacomodamiento interno que podría incluir más cambios ministeriales. En los pasillos oficiales ya se menciona al intendente de General Pueyrredón, Guillermo Montenegro, como posible reemplazo. Su eventual llegada marcaría un giro hacia un perfil más político y menos mediático, aunque nada parece firme en un gobierno donde todo se decide de forma impulsiva.
El propio Milei, hasta el momento, se mantiene en silencio. Pero su estilo es conocido: cuando la presión sube, busca culpables afuera. No sería extraño que en los próximos días intente transformar esta renuncia en una demostración de autoridad, acusando al “régimen” o a los “medios corruptos” de haber desgastado a su ministro. Sin embargo, detrás del show comunicacional, lo que se percibe es otra cosa: fracturas internas, desconfianza y un gabinete que se descompone antes de consolidarse.
Mariano Cúneo Libarona fue una pieza clave del círculo de poder de Milei. No sólo por su cargo formal, sino por su rol de articulador con la justicia federal, un territorio donde el gobierno libertario nunca logró hacerse fuerte. Su salida deja un vacío político que nadie parece listo para ocupar. En términos simbólicos, representa el final de una etapa: la del “libertarismo jurídico” que prometía desmantelar el sistema judicial kirchnerista y terminó naufragando en sus propias contradicciones.
El gobierno llega así a las urnas con una imagen de fractura y desorientación. La sensación generalizada, incluso entre sectores que lo apoyaron, es que el experimento libertario comenzó a implosionar desde adentro. Lo que debía ser una revolución institucional se transformó en un laboratorio improvisado, donde cada ministro compite por sobrevivir y cada decisión parece dictada por la urgencia o el capricho presidencial.
La pregunta que queda flotando es si esta renuncia será apenas un episodio más en la larga lista de crisis ministeriales, o el inicio de un efecto dominó que acelere el desgaste del gobierno. En cualquier caso, el mensaje político ya está claro: a 48 horas de una elección crucial, Javier Milei enfrenta su propio naufragio. Y aunque todavía suene la música de campaña, varios ya están buscando la salida más cercana.
Fuentes:
C5N – “Más cambios en el gabinete: Mariano Cúneo Libarona deja el Ministerio de Justicia después de las elecciones”
https://www.c5n.com/politica/mas-cambios-el-gabinete-mariano-cuneo-libarona-deja-el-ministerio-justicia-despues-las-elecciones-n218498
Diagonales – “Cúneo Libarona podría renunciar al Ministerio de Justicia para convertirse en el abogado de Milei”
https://www.diagonales.com/nacion/cuneo-libarona-podria-renunciar-al-ministerio-de-justicia-para-convertirse-en-el-abogado-de-milei_a67b72479c23de5695016d303
La Política Online – “Mencionan a Guillermo Montenegro como reemplazante de Cúneo Libarona en Justicia”
https://www.lapoliticaonline.com/politica/mencionan-a-guillermo-montenegro-como-reemplazante-de-cuneo-libarona-en-justicia



















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