El diario financiero más influyente de Estados Unidos publicó un editorial en el que advierte que el respaldo de Donald Trump al gobierno argentino “será tirar dólares a la basura” si Javier Milei no avanza hacia la dolarización. Mientras tanto, el ministro Luis Caputo insiste en que “EE.UU. no pedirá nada a cambio”, aunque el control de la política monetaria ya parece estar en manos del Tesoro norteamericano.
La disputa por el modelo económico argentino dejó de ser una cuestión interna. Con un gobierno que se define “libertario”, pero que depende de la ayuda de Washington para sostener su esquema de ajuste, las decisiones de soberanía nacional se diluyen entre los intereses del mercado financiero y la presión ideológica de los Estados Unidos.
La advertencia llegó sin rodeos. El diario financiero más poderoso del planeta, The Wall Street Journal, publicó una dura editorial en la que calificó el respaldo del expresidente Donald Trump al gobierno de Javier Milei como “estratégicamente importante”, pero advirtió que será “un desperdicio” si la Argentina no adopta el dólar como moneda oficial. “La dolarización es la alternativa política correcta y, ahora, esencial”, sentenció el texto, dejando en claro que para Wall Street, el futuro del país depende de su sometimiento total a la divisa norteamericana.
El pronunciamiento del WSJ se conoció apenas horas después de que Luis Caputo, ministro de Economía, apareciera en televisión asegurando que el acuerdo con Estados Unidos no implicaría ni dolarización ni devaluación. El exfuncionario del macrismo intentó mostrarse firme, aunque en su discurso dejó abierta la puerta: “No estoy conceptualmente en contra de la dolarización. Puede ser una alternativa, pero hoy no tenemos los dólares suficientes para que sea exitosa”. La frase, casi un eufemismo, revela la contradicción central de la gestión Milei-Caputo: mientras niegan la cesión de soberanía, ya entregaron la conducción monetaria a manos extranjeras.
La editorial del Wall Street Journal, titulada “Argentina: país correcto, rescate equivocado”, no disimula su visión ideológica. Aplaude lo que llama “las valientes reformas” de Milei, a las que atribuye haber puesto fin a “la guerra peronista contra los negocios”. Pero, al mismo tiempo, advierte que sin confianza en “el dinero argentino”, las reformas fracasarán, y esa confianza, asegura, nunca podrá reconstruirse mientras el peso siga existiendo. Es decir: el corazón de la economía nacional debe ser extirpado para tranquilizar a los especuladores.
El planteo no sorprende. Desde el inicio de su gestión, el presidente Milei ha cultivado una relación de sumisión intelectual con los dogmas del neoliberalismo más extremo. En ese marco, la intervención del Tesoro norteamericano, encabezado por Scott Bessent, en el mercado financiero argentino no fue presentada como una injerencia sino como un “respaldo”. Caputo lo definió como “la noticia económica más importante desde que tengo uso de razón” y aseguró que “va en favor de los argentinos”. Lo que no aclaró es que ese “respaldo” implica una cesión de control directo sobre la política cambiaria, una práctica que en otros tiempos habría sido denunciada como una pérdida brutal de soberanía.
Bessent, exgestor de fondos de alto riesgo y actual funcionario del Tesoro estadounidense, aparece en esta trama como el verdadero arquitecto del rescate financiero. Su rol, según el Wall Street Journal, es “restaurar la confianza” que el equipo de Caputo ya perdió. No se trata solo de dólares, sino de quién toma las decisiones sobre el rumbo de la economía argentina. Para el diario neoyorquino, Bessent “desperdiciará activos en dólares si no presiona a Milei para que restaure el dinero sólido con la dolarización”. Traducido: la ayuda estadounidense solo tiene sentido si el gobierno argentino entrega su moneda, su política monetaria y, en última instancia, su autonomía.
Mientras tanto, Caputo intenta sostener un relato de independencia. En televisión, negó que la asistencia norteamericana implique condicionalidades y aseguró que “Estados Unidos no nos va a pedir algo que no beneficie a los argentinos”. La frase recuerda a otras épocas, cuando los funcionarios prometían que el Fondo Monetario Internacional no impondría ajustes, hasta que la realidad los desmentía una y otra vez. Caputo incluso calificó de “disparate” la idea de que la intervención norteamericana signifique pérdida de soberanía, aunque los hechos hablen por sí solos: el Tesoro de EE.UU. opera directamente en la plaza bursátil y cambiaria local, desplazando al Banco Central argentino de su rol central.
El Wall Street Journal, fiel a su dogma, reduce el problema argentino a una cuestión de “confianza en la moneda”. Desde su óptica, la crisis no proviene de la desindustrialización, la desigualdad o el endeudamiento externo, sino de la supuesta “ineficiencia” del peso. Pero detrás de ese argumento técnico se esconde una verdad política: lo que se busca no es estabilizar la economía argentina, sino subordinarla al sistema financiero global controlado desde Nueva York y Washington.
Resulta sintomático que el diario elogie las políticas de ajuste brutal implementadas por Milei, celebrando el “fin del déficit” y el “orden fiscal”, pero sin mencionar el costo social de esas medidas: despidos masivos, caída del consumo, destrucción del tejido productivo y un empobrecimiento generalizado que ya comienza a reflejarse en las estadísticas. El equilibrio monetario que reclaman no es otra cosa que un país sin industria, sin empleo y sin soberanía económica.
La nota también deja al descubierto el temor del establishment financiero ante las próximas elecciones legislativas. “A los inversores les preocupa que los partidos de la oposición obtengan una gran victoria en las elecciones de este mes”, advierte el WSJ, señalando que “el mandato de Milei no termina hasta 2027, pero el temor es que sea castrado antes de esa fecha”. En otras palabras, el gran capital teme que la democracia ponga freno al proyecto de entrega total que hoy impulsa el gobierno.
Este clima de inestabilidad política se combina con la dependencia financiera externa. Mientras el oficialismo celebra un acuerdo con Estados Unidos que nadie conoce en detalle, el país se hunde cada vez más en la lógica del tutelaje. Caputo lo dice sin rubor: “El Tesoro norteamericano no compra pesos pensando que es una mala inversión. Bessent es un especialista. Cree que esto le conviene como negocio”. Una frase que, leída con atención, revela el verdadero espíritu de la alianza: no se trata de cooperación, sino de rentabilidad.
En ese contexto, hablar de “ayuda” o “inversión” resulta una falacia. El rescate norteamericano no está destinado a mejorar la vida de los argentinos, sino a garantizar que los capitales especulativos puedan seguir operando sin sobresaltos. El propio WSJ lo admite cuando plantea que el acuerdo “tiene la intención de mostrar a los especuladores que Argentina tiene municiones para detener otra corrida”. El objetivo no es estabilizar el país, sino proteger los intereses de los grandes fondos de inversión.
El discurso oficial insiste en que “no se pedirá nada a cambio”. Pero la realidad demuestra lo contrario: ya se pidió todo. Se pidió la renuncia a la soberanía monetaria, la continuidad del ajuste fiscal, la apertura indiscriminada de la economía y la subordinación política a Washington. Milei y Caputo se jactan de ser “pro mercado”, pero en los hechos lo que practican es un proconsulado económico donde el mercado decide y la política obedece.
La ofensiva de Wall Street es una señal clara de lo que viene. Tras el 26 de octubre, cuando se conozcan los resultados electorales, el gobierno enfrentará una presión creciente para avanzar en la dolarización. Si Milei cede, consumará una de las mayores entregas económicas de la historia argentina. Si resiste, perderá el respaldo de quienes hoy sostienen artificialmente su programa. En ambos casos, la sociedad argentina será la que pague el costo de una política que convirtió la independencia económica en un recuerdo del pasado.
Fuente:
.https://www.pagina12.com.ar/865570-wall-st-pide-dolarizar-caputo-responde-no-por-ahora






















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