El negacionismo ya no es marginal: se convirtió en política de Estado. En menos de tres semanas, La Libertad Avanza protagonizó dos actos en la Legislatura porteña para rendir homenaje a represores y golpistas, intentando naturalizar en democracia la reivindicación de quienes encabezaron el terrorismo de Estado en Argentina.
El último episodio ocurrió este miércoles, cuando la diputada libertaria Lucía Montenegro organizó un acto para homenajear a partícipes del Operativo Independencia, el inicio de lo que luego sería el genocidio desplegado tras el golpe del 24 de marzo de 1976. Entre los presentes había abogados defensores de represores, civiles que reivindican la dictadura y familiares de militares acusados por crímenes de lesa humanidad. Durante la actividad, además, se cuestionaron los juicios a genocidas y se aplaudió a quienes atacan a los magistrados que los sostienen.
Entre las invitadas estuvo Asunción Benedit, viuda de un capitán que participó en la represión en Tucumán y quien se autodefine como “presidenta de la Unión de Promociones Delegación Bariloche”. No dudó en presentar el encuentro como un homenaje a “los caídos en la guerra antisubversiva”, reeditando el relato con el que la dictadura justificó secuestros, torturas, desapariciones y asesinatos.
La reacción no se hizo esperar. Legisladores y legisladoras de Unión por la Patria y del Frente de Izquierda se levantaron para repudiar el homenaje. Margarita Cruz, sobreviviente del Operativo Independencia, estuvo presente y fue respaldada por trabajadoras y trabajadores de ATE-Legislatura. Andrea D’Atri, referente de la izquierda, publicó: “Como a los nazis, les va a pasar: a dónde vayan los iremos a buscar”. En la misma línea, Andrés La Blunda expresó su rechazo a la presencia de represores en “la casa de la democracia porteña”, mientras Gabriel Solano denunció que “lo hacen a escondidas, lo anuncian a último momento y sólo buscan la foto para las redes porque temen al repudio social”.
Las voces de familiares de desaparecidos también se hicieron sentir. Alejandrina Barry, integrante del CeProDH, recordó: “Los milicos no fueron héroes, fueron torturadores y asesinos. Donde están los desaparecidos, donde están los nietos secuestrados”.
No es un hecho aislado. Apenas el 21 de agosto, la diputada libertaria Rebeca Fleitas organizó un acto similar en el Salón Dorado de la Legislatura. Allí se destacó la presencia de José D’Angelo, un militar retirado que participó del levantamiento carapintada contra Alfonsín y que hoy se dedica a publicar libros que niegan la dictadura y celebran los crímenes de lesa humanidad. Fleitas, conocida por su militancia negacionista, ya había llenado los pasillos legislativos con afiches pidiendo “Que vuelva el 2×1” y “Basta del curro de los DD.HH.”. Sus proyectos de ley, desde intentar eliminar el nombre de Rodolfo Walsh en el subte hasta instaurar un “día de las víctimas del terrorismo guerrillero”, dejan en claro que su agenda política busca borrar la memoria histórica.
Mientras tanto, el gobierno nacional de Javier Milei intenta instalar que estos hechos son parte del “debate democrático”. Pero la realidad es otra: cada homenaje a represores en instituciones públicas constituye una provocación directa a las víctimas y una amenaza a la memoria, la verdad y la justicia. El negacionismo, disfrazado de libertad de expresión, avanza como un discurso oficial que erosiona las bases de la democracia argentina.
Fuente:




















Deja una respuesta