En plena campaña rumbo a las elecciones provinciales, Diego Santilli intenta presentarse como “el candidato de la educación”. En sus recorridas por el conurbano bonaerense y en sus spots televisivos, repite que “sin educación no hay futuro”. Sin embargo, los hechos —y más concretamente las actas oficiales de la Cámara de Diputados de la Nación— lo contradicen de manera categórica.
Mientras promete fortalecer el sistema educativo, el propio Santilli votó en contra del financiamiento universitario en cuatro oportunidades distintas durante la sesión del 6 de agosto de 2025, además de oponerse previamente a la habilitación del tratamiento del tema el 2 de julio de 2025. Es decir, no sólo rechazó el aumento del presupuesto universitario, sino también el mero debate parlamentario para discutirlo.
Las actas no mienten
En el registro de votaciones nominales del Congreso, Santilli aparece votando “NEGATIVO” en las siguientes instancias vinculadas al expediente O.D. 924, correspondiente a la Ley de Financiamiento de la Educación Universitaria y recomposición del salario docente:
- Votación en general (6/8/2025): NEGATIVO
- Artículos 1 al 4: NEGATIVO
- Artículo 5: NEGATIVO
- Artículos 6 al 9: NEGATIVO
Y previamente, el 2/7/2025, también registró un voto NEGATIVO en la habilitación del tratamiento de los expedientes de financiamiento universitario.
Cinco votaciones, cuatro de ellas directas sobre la ley, todas en contra del financiamiento educativo.
Mientras tanto, en campaña, el dirigente del PRO busca capitalizar la crisis educativa bonaerense repitiendo un eslogan gastado: “La educación será el eje de mi gestión”. Pero la coherencia no se predica con palabras; se demuestra con votos.
Educación para pocos
Lo más grave es que Santilli no se trata de un diputado marginal o un recién llegado. Formó parte de los bloques que acompañaron el veto de Javier Milei a la Ley de Financiamiento Universitario, una norma que contaba con amplio respaldo del sistema científico y de las universidades nacionales. Ese veto —apoyado por Santilli— significó congelar el presupuesto universitario en niveles de 2023, con una inflación que supera el 200%.
La consecuencia directa de ese voto es la asfixia presupuestaria de las universidades nacionales: laboratorios paralizados, programas de becas recortados, salarios docentes pulverizados y universidades que debieron suspender actividades. En ese contexto, hablar de “educación como prioridad” resulta, cuando menos, una burla.
El discurso y la realidad
Santilli repite que “el futuro se construye con educación”, pero votó en contra de garantizar que ese futuro sea posible. No fue una distracción ni un error legislativo: fue una decisión política alineada con el ajuste educativo del gobierno de Javier Milei.
Su postura es coherente, pero con el desfinanciamiento. Defiende una idea de “educación” limitada al mercado laboral, funcional a la lógica del mérito individual y desconectada del derecho social a estudiar.
No sorprende, entonces, que Santilli haya acompañado también la privatización del sistema de formación docente y el recorte de programas de ciencia y tecnología. Su “defensa de la educación” parece resumirse en vaciar las universidades y culpar a los estudiantes de la crisis presupuestaria.
Los números hablan
Según datos del CIN (Consejo Interuniversitario Nacional), las universidades públicas argentinas recibieron en 2025 menos de la mitad de los recursos reales que en 2023. El ajuste fue avalado por los votos de los bloques aliados al oficialismo, entre ellos el de Santilli.
Mientras tanto, el candidato del PRO recorre escuelas prometiendo “más inversión y capacitación docente”. En otras palabras: promete exactamente lo que impidió con su voto.
La contradicción que no cierra
La política argentina atraviesa un momento en que los discursos de campaña ya no se contrastan con ideas, sino con registros públicos. Y las actas de votación del Congreso son el espejo más incómodo para los candidatos que predican una cosa y votan otra.
Santilli puede llenar sus spots de frases sobre el futuro, el esfuerzo y el mérito, pero su verdadero legado legislativo está escrito en las planillas digitales del Congreso: cuatro votos negativos al financiamiento universitario y uno más contra su tratamiento.
Habla de educación, pero legisla contra ella. Dice defender el futuro, pero vota para desfinanciarlo.
Y eso —más allá de cualquier campaña— es lo que queda en la historia parlamentaria.





















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