Después del escándalo por la frase de Donald Trump condicionando la ayuda de EE.UU. a que Milei gane las elecciones, Patricia Bullrich salió a “aclarar” que el expresidente en realidad no quiso decir eso. Pero una periodista de TN desmintió la versión oficial: la pregunta fue clara, sobre las elecciones de este 26 de octubre. El Gobierno intenta reescribir la historia en tiempo real.
El papelón diplomático de la semana tiene nombre propio: Patricia Bullrich.
La ministra de Seguridad y jefa política del gobierno libertario intentó apagar el incendio que dejó Donald Trump tras su reunión con Javier Milei en Washington. Pero en lugar de apagarlo, lo avivó.
Todo empezó cuando el magnate republicano, en su habitual estilo brutalmente honesto, declaró que “si Milei pierde, no vamos a ser tan generosos con Argentina”. La frase, reproducida por la prensa estadounidense y confirmada por Bloomberg, implicaba ni más ni menos que una condicionalidad política del apoyo norteamericano, algo que viola cualquier protocolo diplomático básico.
Sin embargo, apenas el escándalo estalló en redes, Bullrich salió con una explicación que solo podría haber nacido en la usina de damage control libertaria:
“Trump no quiso decir lo que dijo, nos lo aclaró en privado cuando se fue la prensa.”
Sí, así como suena. Según la ministra, el exmandatario más imprevisible del planeta aclaró —en confianza— que sus propias palabras no significaban lo que todos escuchamos. Una defensa que raya el absurdo y que, en lugar de aclarar, confirma que el gobierno argentino ya no sabe cómo justificar el costo político de su servilismo diplomático.
Pero la historia se pone aún más grotesca cuando una periodista de TN —sí, de TN— salió a desmentir la versión oficial.
En su propio posteo en X, explicó que la pregunta a Trump fue textual:
“Mi pregunta fue si la ayuda de EE.UU. depende de los resultados de las elecciones legislativas de este 26 de octubre.”
Es decir, Trump entendió perfectamente de qué elecciones se hablaba.
Y contestó, también perfectamente, que su “generosidad” dependería del resultado.
No hubo malentendido. No hubo “error de traducción”. Hubo, simplemente, un mensaje claro: el apoyo de Washington se compra con obediencia política.
Lo que vino después fue una campaña de “relectura creativa”. Desde cuentas libertarias hasta algunos medios oficialistas intentaron instalar que Trump hablaba de “las elecciones de 2027”, como si el expresidente norteamericano tuviera una bola de cristal electoral argentina o confundiera un calendario entero.
Mientras tanto, el daño diplomático ya estaba hecho.
La imagen de Milei y Trump, sonriendo con los pulgares arriba en la puerta de la Casa Blanca, se transformó en una postal incómoda.
En lugar de un triunfo internacional, el encuentro terminó exhibiendo al libertario como lo que es: un presidente condicionado, subordinado y dependiente de los humores de su padrino político extranjero.
Bullrich, que intentó sostener la ficción de que todo fue un “malentendido”, terminó evidenciando otra cosa: el gobierno libertario vive en una realidad paralela, donde los hechos se editan, las palabras se reinterpretan y la verdad se ajusta al relato del día.
Pero incluso entre los suyos, la versión de “Trump no quiso decir lo que dijo” provocó carcajadas y memes.
En definitiva, la gestión Milei acumula récords de improvisación: primero el papelón del Salón Oval (cancelado a último momento), después la frase diplomáticamente tóxica de Trump, y ahora una ministra que actúa como traductora emocional del trumpismo.
La diplomacia argentina, reducida a una sitcom de malos doblajes, nos deja una enseñanza:
cuando un gobierno basa su política exterior en selfies y obediencia, las palabras pesan.
Y cuando la ministra de Seguridad tiene que explicar lo que “Trump quiso decir”, es porque el papelón ya superó el límite del ridículo.





















Deja una respuesta