Redrado advierte que la ayuda de EE.UU. a Milei solo compra tiempo y no resuelve la crisis de dólares

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El expresidente del Banco Central, Martín Redrado, advirtió que la asistencia financiera de Estados Unidos no soluciona los problemas estructurales de la economía argentina y señaló que el gobierno de Javier Milei enfrenta un límite social cada vez más visible.

Mientras el oficialismo celebra el “respaldo” del Tesoro estadounidense y la supuesta estabilidad cambiaria hasta las elecciones, Redrado desnudó el costado más frágil del modelo libertario: la dependencia del financiamiento externo, la falta de dólares genuinos y la creciente exclusión social. El exfuncionario advierte que sin una estrategia de desarrollo productivo y un acuerdo político real, el país seguirá atado a parches financieros que solo prolongan la agonía económica.

Martín Redrado, expresidente del Banco Central y economista con trayectoria en organismos internacionales, encendió una nueva alarma sobre el rumbo económico del país. Lejos de compartir el optimismo oficial que rodea la reciente “asistencia” de Estados Unidos, Redrado fue categórico: el auxilio del Tesoro norteamericano no resuelve los problemas estructurales de la Argentina, apenas compra tiempo. “Es un puente, no una solución”, sintetizó, dejando al descubierto la fragilidad del esquema que Javier Milei intenta vender como un éxito de política exterior.

En una entrevista con Clarín, Redrado trazó un panorama de relativa estabilidad cambiaria hasta el 26 de octubre —fecha de las elecciones—, pero advirtió que después del voto comienza otra historia. Lo que se muestra como una “inyección de confianza” por parte de Washington es, en realidad, un salvataje de emergencia que oculta la imposibilidad del gobierno argentino de acceder al financiamiento genuino o generar divisas propias. “Si no empezás a generar dólares de exportación o inversión, lo de Bessent puede ser otro puente de seis meses como lo del FMI”, dijo, recordando los blanqueos y los préstamos temporarios que solo sirvieron para estirar la cuerda sin modificar la estructura productiva.

Redrado pone en evidencia un dato que el discurso oficial prefiere ocultar: Estados Unidos no actúa por altruismo, sino por geopolítica. En un contexto de tensión global con China, Washington busca recuperar influencia en América Latina mediante la billetera, del mismo modo que Beijing lo hizo durante los últimos quince años. “Estados Unidos se ha dado cuenta de que para no perder influencia en la región tiene que poner plata”, explicó el exfuncionario. Pero esa estrategia no implica un respaldo desinteresado a la gestión Milei; es apenas una maniobra dentro del tablero internacional, donde Argentina aparece como una pieza de cambio.

El economista fue aún más claro al describir la naturaleza de esta relación: “Desde Washington se van a generar mecanismos para el pago de la deuda argentina”. Es decir, la prioridad de la Casa Blanca no es el desarrollo del país ni la mejora de su tejido social, sino garantizar que la deuda se pague, cueste lo que cueste. Un mensaje que suena familiar para quienes vivieron las décadas de los ’90 y el posterior colapso de la convertibilidad.

El problema de fondo, según Redrado, no es solo financiero, sino político y social. El gobierno libertario sostiene un modelo económico que beneficia a unos pocos sectores —el campo, la energía, la minería y la inteligencia artificial— mientras deja afuera a la mitad de los argentinos. Esa exclusión, que se siente con más fuerza en los grandes centros urbanos, especialmente en el Conurbano bonaerense, es el verdadero límite del programa de Milei. “El incentivo para que el Gobierno acelere las correcciones pasa por la sustentabilidad social del programa económico”, advirtió Redrado. Dicho en otras palabras: el ajuste tiene un techo, y ese techo lo pone la gente.

La mirada del ex presidente del BCRA revela un punto ciego del oficialismo: la economía puede sostenerse transitoriamente con asistencia externa, pero sin legitimidad social y sin crecimiento productivo, el modelo se desmorona. La idea de que “los mercados confían en Milei” es, en el fondo, una ilusión sostenida por el endeudamiento y las señales temporarias de calma cambiaria. Pero como todo espejismo, se disipa apenas cambian las condiciones externas.

Redrado advierte que el verdadero desafío comenzará el 27 de octubre, cuando el gobierno deba sentarse a negociar con los gobernadores una agenda legislativa que dé viabilidad a las reformas. Lo dice sin rodeos: si el Presidente no logra construir consensos políticos y sociales, cualquier intento de cambio de régimen cambiario o reforma estructural fracasará. “La clave es acordar una agenda con gobernadores que tenga factibilidad de ejecución. Si el Presidente convoca a gobernadores no kirchneristas y genera una agenda tributaria, laboral y de infraestructura, recién ahí puede hablarse del nuevo tipo de cambio”, planteó.

Esa advertencia encierra una crítica más profunda: el problema de Argentina no es de tipo de cambio, sino de productividad. El modelo de Milei, centrado en la especulación financiera y en la desregulación a ultranza, deja de lado la necesidad de un sistema productivo diversificado y competitivo. Sin industria, sin crédito, sin inversión en innovación ni en desarrollo científico, la promesa de “libre flotación y reservas acumuladas” suena tan vacía como los discursos de campaña que prometían “terminar con la casta”.

El exfuncionario recordó su propia experiencia al frente del Banco Central para ilustrar los riesgos de la interferencia política sobre la credibilidad económica. “La interferencia de la política con el Banco Central lleva a una pérdida de confianza, y una vez que se pierde, es difícil restaurarla”, señaló, trazando un paralelismo entre los años kirchneristas y la actual relación de Milei con sus funcionarios económicos, sometidos a decisiones que responden más a la ideología que a la racionalidad técnica.

El mensaje final de Redrado es claro: la economía argentina no puede sostenerse con parches financieros ni con el favor de una potencia extranjera. El país necesita dólares genuinos, pero sobre todo, necesita políticas que generen trabajo, desarrollo y cohesión social. De lo contrario, la “asistencia” de Estados Unidos se convertirá en otro episodio de dependencia, similar a los préstamos del FMI que hipotecaron el futuro del país a cambio de una estabilidad tan efímera como ilusoria.

Detrás de cada anuncio de “respaldo internacional” se esconde una realidad incómoda: el gobierno de Javier Milei ha construido un modelo económico que concentra la riqueza, destruye la soberanía y posterga a las mayorías. Las cifras de pobreza, el cierre de empresas nacionales y la pérdida del poder adquisitivo son síntomas de un sistema que se sostiene sobre la promesa de un shock liberal que nunca llega. La llamada “tranquilidad” hasta las elecciones es apenas un suspiro antes del próximo ajuste.

Redrado, que conoce los engranajes del poder financiero internacional, lo sintetizó con precisión: la ayuda norteamericana “es solo un puente”. Pero la pregunta que queda flotando es inevitable: ¿qué hay del otro lado de ese puente? Si el país no genera divisas, si no reconstruye su tejido productivo y si sigue dependiendo de las decisiones de Washington, el destino será el mismo de siempre: más deuda, más desigualdad y menos soberanía.

Milei podrá presentarse como el “león” que conquista los mercados, pero detrás del relato se esconde un gobierno que entrega el control de la economía nacional a intereses extranjeros y deja a millones de argentinos librados a su suerte. Redrado, con su advertencia, no solo diagnostica una fragilidad económica: describe un proyecto político que amenaza con convertir al país en un laboratorio neoliberal sostenido por dólares ajenos y por una fe ciega en el mercado. Un experimento que, como tantos otros en la historia argentina, promete libertad mientras siembra dependencia.

Fuente:

.https://noticiasargentinas.com/economia/alerta-de-redrado—la-asistencia-de-ee-uu–es-solo-un-puente–no-soluciona-la-falta-de-dolares-_a68eb9253105ba45aff4d85e0

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