El uranio en bandeja: Milei entrega los recursos estratégicos de la Nación a Estados Unidos

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El memorándum que consagra la entrega del uranio argentino

El gobierno de Javier Milei avanza en silencio en una de las decisiones más graves de las últimas décadas: entregar el control del uranio argentino a Estados Unidos, consolidando un esquema de dependencia energética y tecnológica que pone en riesgo la soberanía nacional.

Según advirtió la periodista Rosalía Costantino, columnista de economía en C5N y Radio 10, el presidente negocia con Washington la exportación de uranio en bruto, mientras simultáneamente firma acuerdos diplomáticos que garantizan a las empresas estadounidenses prioridad sobre los recursos minerales críticos.

“Milei negocia con EE.UU. la exportación de uranio bruto para que ellos lo utilicen en el proceso nuclear y aumenten la generación de energía necesaria para sostener el desarrollo de la inteligencia artificial. Nosotros, con nuestro propio uranio, en lugar de exportar valor agregado, lo entregamos en bandeja para que otros lo exploten y hagan desarrollo con nuestro recurso”, denunció Costantino.


El documento que confirma la entrega

Las palabras de la periodista están respaldadas por un documento oficial: el Memorándum de Entendimiento entre el Ministerio de Relaciones Exteriores argentino y el Departamento de Estado de los Estados Unidos, firmado en materia de “cooperación para el fortalecimiento de la gobernanza, la inversión y la seguridad de las cadenas de suministro del sector de recursos minerales críticos”.

Este texto, que no fue difundido masivamente por la Cancillería, establece compromisos de cooperación que, en la práctica, otorgan a Estados Unidos información privilegiada sobre los recursos estratégicos argentinos, incluyendo el uranio, el litio y las tierras raras.

El acuerdo expresa que ambos países buscan “fortalecer la gobernanza y la inversión en el sector de los recursos minerales críticos en la República Argentina”, lo que a primera vista suena como una alianza de desarrollo.
Sin embargo, el punto 4 del memorándum revela la verdadera dimensión del compromiso asumido:

“En aras de la cooperación descripta en esta sección, el Gobierno Nacional de la República Argentina tiene la intención de proveer información a los Estados Unidos de América respecto de potenciales licitaciones y proyectos en la República Argentina tan pronto como dicha información se encuentre disponible.
El Gobierno Nacional de la República Argentina hará todo lo que se encuentre a su alcance para alentar a los gobiernos subnacionales a proporcionar esta información lo antes posible, para garantizar que las empresas con sede en los Estados Unidos de América y los socios de la Asociación para la Seguridad de los Minerales tengan suficiente tiempo para participar.

Es decir: la Argentina se compromete a avisar anticipadamente a Estados Unidos sobre todas las licitaciones mineras.
Una cláusula que, en términos prácticos, significa entregar ventajas competitivas y acceso anticipado a información estratégica, rompiendo el principio de igualdad de condiciones en cualquier licitación pública.

O, en términos más claros: Estados Unidos sabrá antes que nadie qué, cuándo y dónde se abrirán las licitaciones del uranio argentino.




Un modelo colonial disfrazado de cooperación

El memorándum —que se presenta como un simple acuerdo de cooperación técnica— marca un retroceso histórico.
En lugar de fortalecer el desarrollo nacional, institucionaliza una relación de subordinación, donde Argentina asume el papel de proveedor de materias primas, mientras Estados Unidos concentra la producción de valor agregado y el desarrollo tecnológico.

La propia letra del documento lo confirma: reconoce “la importancia de las cadenas de suministro de minerales críticos con respecto al apoyo a la exploración, la extracción, el procesamiento y la recuperación”; pero en ningún momento menciona transferencia tecnológica, inversiones en industrialización local o participación de universidades y organismos científicos argentinos como la CNEA o el INVAP.

En otras palabras, se habilita la explotación y exportación de uranio y litio crudos, mientras se desmantela la posibilidad de desarrollar industria nuclear nacional, un campo en el que Argentina fue pionera en América Latina.



YPF, Chubut y Reidel: la pieza que completa el rompecabezas

En julio, YPF —junto con la provincia de Chubut y la empresa norteamericana Reidel— anunció un convenio para explorar y explotar uranio en la Patagonia.
El acuerdo, presentado como un avance en “energía limpia”, incluye un dato crucial: “el excedente será exportado”.

Es decir, mientras el país sufre déficit energético y parálisis en la investigación científica, el gobierno impulsa exportaciones de uranio sin procesar, garantizando ganancias a corporaciones extranjeras y relegando al Estado argentino al papel de mero intermediario.



El vínculo con la inteligencia artificial y la geopolítica global

El interés de Estados Unidos por el uranio argentino no se limita al sector energético.
Como señaló Costantino, el uranio es clave para sostener el consumo eléctrico que requiere el desarrollo de la inteligencia artificial (IA).
Los gigantes tecnológicos norteamericanos, como Google, Microsoft y OpenAI, necesitan reactores nucleares para alimentar sus centros de datos, lo que ha reactivado la demanda mundial de uranio.

Argentina, con su reserva estimada en más de 30.000 toneladas de uranio recuperable, se convierte en un objetivo estratégico.
Y Milei, al firmar este memorándum, entrega ese poder de decisión a Washington, renunciando a cualquier plan nacional de aprovechamiento soberano de ese recurso.


De la soberanía científica al extractivismo servil

Durante décadas, el Programa Nuclear Argentino fue un emblema de independencia tecnológica y desarrollo científico.
Desde los años 50, el país construyó reactores, formó científicos de excelencia y exportó tecnología a países como Egipto y Australia. Hoy, ese legado está siendo desmantelado en nombre del “mercado libre”, una ideología que sirve de coartada para una nueva forma de colonización: la tecnológica.

La firma de este memorándum con Estados Unidos marca un punto de inflexión. No solo porque entrega información estratégica sobre los recursos del país, sino porque subordina la política energética nacional a los intereses de una potencia extranjera.


El memorándum de la entrega

El documento oficial es claro: Argentina se compromete a garantizarle a Estados Unidos prioridad informativa sobre sus recursos minerales críticos. En paralelo, el gobierno de Milei impulsa acuerdos para exportar uranio en bruto, debilitando el sistema científico y desfinanciando los organismos que podrían desarrollar tecnología propia.

La combinación de ambos movimientos constituye una entrega planificada de la soberanía energética nacional. En nombre de la “cooperación” y la “inversión”, Milei convierte al país en colonia extractiva y al Estado argentino en gestor de intereses ajenos.

El uranio, motor de la independencia científica argentina, vuelve a ser botín de las potencias. Y esta vez, la entrega lleva firma y sello oficial.

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