El Premio Nobel de economia destruyó a Milei: “Abolir el Estado no funciona, solo empodera a los poderosos”

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Simon Johnson, premio Nobel de Economía 2024, cuestionó el credo libertario del presidente argentino y advirtió que un Estado débil no trae más libertad, sino que entrega el poder a corporaciones y multimillonarios.

La Argentina atraviesa uno de los momentos más convulsos de su historia reciente. Con un presidente que se define como “anarcocapitalista” y que empuña una motosierra como símbolo de gestión, el debate sobre el rol del Estado se ha convertido en una batalla ideológica de alcance global. En este contexto, la voz de Simon Johnson, economista del MIT y premio Nobel de Economía en 2024, irrumpe con fuerza. Sus palabras no solo cuestionan la viabilidad del experimento libertario de Javier Milei, sino que ponen en evidencia el riesgo de entregar la vida pública a intereses privados.

En una entrevista con La Nación, Johnson fue categórico: “Abolir el Estado realmente no funciona, porque el Estado siempre estará ahí. La pregunta es qué tipo de Estado, quién lo controla, cuáles son sus prioridades y cómo está organizado”. En pocas frases, desarmó la narrativa de Milei que promete un país próspero sin intervención estatal, pero que en los hechos avanza hacia la concentración del poder en pocas manos.

Milei ha repetido hasta el cansancio que el Estado es “una organización criminal” y que la libertad solo puede florecer cuando desaparezca. Sin embargo, Johnson plantea una evidencia histórica innegable: allí donde los gobiernos se retiran, surgen actores privados que llenan el vacío, y lo hacen en su propio beneficio. “Si no hay Estado, y el Estado es muy débil, entonces lo que sucede es que algunos individuos poderosos, digamos élites privadas, emergen y se encargan de manejar las cosas en su propio interés, y eso no necesariamente es un mejor resultado”, afirmó. Lejos de la utopía libertaria, lo que queda es la plutocracia: magnates y corporaciones dictando las reglas del juego. Y la Argentina de Milei, con Elon Musk alzando una motosierra junto al presidente en Washington, parece caminar hacia ese escenario.

El Nobel recordó que Argentina fue, hacia 1900, uno de los países más ricos del mundo, con instituciones relativamente sólidas para la época. Pero la combinación de populismo, crisis recurrentes y deterioro institucional terminó erosionando aquel potencial. Johnson no esquivó la crítica a las políticas populistas, pero tampoco cayó en el simplismo de que la solución sea dinamitarlo todo. Su propuesta es otra: encontrar un equilibrio entre un Estado sobredimensionado y uno desmantelado. Lo sintetizó con claridad: “Un Estado demasiado débil es tan peligroso como un Estado demasiado poderoso”. Ese “punto medio”, inspirado en el libro El pasillo estrecho de Acemoglu y Robinson, es el verdadero desafío institucional que Argentina nunca logró consolidar. Y que hoy se ve amenazado por una ideología que no busca corregir defectos, sino arrasar con la estructura misma de lo público.

Johnson también trazó paralelismos entre Milei y Donald Trump, aunque con matices. “El presidente argentino ha aparecido en Estados Unidos como alguien similar a Trump”, señaló. Pero aclaró que no es fanático de las políticas del magnate norteamericano, y mucho menos del estilo Musk, a quien acusó de “teatro político”. Las puestas en escena de Musk con la motosierra, emuladas por Milei en cada acto, fueron desnudadas por el Nobel: “El problema con esta visión de abolir el Estado es exactamente lo que ves con el enfoque de Elon Musk en Estados Unidos. En su retórica, era hacer que el gobierno fuera más pequeño, pero si uno mira todas las cosas que se dañaron y tendrán que ser reconstruidas, el enfoque de Musk probablemente no reducirá el gobierno en absoluto. Fue un ejercicio de teatro político”.

Johnson expone así lo que muchos analistas denuncian: que la motosierra de Milei es más un espectáculo mediático que un plan coherente de transformación. Un show para redes sociales y foros internacionales, mientras el país sufre el costo real del ajuste, la caída del consumo y la parálisis de sectores estratégicos como la ciencia y la educación. El planteo de Johnson desmonta una de las mayores falacias del mileísmo. El libertarismo se presenta como un proyecto emancipador, una ruptura con la “casta política”. Pero al reducir al mínimo la capacidad del Estado, lo que realmente hace es entregar el control a grupos privados que no responden a ningún mandato democrático. Es, en esencia, la sustitución de un Estado con legitimidad electoral —con todos sus problemas de burocracia y corrupción— por una oligarquía empresarial sin contrapesos. Y eso, advierte Johnson, no solo no garantiza más libertad, sino que profundiza las desigualdades y destruye la cohesión social. La motosierra, en ese sentido, no es un instrumento de libertad, sino de concentración del poder económico. Y la Argentina ya tiene una larga historia de concentración en pocas manos, desde la oligarquía terrateniente hasta los monopolios actuales.

Que un Nobel de Economía ponga en duda las ideas centrales de Milei no es un dato menor. El presidente argentino ha intentado legitimarse en el escenario internacional presentándose como el paladín del libre mercado y la lucha contra el “estatismo”. Pero Johnson, desde la autoridad académica y con respaldo de la historia institucional comparada, advierte que el camino que propone Milei no lleva a la libertad, sino al dominio privado. En otras palabras: Milei repite con la motosierra lo que Musk hace con sus declaraciones incendiarias. Mucho ruido, poco sustento. Y en el medio, los pueblos pagan la factura.

El análisis de Johnson llega en un momento en que la Argentina enfrenta un dilema crucial. Tras décadas de inflación, endeudamiento y crisis políticas, existe consenso en la necesidad de reformas profundas. Pero la pregunta es cómo hacerlas. El Nobel propone un “punto medio” entre un Estado que ahogue la iniciativa privada y uno tan débil que sea irrelevante. Milei, en cambio, plantea dinamitar el Estado, recortar derechos y entregar servicios esenciales al mercado. La diferencia es sustancial: mientras uno apuesta a instituciones sólidas que equilibren poder público y privado, el otro convierte la motosierra en un símbolo de demolición institucional.

La voz de Simon Johnson es, en definitiva, una advertencia que trasciende la coyuntura argentina. Allí donde se debilitan los Estados, los que emergen no son ciudadanos libres, sino corporaciones sin control. Allí donde se reemplaza la política por el mercado absoluto, lo que florece no es la igualdad de oportunidades, sino la ley del más fuerte. Milei puede seguir blandiendo su motosierra y gritando consignas en foros internacionales. Pero mientras tanto, los datos de la realidad, la historia de las instituciones y las advertencias de la academia señalan lo contrario: sin un Estado sólido, Argentina no encontrará la libertad, sino un futuro cada vez más desigual, gobernado por los poderosos de siempre.

Fuente:

  • https://www.lanacion.com.ar/economia/simon-johnson-si-no-hay-estado-emergen-individuos-poderosos-y-se-encargan-de-manejar-las-cosas-en-su-nid28082025/

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