Caso $LIBRA: Un «error» de la Fiscalía argentina al enviar los datos a Interpol favoreció a los socios de Milei

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Un error de la Fiscalía argentina al enviar datos incompletos a Interpol retrasó la pesquisa sobre el escándalo de la “memecoin” $LIBRA. La trama no solo compromete a empresarios extranjeros, sino también al propio presidente Javier Milei y a su círculo más íntimo.

El caso $LIBRA ya se convirtió en un emblema del desorden, la improvisación y la opacidad que caracterizan al gobierno de Javier Milei. Lo que comenzó como una jugada con apariencia de innovación tecnológica terminó por destaparse como una operación plagada de irregularidades, protagonizada por figuras clave del oficialismo y empresarios cuyo rol aún está lejos de ser aclarado. La investigación judicial avanza a los tumbos, con retrasos tan groseros como el envío de datos incompletos a Interpol, un “error” que terminó beneficiando, al menos temporalmente, a los sospechosos.

El centro de la polémica es Julian Peh, nombre con el que se presenta en Occidente el titular de KIP Protocol, la empresa que estuvo detrás del lanzamiento de la fallida criptomoneda $LIBRA. Peh, cuyo verdadero nombre es Bai Qihao —白启豪 en su versión tradicional en chino—, es ciudadano de Singapur y mantiene un perfil académico que incluye estudios de posgrado en Carnegie Mellon University y publicaciones científicas. Nada de eso fue tenido en cuenta por la Fiscalía argentina cuando pidió colaboración internacional: envió el pedido de información a Interpol solo con el alias occidental, dejando fuera el nombre real del empresario. El resultado fue previsible: la delegación de Interpol en Singapur respondió que no existía registro alguno de un “Julian Peh”.

El fiscal Eduardo Taiano, a cargo de la causa, quedó así expuesto en su incapacidad para avanzar de manera seria y consistente sobre un expediente que ya arrastra sospechas de encubrimiento. La omisión en la información remitida no solo dilató la pesquisa, sino que sembró un manto de dudas sobre la voluntad real de llegar hasta el fondo de este escándalo. En paralelo, la embajada de Singapur en la Argentina nunca respondió a las solicitudes de cooperación, lo que dejó la investigación en un limbo aún más prolongado.

El traspié cobra mayor relevancia cuando se recuerda que el propio presidente Milei se fotografió sonriente junto a “Julian Peh” durante el Tech Forum del 19 de octubre, compartiendo luego la selfie en redes sociales. Esa postal de camaradería hoy se transforma en un testimonio incómodo, un recordatorio de la ligereza con la que el mandatario se mueve en un terreno cargado de intereses económicos y financieros de dudosa procedencia.

El relato de Peh al New York Times añadió aún más capítulos oscuros a la trama. Reconoció que fue contactado por Mauricio Novelli, operador clave en el entorno libertario, apenas un día antes del lanzamiento de $LIBRA. Novelli le informó que el criptoactivo sería impulsado por Hayden Mark Davis y le propuso que KIP Protocol colaborara para distribuir fondos entre empresas. Peh aceptó, aun cuando reconoció que no era su área de experticia. Lo más inquietante es que luego admitió haber recibido de Novelli un texto redactado en inglés y español para que la empresa publicara en X en respaldo del token. Esa instrucción contradice de lleno la versión de Novelli y de Manuel Terrones Godoy, quienes insisten en que solo fueron nexos con empresarios, sin involucrarse en las operaciones.

La reacción de Milei y su gobierno fue tan rápida como desesperada. El Presidente borró en cuestión de minutos su tuit inicial promocionando la supuesta innovación y se despegó del proyecto, mientras la Oficina del Presidente emitía un comunicado donde se descargaba toda la responsabilidad sobre KIP Protocol y sus socios. Sin embargo, las pruebas demuestran que Hayden Mark Davis había ingresado a la Casa Rosada meses antes de que Peh conociera a Milei, y que el vínculo no era casual ni pasajero. El propio Davis, antes de desaparecer del foco público, sostuvo que Peh era “completamente inocente” y que fueron los socios de Milei quienes intentaron convertirlo en chivo expiatorio.

Este entramado desnuda la torpeza con la que se manejó la investigación desde el inicio y la impunidad con la que se mueven los protagonistas políticos. Que la Fiscalía haya remitido a Interpol información incompleta no puede interpretarse como un simple descuido burocrático: se trata de un hecho que posterga cualquier posibilidad de esclarecer un fraude que involucra directamente al Presidente de la Nación y a su círculo más íntimo. ¿Ignorancia o estrategia? Esa es la pregunta que sobrevuela el expediente y que expone la fragilidad del sistema judicial argentino frente al poder político.

Más allá del cruce de versiones, lo cierto es que el caso $LIBRA retrata la esencia del gobierno libertario: improvisación disfrazada de modernidad, negocios oscuros envueltos en un ropaje de innovación tecnológica y un discurso de transparencia que se estrella contra la realidad de operaciones opacas y relaciones peligrosas. La “memecoin” no solo se desplomó en cuestión de horas, arrastrando a inversores incautos y dejando un tendal de sospechas, sino que además abrió una grieta en la narrativa oficial de un Milei ajeno a los negocios que se mueven en su entorno.

Mientras la justicia argentina busca ahora corregir su propio error y remitir un nuevo pedido de cooperación internacional, la sensación es que el tiempo juega a favor de los sospechosos. Cada semana que pasa erosiona la credibilidad institucional y fortalece la idea de que este caso terminará en un cajón, como tantos otros que rozan de cerca al poder político. Pero incluso si el expediente se empantana, la marca ya está hecha: la foto de Milei con Julian Peh, la contradicción entre las versiones de los implicados y el papelón de la Fiscalía quedarán como prueba irrefutable de un gobierno que prometía limpiar la política de privilegios y terminó embarrado en una estafa de manual.

El caso $LIBRA todavía tiene capítulos por escribirse. La pregunta es si habrá voluntad real de la justicia y de la política para llegar al fondo, o si la operación quedará sepultada bajo el ruido mediático y el blindaje de un gobierno que se presenta como adalid de la transparencia, pero cuya praxis diaria lo desmiente con crudeza. En cualquier caso, lo que ya nadie puede ocultar es que este escándalo representa una radiografía del Milei político: rodeado de improvisados, aliado con empresarios de identidades difusas y dispuesto a jugar con fuego mientras proclama que vino a dinamitar la casta.

Un comentario
Ana Agosti

Lamentablemente no creo en la justicia, si creo que todos los delitos y chanchullos del gobierno serán tapados y olvidados como si no hubieran ocurrido nunca. El poder oscuro y nefasto detrás de Miley lo seguirá apoyando y protegiendo hasta que Argentina quede totalmente vendida y ocupada por los amigos ricos, insaciables e inescrupulosos del cipayo mayor y sus cómplices. Mis recuerdos afectuosos a los votantes del engendro

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