La ilusión de Milei de controlar los precios con un ecosistema comercial tipo «Amazon» criollo parece derrumbarse

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En un contexto donde la economía argentina vuelve a mostrar señales preocupantes, el Gobierno confía en que el ecosistema comercial que ha armado pueda funcionar como una barrera parcial frente a la escalada del tipo de cambio. La idea es clara: si se logra cierto control sobre los precios mediante una red comercial nacional, se podrá amortiguar el impacto negativo del dólar. Sin embargo, esta apuesta parece quedarse corta frente a la realidad que impone el mercado y los organismos internacionales. El Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de empeorar las expectativas sobre el déficit en la cuenta corriente, una señal contundente de que el dólar seguirá siendo una piedra en el zapato difícil de remover.

Este entramado comercial es visto por el Gobierno como una posible defensa ante la amenaza de una inflación disparada por la suba constante del dólar. El sueño de un mercado interno fortalecido y digitalizado, que funcione casi como un “Amazon local”, busca sostener el consumo y evitar que la volatilidad cambiaria se traduzca en aumentos generalizados de precios. Pero la dura advertencia del FMI pone en evidencia que el desafío no solo es mantener precios, sino también enfrentar un desequilibrio externo que no da tregua.

El informe del FMI no se limita a cifras técnicas: anticipa que el déficit en la cuenta corriente se agrandará, lo que implica una mayor salida de divisas y, por ende, una presión creciente sobre las reservas y el tipo de cambio. Esta realidad mina la confianza en que el ecosistema comercial pueda actuar como un escudo sólido. La volatilidad del dólar, lejos de ser controlada, se mantiene como el gran “cisne negro” que puede derribar cualquier intento de estabilización.

El desafío es enorme y la pelea constante. Los comerciantes y productores se encuentran en una situación donde deben sostener precios para no perder clientes, a la vez que enfrentan costos que dependen del dólar y no dejan de crecer. La tensión se traslada finalmente a los consumidores, que sufren mes a mes la pérdida de poder adquisitivo. En este escenario, la esperanza en un mercado digitalizado capaz de frenar la inflación se ve cada vez más lejos de concretarse.

El dólar no solo es una variable financiera, sino un factor estructural que atraviesa todas las áreas de la economía argentina. La dependencia de divisas para importar insumos y productos genera una presión constante sobre la balanza comercial, la cual el FMI espera que se profundice. Por lo tanto, el problema cambiario no es coyuntural ni pasajero: es un mal crónico que el Gobierno no ha logrado ni siquiera comenzar a resolver.

El contraste entre el discurso oficial y la realidad del mercado es cada vez más marcado. El entramado comercial con que el Ejecutivo quiere blindar los precios parece un parche frágil frente a un sistema que demanda medidas de fondo. El sueño de un “Amazon local” o de un ecosistema digital robusto no puede ocultar que el verdadero problema sigue siendo la falta de reservas, la fuga constante de divisas y la incertidumbre cambiaria.

Esta situación expone una realidad incómoda para el Gobierno de Javier Milei. La política económica se muestra cortoplacista, con estrategias que parecen más paliativas que estructurales. La presión sobre el dólar se mantiene intacta, y con ella, el daño directo al poder adquisitivo de millones de argentinos. En lugar de un blindaje efectivo, lo que se observa es una constante postergación del problema, que parece crecer cada día más.

El FMI no deja lugar a dudas: la expectativa de déficit en la cuenta corriente es un llamado de atención para todos. La economía argentina no tiene margen para errores, y el dólar, como el gran “cisne negro”, sigue siendo el factor que puede desencadenar nuevas crisis. La ilusión de contener precios mediante un ecosistema comercial robusto se desdibuja ante la contundencia de los números y las proyecciones.

En definitiva, la apuesta oficial por controlar precios a través de una red comercial digital y local es insuficiente. La crisis cambiaria es profunda, estructural y la administración de Milei todavía no ha mostrado una solución real ni sostenible. Mientras el dólar siga siendo un problema, la economía argentina seguirá en la cuerda floja, y los argentinos pagando el precio más alto.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/el-sueno-de-un-amazon-local-y-una-pelea-sin-tregua-contra-el-cisne-negro-nid03082025/

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