Mientras exige sacrificios al pueblo argentino, Luis “Toto” Caputo resguarda el 99,9% de su fortuna en el exterior. Su declaración jurada no sólo desnuda la hipocresía del discurso oficialista sobre el “modelo libertario”, sino que instala una pregunta urgente: ¿puede alguien que no confía en su propio país ser el arquitecto de su destino económico?
Luis Andrés Caputo, más conocido como “Toto”, es el ministro de Economía de la Nación. Pero no es sólo eso: es el ideólogo financiero del plan de ajuste más brutal desde la vuelta de la democracia. El rostro amable del modelo libertario que promete libertad mientras condena a la mayoría al empobrecimiento. Sin embargo, hay algo aún más elocuente que sus discursos, sus gráficos o sus conferencias de prensa: su declaración jurada.
Según los documentos presentados ante la Oficina Anticorrupción correspondientes a su función pública, Caputo declaró un patrimonio total de $872.428.158, valuado al dólar oficial del 31 de diciembre de 2023. Pero el dato verdaderamente escandaloso es otro: el 99,9% de su dinero está fuera del país. Sólo el 0,1% de su fortuna está invertido o depositado en la Argentina. Lo demás —todo lo demás— reposa bien lejos de las sacudidas de la economía nacional, fuera del alcance de cualquier crisis, devaluación o corrida.
Este solo dato alcanza para poner en crisis toda la narrativa del gobierno de Javier Milei. Mientras se llenan la boca hablando de “orden fiscal”, “austeridad” y “renacimiento económico”, los arquitectos del modelo se blindan financieramente desde paraísos fiscales y entidades internacionales. El mensaje implícito es demoledor: ni siquiera quienes conducen los destinos económicos de la Argentina creen en el país que prometen salvar. Y no lo creen porque, en el fondo, saben que lo están hundiendo.
Caputo posee el grueso de su fortuna en bonos de deuda, acciones y participaciones societarias radicadas en el exterior. Su capital está diversificado en instrumentos que operan fuera de toda jurisdicción nacional. También declaró dos propiedades en Uruguay: una en Punta del Este valuada en $261.708.153 y otra en José Ignacio por $213.188.647. Ambos valores, naturalmente, están muy por debajo de las tasaciones reales de mercado. Pero aunque subestimadas, alcanzan para demostrar su pertenencia a una élite que se protege fuera de las fronteras del país mientras desde el atril pide que los jubilados, trabajadores y sectores populares “aguanten un poco más”.
Tampoco sorprende que su cuenta bancaria nacional contenga apenas $1.053, unos 0,27 dólares al tipo de cambio oficial de ese entonces. Una provocación grotesca. Un símbolo brutal del desarraigo económico del ministro. No tiene plata en bancos argentinos. No invierte en empresas argentinas. No apuesta al país del que se jacta ser salvador. ¿Qué confianza puede transmitir alguien que tiene más dinero en Uruguay que en la Argentina que gobierna?
En este contexto, el discurso oficialista que exige heroísmo al pueblo mientras garantiza impunidad financiera a sus funcionarios se torna cínico. Caputo es el artífice de una política que licuó salarios, congeló jubilaciones, disparó la pobreza y paralizó la actividad económica. En apenas siete meses, llevó a la Argentina a una recesión feroz, con miles de empresas quebradas y una caída del poder adquisitivo histórica. Y sin embargo, él mismo se mantiene blindado, con su riqueza lejos de los vaivenes que desata.
La pregunta se impone con urgencia: ¿puede alguien que no confía en el país conducir su economía? ¿Qué legitimidad tiene un funcionario que desarma el Estado, mientras su patrimonio se robustece en plazas extranjeras? No se trata sólo de legalidad. Se trata de ética, de coherencia, de responsabilidad política. Se trata de que quien toma decisiones que afectan la vida de millones tenga, al menos, algún vínculo real con el país que dice gobernar.
El caso de Caputo es también una radiografía perfecta del tipo de funcionarios que integran el gobierno de Javier Milei: ceos, financistas, lobbistas, operadores de fondos especulativos, todos alejados de la realidad que sufre la sociedad. Ninguno con intereses anclados en la Argentina real. Ninguno con raíces en el suelo que pisan los jubilados, los docentes, los trabajadores. Funcionarios que ven a la Argentina como un laboratorio de ajuste, pero jamás como su lugar en el mundo.
El propio Milei dijo alguna vez que “el que fuga, escapa del infierno fiscal argentino”. Y lo dijo con tono celebratorio, como si fuera una gesta libertaria. Bajo ese prisma, la declaración jurada de Caputo no es una anomalía: es una muestra de coherencia ideológica. Lo que Milei y su ministro celebran no es la inversión en el país, sino la fuga. El capital no tiene patria. Y el gobierno que encabezan no tiene proyecto nacional. Sólo un manual de especulación en clave neoliberal.
Esta desvergüenza no es nueva. Caputo fue funcionario del macrismo y está íntimamente ligado a la emisión del escandaloso bono a 100 años y al endeudamiento récord con el FMI. Su trayectoria está plagada de conflictos de interés, negocios opacos y decisiones que beneficiaron a los grandes fondos internacionales en perjuicio del Estado argentino. Su regreso al gobierno bajo la promesa de un plan económico “serio” era ya, desde el inicio, una paradoja brutal.
Hoy, su declaración jurada confirma lo que ya intuíamos: Caputo no volvió para construir un país mejor, sino para garantizar que su fortuna siga creciendo, lejos de la Argentina en ruinas que él mismo ayuda a destruir.
En tiempos donde se exige patriotismo desde abajo, sería saludable que alguien mire hacia arriba. Que se pregunte por qué quienes tienen el poder económico y político en sus manos no predican con el ejemplo. Que se anime a ponerle nombre propio a la obscenidad de un sistema diseñado para que unos pocos vivan a costa del sacrificio de millones.
Luis “Toto” Caputo no tiene su plata en la Argentina. Pero sí tiene las llaves de la caja fuerte del país. Una combinación peligrosa que explica, mejor que cualquier indicador macroeconómico, por qué estamos como estamos.
Fuente:
https://www.tiempoar.com.ar/ta_article/toto-caputo-tiene-el-999-de-su-dinero-fuera-del-pais/




















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