El pasquín de Milei celebró el recorte del subsidio a la Fundación de la Hemofilia

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Ataque desde la desinformación: el Gobierno y sus medios justifican el ajuste en salud con operaciones sobre tragedias del pasado

Con la excusa de hechos ocurridos hace más de tres décadas, “La Derecha Diario” celebró el recorte del subsidio a la Fundación de la Hemofilia, una institución clave para miles de pacientes. El verdadero escándalo: usar el dolor como argumento para desmantelar el Estado.

En lugar de un debate serio sobre el sistema de salud, el gobierno de Javier Milei —con la complicidad de medios oficialistas— busca desacreditar a instituciones fundamentales para la vida de personas con enfermedades crónicas. El caso de la Fundación de la Hemofilia es una muestra brutal del cinismo neoliberal.

La eliminación del subsidio estatal a la Fundación de la Hemofilia no fue una mera decisión administrativa. Fue una maniobra política, acompañada de una operación mediática burda, cuyo objetivo fue justificar el ajuste en salud pública a través de la deslegitimación de una institución con más de 70 años de trayectoria.

El medio “La Derecha Diario”, una usina propagandística al servicio del gobierno de Javier Milei, publicó una nota donde retoma una tragedia ocurrida entre 1985 y 1992 —cuando más de mil pacientes hemofílicos contrajeron VIH y hepatitis C por el uso de concentrados coagulantes contaminados— para instalar la idea de que la Fundación no merece apoyo estatal. ¿La intención? Legitimar un nuevo recorte bajo la falsa moral de “terminar con privilegios”.

Pero el recorte es real y la moral es falsa.

Un uso político del pasado

Los hechos de los años 80 son innegablemente dolorosos. Las víctimas y sus familias merecen memoria, justicia y reparación. Pero usarlos ahora, descontextualizados y manipulados, para atacar a una institución que brinda asistencia esencial a personas con trastornos hemorrágicos, es una indecencia política.

“La Derecha Diario” omite que en aquel período ni siquiera existía en el país la tecnología para eliminar virus transmisibles en productos derivados del plasma, y que la falta de regulación estatal jugó un rol decisivo. También silencia que el juicio iniciado en 2011 terminó en 2020 con la absolución de todos los imputados, reconociendo negligencia —sí—, pero sin delito doloso. El sistema judicial dictó un fallo, pero el gobierno y sus medios ahora se erigen como nuevos jueces, sin derecho ni legitimidad.

Ajustar donde más duele

La Fundación de la Hemofilia no es una ONG cualquiera: es la única institución en el país especializada integralmente en pacientes con hemofilia y enfermedad de von Willebrand, atendiendo casos complejos, haciendo seguimiento multidisciplinario y capacitando equipos médicos.

Eliminarle el subsidio equivale, en los hechos, a reducir el acceso a tratamientos, cerrar puertas a personas sin cobertura privada y empujar a familias enteras a la intemperie sanitaria. El recorte no va contra una estructura burocrática ni contra un «curro»: va contra pacientes.

La jugada es clara: primero el recorte, después el escándalo mediático fabricado, luego la desinformación viralizada en redes sociales. Y finalmente, el silencio de los perjudicados, que muchas veces no tienen tribuna.

¿Quién paga los platos rotos?

El verdadero escándalo no es lo que ocurrió hace 40 años. El verdadero escándalo es que hoy, en 2025, un gobierno que se autoproclama libertario ataque instituciones sanitarias fundamentales, y lo haga con el acompañamiento de medios que reemplazan el periodismo con propaganda.

Mientras se destinan millones de dólares a la compra de blindados, o se mantienen contratos con consultoras amigas, se corta el financiamiento a una entidad que garantiza vida digna a quienes conviven con una enfermedad crónica. Y cuando hay críticas, se responde con operaciones de difamación.

Este no es solo un debate sobre números en un Excel. Es un dilema ético. Es una advertencia. Porque si mañana le toca a otra fundación, a otro hospital, a otra red de atención, la maquinaria mediática volverá a funcionar: escarbarán en el pasado, inventarán un título rimbombante, agitarán las redes, y seguirán destruyendo lo poco que queda del Estado solidario.

Hoy le tocó a la Fundación de la Hemofilia. Y el mensaje es claro: en la Argentina de Milei, ni siquiera el dolor tiene derecho a ser atendido.

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