El Gobierno de Javier Milei recibió el golpe más duro desde que lanzó su ambicioso plan económico: el rescate financiero por 20.000 millones de dólares que prometía blindar la economía argentina fue dado de baja por los principales bancos de Estados Unidos. No fue un rumor, ni una operación política, ni un movimiento especulativo de redes sociales. La noticia llegó desde The Wall Street Journal, tal vez el medio económico más influyente del mundo, y se expandió con la fuerza de una bomba que hizo temblar a la City porteña. La versión fue luego confirmada por fuentes financieras consultadas por Noticias Argentinas, lo que terminó de derribar cualquier intento oficial por relativizar lo ocurrido. La Argentina, otra vez, sin financiamiento, sin brújula y con un ministro de Economía recurriendo a respuestas ambiguas para esquivar una crisis de credibilidad que ya ni siquiera puede disimular.
Desde el inicio, el blindaje de 20.000 millones había sido presentado como la gran jugada estratégica para estabilizar reservas, frenar la volatilidad cambiaria y recuperar una confianza internacional que el propio Milei insistía en que el “mercado verdadero”—el poder financiero global—estaba dispuesto a brindarle. El impulsor del paquete había sido Scott Bessent, secretario del Tesoro de Donald Trump y figura clave en la trama de contactos que el Gobierno intentó construir para exhibir respaldo externo. Pero el edificio entero se vino abajo cuando los bancos involucrados, JPMorgan Chase, Bank of America y Citigroup, decidieron “archivar” el proyecto. No se trató de un desacuerdo menor. Fue un portazo en regla a la estrategia económica del Gobierno argentino.
La razón del derrumbe quedó expuesta con crudeza. Los bancos no obtuvieron del Tesoro estadounidense la orientación necesaria sobre los colaterales que podían usarse para protegerse de pérdidas potenciales. Es decir, nadie quería quedarse con activos riesgosos de un país que no logra estabilizar su macroeconomía y que además pretendía ofrecer garantías que la Casa Blanca ni siquiera estaba dispuesta a avalar. En ese contexto, el entusiasmo inicial desapareció como si nunca hubiera existido, un dato que revela que el Gobierno construyó sobre expectativas frágiles, promesas vagas y una sobredosis de voluntarismo imprudente.
Tras la caída del blindaje apareció un plan B, pero tan pequeño y limitado que expone aún más la magnitud del fracaso original. Los bancos comenzaron a analizar un repo de unos 5.000 millones de dólares, un crédito de corto plazo destinado exclusivamente a que Argentina pueda afrontar el pago de deuda soberana que vence en enero, estimado en unos 4.000 millones. La diferencia entre un blindaje estructural y un salvataje mínimo de emergencia no es solo cuantitativa, es política. Mientras el Gobierno prometía un acuerdo capaz de transformar el horizonte financiero del país, lo único que ahora podría aspirar a conseguir es una línea de respiración momentánea, una suerte de parche para evitar un default inmediato. Para un Gobierno que se jacta de tener el apoyo irrestricto del mercado global, el contraste es devastador.
Las dudas sobre los colaterales son un punto central que vuelve imposible cualquier intento oficial de atribuir esto a “malas interpretaciones periodísticas”. El sistema financiero internacional no hace filantropía. No hay dolaristas románticos que apuesten por la Argentina porque “les cae simpático Milei”. Lo que hay son bancos que exigen garantías firmes y que, en este caso, no las recibieron. La ausencia de un aval claro del Tesoro estadounidense revela, además, que el Gobierno argentino sobrestimó su capacidad de influencia en Washington. Incluso con la cercanía explícita de Milei a Donald Trump, la administración norteamericana no está dispuesta a entrar en un esquema de riesgo alto sin un plan macroeconómico consistente, transparente y mínimamente creíble. No es casualidad que el WSJ haya señalado que la falta de ese respaldo de Washington fue determinante para que los bancos decidieran dar marcha atrás.
El derrumbe del blindaje tuvo repercusión inmediata en la City porteña, donde la noticia circuló con velocidad y generó más incertidumbre en un mercado que ya venía fatigado por las inconsistencias del programa económico. La reacción en redes sociales fue casi simultánea. De hecho, el propio ministro de Economía, Luis Caputo, se vio obligado a responder un mensaje de la cuenta partidaria “El Oráculo de Trenque Lauquen”, que había difundido la información como un alerta de urgencia. Pero la respuesta del ministro estuvo lejos de despejar dudas. Su enigmático “Excelente pregunta” fue leído por operadores financieros como una admisión tácita de que el Gobierno no tiene la situación bajo control y que la caída del plan de rescate no es un invento de la prensa internacional, sino un problema real que golpea en el corazón del plan económico.
Ese estilo evasivo ya se volvió un sello de Caputo, quien evita dar definiciones concretas mientras los indicadores financieros se deterioran y la credibilidad internacional se agota. La estrategia de minimizar problemas con frases de ocasión funciona para un tuit, pero no para un país que necesita dólares urgentes para enfrentar compromisos externos, estabilizar expectativas y evitar que la economía se hunda más de lo que ya se hundió desde la asunción de Milei. La falta de respuestas claras no hace más que confirmar que el Gobierno improvisa sobre la marcha y que la supuesta confianza ilimitada del mercado internacional era más un deseo que una realidad.
El caso del repo de 5.000 millones tiene, además, un costado simbólico que revela la magnitud del retroceso. Se trata de un financiamiento de emergencia, un salvataje de corto plazo casi idéntico a los parches que el propio Caputo solía criticar en gestiones anteriores. Que ahora intente presentarlo como un avance o como “parte del plan original” resulta insostenible incluso para analistas financieros que en su momento miraron con simpatía la agenda de liberalización extrema del Gobierno. Un repo no cambia el rumbo, no estabiliza la macro, no genera confianza duradera. Es apenas un instrumento para llegar a enero sin un default. Si ese es el logro, entonces el Gobierno se encuentra en un estado de vulnerabilidad que sus propios funcionarios se niegan a admitir.
A esta altura, la pregunta que sobrevuela la escena política y financiera es si el Gobierno subestimó deliberadamente las dificultades de conseguir fondos externos o si directamente construyó un relato basado en expectativas imaginarias. La idea de que los grandes bancos globales estaban listos para inyectar 20.000 millones de dólares en la Argentina nunca contó con señales concretas por parte de Washington ni de los directorios de esas entidades. El Gobierno insistió durante meses en que los anuncios estaban a la vuelta de la esquina, pero la caída abrupta del blindaje demuestra que esa supuesta proximidad no era tal. Hubo, como mínimo, un diagnóstico errado. Y como máximo, un intento de vender optimismo infundado a un país golpeado que necesitaba certezas, no slogans.
Lo que más irritó a los mercados no fue solo la cancelación del blindaje, sino la sensación de improvisación permanente. No es la primera vez que el Gobierno de Milei administra con torpeza la comunicación económica, ni la primera vez que se apoya en promesas infladas para compensar la falta de resultados. La diferencia es que ahora el mundo financiero le dijo que no. Es un límite claro, una frontera que la retórica ya no puede cruzar porque las cifras no cierran, las garantías no aparecen y el riesgo país sigue sin señales de cambiar su tendencia. La administración Milei había construido buena parte de su legitimidad discursiva en la idea de que su plan económico tenía el aval del capital global, pero lo que dejó al descubierto el WSJ es que ese aval nunca fue tan sólido como el Gobierno intentó hacer creer.
El impacto político también será profundo. En un gobierno que sólo confía en mercados y no en instituciones, que desprecia la política y ensalza a los banqueros como árbitros supremacistas del destino nacional, que los bancos lo abandonen en pleno proceso de negociación equivale a un voto de desconfianza explícito. Milei, que soñaba con un shock de confianza mundial, termina enfrentando un shock de realidad. Y Caputo, que se jactaba de ser el puente natural entre el país y Wall Street, queda ahora expuesto como un ministro cuya influencia real en el mercado internacional es mucho menor de lo que prometió.
En definitiva, la caída del blindaje y el reemplazo por un posible repo de apenas 5.000 millones muestra un Gobierno sin estrategia externa clara, sin respaldo político de peso y sin capacidad de construir acuerdos internacionales que sostengan su programa económico. Con reservas débiles, un cronograma de vencimientos exigente y un nivel de conflictividad social creciente, depender de un crédito de emergencia para pagar enero es una señal alarmante incluso para los defensores más entusiastas del ajuste. Lo que ocurre con los bancos estadounidenses no es un episodio aislado. Es un síntoma del agotamiento de un modelo que ya no logra seducir ni siquiera a los jugadores financieros más afines al ideario libertario.
El Gobierno podrá intentar relativizar la noticia, deslizar teorías conspirativas o repetir que todo forma parte de una batalla cultural contra el “socialismo”. Pero los números son más contundentes que cualquier discurso. Si los bancos globales no están dispuestos a arriesgarse en Argentina, si el Tesoro de Estados Unidos no avala los colaterales, si el mercado local reacciona con alarma y si el ministro de Economía responde con evasivas, la pregunta ya no es si el programa económico de Milei es viable, sino cuánto tiempo más resistirá sin colapsar por sí mismo. Y esa respuesta ya no depende del relato libertario, sino de la realidad financiera que hoy golpea, avanza y no perdona.
Fuentes:
Noticias Argentinas – “Golpe financiero: bancos de EE.UU. suspenden el rescate de US$ 20.000 millones”
https://noticiasargentinas.com/economia/golpe-financiero–bancos-de-eeuu-suspenden-el-rescate-de-us–20-000-millones_a692002da959c67b43eea2f71
The Wall Street Journal – Información citada en el cable de Noticias Argentinas sobre la suspensión del blindaje financiero
https://www.wsj.com






















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