Peones rurales sin aumento: UATRE rompe el silencio y sale a las rutas a pelear lo que el gobierno niega. En medio del ajuste brutal del gobierno de Javier Milei, los trabajadores del campo quedan al margen del reparto. La UATRE exige lo que el Estado les niega: un salario digno para quienes sostienen la producción agropecuaria. El conflicto escala con cortes en todo el país.
Sin acuerdo en las paritarias y con el salario congelado, la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) decidió movilizarse y llevar su reclamo a las rutas. Las medidas de fuerza incluyen cortes en diversos puntos del país, como respuesta al intento del gobierno y de las patronales del campo de disciplinar a quienes más trabajan y menos ganan.
En la Argentina del ajuste, donde el gobierno de Javier Milei promete dinamitar el Estado y el «costo laboral», la miseria avanza a paso firme sobre los sectores más vulnerables. En este escenario, los peones rurales han dicho basta. La Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) se hartó de esperar un aumento que nunca llega y decidió salir a las rutas. El detonante: el fracaso en las negociaciones paritarias que debía definir el nuevo salario mínimo para los trabajadores del campo. La bronca acumulada por meses de postergaciones, destrato institucional y ninguneo salarial estalló con cortes de rutas y una convocatoria a movilizar en todo el país.
Mientras los exportadores del agro baten récords con un dólar de privilegio y los grandes terratenientes gozan de exenciones y prebendas, los obreros rurales, que son quienes siembran, cosechan, cargan y descargan la riqueza del campo argentino, siguen cobrando sueldos de hambre. No es una figura retórica: el salario básico para un peón rural hoy no alcanza siquiera a cubrir la canasta básica total. Frente a esto, el Estado no sólo mira para otro lado, sino que juega a favor de los patrones, dilatando definiciones y dejando al sector sin la actualización salarial que por ley le corresponde.
El Consejo del Salario para la Actividad Rural (CNSAR), que es el órgano tripartito encargado de fijar las remuneraciones mínimas del sector, se reunió el lunes 22 de julio sin llegar a ningún acuerdo. Del lado de los empleadores, el rechazo fue rotundo ante cualquier propuesta que implicara un incremento real. Del lado del gobierno, un silencio cómplice. Y del lado de la UATRE, una indignación que ya no se contiene. La entidad gremial declaró el estado de alerta y movilización, anunciando cortes en las rutas como medida de protesta inmediata.
Y cumplieron. En Formosa, en el cruce de la Ruta Nacional 86 y la Provincial 2, trabajadores rurales bloquearon el paso de camiones y vehículos, denunciando la falta de respuesta a sus reclamos. En Tucumán, la protesta se hizo sentir en Tafí Viejo, en el corazón de una de las provincias más afectadas por el deterioro de los salarios rurales. En otras zonas del país, la tensión crece. No es sólo una protesta por plata. Es una denuncia contra un modelo que vuelve invisibles a quienes garantizan, con sus manos, el funcionamiento del sector más rentable del país.
La paradoja es brutal: el gobierno libertario, que vive declamando su idolatría por el campo, por “los que producen”, decide castigar precisamente a los que lo hacen posible. Porque los peones rurales no son “el campo” en los términos de la Sociedad Rural o de los exportadores. Son trabajadores precarizados, muchas veces sin registrar, con jornadas interminables y expuestos a condiciones climáticas adversas y a manejos empresariales sin escrúpulos. Lo que piden no es un lujo, es justicia elemental.
El titular de la UATRE, José Voytenco, lo dejó claro en declaraciones a la prensa: “Los empleadores del sector no quieren pagar un salario digno y el gobierno nacional no colabora para garantizar que se cumpla la ley”. La acusación no es gratuita. Desde la llegada de Milei al poder, la política laboral quedó virtualmente paralizada. El Ministerio de Trabajo fue absorbido por Capital Humano y reducido a su mínima expresión. Las comisiones paritarias de distintos sectores no funcionan. Y el Consejo del Salario, en su conjunto, opera con total pasividad. Mientras tanto, los trabajadores ven licuarse sus ingresos y perder derechos conquistados durante décadas.
El caso de los peones rurales es además simbólicamente potente. Se trata de trabajadores históricamente explotados, dispersos, con escasa visibilidad mediática y poca representación institucional. Son, justamente, las víctimas preferidas del modelo de ajuste salvaje que impulsa el actual gobierno. En este contexto, su decisión de plantarse, de salir a las rutas y cortar el flujo económico, es también una forma de recuperar la dignidad.
Por supuesto, los grandes medios callan. Las patronales del agro, envalentonadas con el respaldo oficial, apuestan a desgastar la protesta. Pero la realidad en el territorio no se puede ocultar. La bronca crece. La UATRE se prepara para más acciones, y el conflicto promete escalar si no se abren canales de diálogo reales y con voluntad de resolver.
Lo más grave es que esta situación no es un caso aislado. Forma parte de una política sistemática del gobierno de Milei: dejar que el mercado fije condiciones, aún si eso implica condenar a millones al empobrecimiento. En este caso, el Estado no es árbitro ni garante. Es ausente o directamente aliado del poder económico. El resultado: salarios estancados, inflación galopante, y una masa de trabajadores que, aunque tengan empleo, viven en la pobreza.
Es urgente visibilizar esta pelea. Porque cuando los peones rurales salen a cortar rutas, no lo hacen por capricho. Lo hacen porque ya no tienen margen. Porque el plato está vacío y el futuro, borroneado. Porque cuando el Estado se corre, el conflicto lo ocupa la desesperación. Y porque mientras el gobierno protege al gran capital, alguien tiene que alzar la voz por los que laburan.
La UATRE está marcando un límite. Está diciendo que no se puede seguir ajustando siempre a los mismos. Que hay una línea que no se puede cruzar: la del hambre. Que si el modelo libertario se construye sobre la base de sueldos miserables y silencio gremial, se van a encontrar con resistencia.
En un país donde la riqueza agraria es monumental pero la desigualdad también lo es, la pelea de los trabajadores rurales debe ser vista como lo que es: un acto de coraje. Un grito incómodo que desenmascara el cinismo del relato oficial. Y una advertencia de que, aún en el barro, aún sin micrófono ni cámara, aún sin padrinos políticos, hay quienes no están dispuestos a agachar la cabeza.
Fuente:
https://gestionsindical.com/no-hay-aumento-los-peones-rurales-uatre-sale-reclamar-las-rutas-realizo-cortes/
https://bichosdecampo.com/no-hubo-acuerdo-en-las-paritarias-de-los-trabajadores-rurales-y-la-uatre-llamo-a-movilizar-en-todo-el-pais-con-cortes-de-ruta/




















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