Nicolás Lazarte: “Diseñar sin encajar es mi forma más honesta de vivir”

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El diseñador de moda Nicolás Lazarte construye desde los márgenes: cuerpos no hegemónicos, expresiones no binarias y una estética del error como motor creativo. En esta entrevista, habla con crudeza y sensibilidad sobre el juego, la política y la incomodidad como impulso para transformar la moda.

Romper con los cánones no es solo una decisión estética, es una postura frente al mundo. Desde una mirada sensible y disruptiva, Nicolás Lazarte propone una moda que incomode, que se viva como lenguaje y que abra caminos para quienes nunca se sintieron representades en las pasarelas. En esta charla, reflexiona sobre su proceso creativo, su posicionamiento político y el deseo de ver más «quilombo» en las pasarelas.

¿Cómo describirías tu propuesta de diseño en relación con las normas tradicionales de la moda?

Mirá, hoy en día mi propuesta se basa bastante en ir un poco a contramano de lo que suelen exigir las normas tradicionales de la moda: eso pulido, aspiracional, lo “correcto”. Me di cuenta de que me siento mucho más cómodo en un espacio donde lo que “no combina”, combina, donde los errores son parte del diseño. Ahí encuentro algo más real. Me muevo más desde lo que siento que desde lo que se supone que “debo hacer”. Y siento que desde ahí también se puede hacer algo muy lindo, muy bello.

¿Qué te inspira a trabajar con cuerpos y expresiones que no suelen estar presentes en pasarelas convencionales?

Justamente, me inspira la incomodidad que puede causar lo no armado. Ver siempre los mismos cuerpos en las pasarelas me aburre. No hay sorpresa, no hay realidad. Me atrae lo que no tiene filtro, lo que tiene identidad. Esos cuerpos, para mí, transmiten muchísimo más que una modelo híper entrenada para no molestar a nadie. Yo necesito que lo que muestro diga algo, que sea real.

¿Qué significa para vos pensar la moda desde una lógica inclusiva y no binaria?

Cuando hablás de “moda”, para mí aparecen dos planos. Por un lado, el lúdico: pensarla desde una lógica inclusiva y no binaria es liberador. No hay límites, podés diseñar sin tener que adaptarte a un cuerpo o género específico. Se abre un mundo de posibilidades.Pero también está el plano político. Porque existe un mandato binario, excluyente, y frente a eso me posiciono desde otro lugar: mostrar que la moda no tiene que ser ese aparato perverso que te dice “esto es lo que se usa, y si no entrás acá, adaptate”. Eso me parece cruel, hasta estúpido. Prefiero diseñar para personas, no para géneros ni estereotipos.

¿Cómo reaccionan los públicos y las marcas frente a tus decisiones disruptivas?

Te soy sincero: me gustaría que se asusten. Pero no desde el miedo, sino desde la incomodidad. Esa incomodidad genera preguntas, y eso para mí es lo más importante. Al principio me importaba mucho qué pensaban los demás. Hoy, lo hago porque me expreso, porque me gusta. Y si eso incomoda y genera una pregunta, el trabajo ya está hecho.

¿Creés que la moda puede ser una herramienta para empoderar a personas neurodivergentes o con discapacidad?

Totalmente. Para mí no es que “puede ser”, es que es la herramienta. La moda es una extensión del cuerpo, una forma de comunicar y narrar identidad sin decir una palabra. Pero para eso hay que dejar de verla solo como algo estético y empezar a entenderla como una forma de expresión.

¿Trabajaste o te interesaría trabajar con agencias como Somos Diversity?

No trabajé todavía, pero por supuesto que me interesa. Me parece fundamental dejar de usar la diversidad como recurso simbólico o de marketing. Hay que construir desde una representación real, y creo que Somos Diversity lo logra.

¿Qué desafíos enfrentás al intentar salir de los moldes estéticos o corporales tradicionales?

El mayor desafío es interno. Hay una mirada externa que te pisa fuerte, pero la confianza es lo que más cuesta. A veces cuesta encontrar referentes o espacios donde uno sienta que su forma de crear es válida. Pero insisto: el desafío más grande está en confiar en la propia voz, cuando todo alrededor te dice lo contrario.

¿Cuánto de tu propuesta es una declaración política? ¿Sentís que incomoda al sistema de la moda?

Sin dudas, todo es político. No trabajar con cuerpos hegemónicos, no seguir tendencias, reírme del “buen gusto”, todo eso es político. Y sí, incomoda. Hace un tiempo dejé de buscar caer bien y empecé a ser más fiel a lo que realmente quiero hacer. Eso incomoda, pero es necesario. Me parece espectacular plantarme ahí.

¿Qué te gustaría ver en las pasarelas dentro de cinco o diez años?

Me encantaría ver más quilombo. Más mezcla, más diversidad, más gente común. Que la moda se viva más en la calle que en la pasarela. Que sea un símbolo de expresión y de identidad. Que se despegue de esa cosa acartonada que te dice “esto es lo que se usa”.

¿Qué consejo le darías a jóvenes que quieren expresarse con la ropa pero no se sienten representades por la moda actual?

No sé si estoy en condiciones de dar consejos, pero bueno… Si no te sentís representade, ese es el motor. Eso te mueve a buscar o crear tus propios espacios. Y si no existen, hay que inventarlos. Lo distinto muchas veces se señala como error, pero para mí eso es lenguaje puro. Así que: buscá tu lugar, y si no está, crealo.

¿Cómo vivís en tu cuerpo y en tu vestimenta esa ruptura con los cánones de género?

Hoy la vivo con una libertad hermosa. Empecé haciendo esto para sacarme cierta vergüenza, porque fui muy tímido. Hoy me divierte, me provoca. A veces soy re masculino, otras re femenino, y hace poco entendí que no tiene sentido buscarle sentido. Y eso me trajo mucha paz.

¿Sentís que tu forma de vestirte y diseñar puede abrir caminos para otras personas fuera de los estereotipos?

Ojalá. No busco ser referente, pero si alguien al verme se siente un poquito más libre o más seguro, para mí ya está. Demostrar que se puede vivir la moda sin encajar, y que está todo bien con eso.

¿Hay algo de provocación deliberada en tu trabajo o simplemente es una forma honesta de expresarte?

Creo que hay un poco de las dos cosas. Sin duda hay provocación: es una forma de decir “acá estoy, aunque no encaje”. Pero no lo hago como marketing, es una necesidad. Es mi forma más honesta de vivir. Y, si además de expresarme, logro provocar una pregunta o una incomodidad, ya es un combo hermosísimo.

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