Mientras el gobierno se jacta de un “orden” sostenido a palazos, los gendarmes enviados a reprimir en nombre de la «patria» cobran salarios de indigencia que no alcanzan ni para vivir, ni mucho menos para obedecer sin cuestionar.
La Gendarmería Nacional, convertida en fuerza de choque del gobierno de Javier Milei, es víctima de la misma lógica de ajuste brutal que se aplica contra los trabajadores, los científicos y los jubilados. Patricia Bullrich los moviliza para apagar los reclamos populares, pero sus sueldos apenas si cubren el alquiler y un bolsón de fideos. ¿Qué clase de orden puede sostenerse con botas agujereadas y estómagos vacíos?
El delirio de la motosierra tiene víctimas en todas las esquinas. Se las ve en los hospitales vaciados, en las universidades sin calefacción, en las heladeras apagadas de los comedores populares. Pero hay un rincón del ajuste que aún no había sido suficientemente expuesto: los gendarmes. Sí, esos uniformados que el gobierno de Javier Milei usa como carne de cañón en cada operativo represivo contra trabajadores, docentes, piqueteros o pueblos originarios, también están siendo víctimas de su plan sistemático de empobrecimiento.
La paradoja es tan obscena como trágica. El Ejecutivo que reclama orden y disciplina, que militariza protestas sociales y reprime cualquier brote de disenso, paga salarios indignos a las propias fuerzas de seguridad encargadas de ejecutar ese disciplinamiento social. Según un relevamiento publicado por La Voz, en julio de 2025 los sueldos de la Gendarmería Nacional no solo están por debajo del salario mínimo, vital y móvil en muchos casos, sino que incluso se ubican por debajo de la línea de pobreza medida por el INDEC.
El gobierno nacional ha sostenido una retórica marcial y antipiquetera desde el día uno. Con Patricia Bullrich al frente del Ministerio de Seguridad, la Gendarmería ha sido utilizada una y otra vez como fuerza de despliegue rápido para bloquear rutas, encerrar manifestantes y amedrentar barrios enteros. Pero lo que no se dice —lo que se oculta tras las botas lustradas y los uniformes verdes— es que esos mismos efectivos, muchos de los cuales no superan los 22 o 23 años de edad, están cobrando sueldos miserables por poner el cuerpo en escenarios donde la violencia estatal es la única respuesta.
Un gendarme raso, que recién inicia su carrera y está desplegado en algún rincón hostil del país, percibe un sueldo que apenas ronda los 400.000 pesos. Esa cifra, lejos de cualquier lujo, ni siquiera cubre el costo de vida básico en una ciudad intermedia. Para ponerlo en contexto: según datos oficiales, la Canasta Básica Total para una familia tipo ya supera los 1.100.000 pesos mensuales. ¿Cómo se supone que vive un gendarme que alquila, que tiene hijos, que debe desplazarse, alimentarse y mantener una presencia digna, cuando su ingreso mensual ni siquiera alcanza para el changuito de supermercado?
Y no hablamos de casos excepcionales. Incluso los suboficiales —categoría que debería implicar cierta jerarquía y reconocimiento— apenas si superan los 600.000 pesos mensuales. Los oficiales, que suelen coordinar los operativos y asumir mayores responsabilidades, perciben sueldos de entre 900.000 y 1.200.000 pesos, siempre dependiendo del destino, la especialización y los complementos. Parece mucho, si uno lo mira con la vara de los discursos antiestatales del oficialismo. Pero no lo es si uno considera la naturaleza del trabajo, la exposición al conflicto y el riesgo permanente al que están sometidos.
¿Qué explica entonces esta política salarial ruinosa? La respuesta es incómoda pero evidente: para el gobierno de Javier Milei, la Gendarmería no es una institución que deba ser cuidada o jerarquizada. Es un recurso descartable, una fuerza de choque dispuesta a reprimir a cambio de migajas. El Estado libertario no busca construir fuerzas profesionales y respetadas, sino aparatos obedientes y desechables. Como en los tiempos más oscuros, se utiliza a los jóvenes de los sectores populares para reprimir a otros pobres, con la promesa vacía del ascenso social a través del uniforme.
La situación no mejora ni siquiera con los complementos por zona, los viáticos o los refuerzos por tareas de alto riesgo. Ningún efectivo de Gendarmería cobra hoy un salario que se acerque a la dignidad que el propio Milei dice defender con tanto énfasis cuando habla del “valor del mérito” o la “recompensa al esfuerzo”. Por el contrario, los gendarmes son un engranaje más del modelo de precarización generalizada: obligados a endeudarse para vivir, muchos completan sus ingresos con changas, trabajos paralelos o, en el peor de los casos, prácticas que rozan la ilegalidad.
Y mientras tanto, ¿qué hace Patricia Bullrich? Declama seguridad, promete mano dura y recurre al gendarme como símbolo de orden. Pero en la práctica, lo somete a las mismas condiciones indignas que aplica sobre el conjunto de los trabajadores estatales. La ministra que se llena la boca hablando de la “autoridad del Estado” es la misma que lo desmantela por dentro, hasta dejar a sus propios agentes sin recursos, sin infraestructura y sin futuro.
El cinismo del gobierno se hace carne en esta postal repetida: un joven gendarme en plena represión, recibiendo piedras, puteadas y gases, mientras en su bolsillo no tiene ni para pagar la SUBE. Esa escena, que podría parecer anecdótica, es en realidad el síntoma de una lógica más profunda: el vaciamiento deliberado de todo lo que huela a público, a estatal, a estructura de país. Incluso cuando eso implique devorarse a sus propios soldados.
No se trata de defender un modelo de seguridad represivo ni mucho menos de idealizar a las fuerzas. Pero sí de señalar la hipocresía de un gobierno que se arroga el monopolio del orden mientras socava las condiciones mínimas de quienes lo sostienen. Un gobierno que promueve la confrontación social, la represión como norma y la pauperización como destino.
La crisis de la Gendarmería es también la crisis de un modelo que se cae a pedazos. Porque ni la autoridad ni el respeto pueden sostenerse sobre sueldos de hambre. Porque ningún país puede construirse sobre la base de fuerzas castigadas, empobrecidas y manipuladas. Porque los palos, cuando no alcanzan para comprar el pan, terminan volviéndose contra quien los empuña.
Javier Milei y Patricia Bullrich han hecho de la Gendarmería un símbolo de fuerza, pero a costa de deshumanizarla, precarizarla y reducirla a una herramienta de castigo social. Una estrategia peligrosa, cínica y profundamente injusta, que tarde o temprano, como todo lo que se cimenta en la miseria ajena, terminará explotando.
Sueldos estimados de la Gendarmería Nacional – Julio 2025
1. Gendarme (inicio de carrera)
💰 Sueldo estimado: $400.000 a $450.000
⏳ Observación: Es el rango más bajo. Generalmente recién ingresados, con tareas básicas o de patrullaje.
2. Cabo / Cabo Primero
💰 Sueldo estimado: $500.000 a $600.000
⚙️ Observación: Con algunos años de experiencia, participan en operativos y tareas administrativas.
3. Sargento / Sargento Primero / Sargento Ayudante
💰 Sueldo estimado: $600.000 a $700.000
📌 Observación: Suboficiales con funciones de supervisión de personal y tareas operativas de más complejidad.
4. Suboficial Principal / Mayor / Ayudante Mayor
💰 Sueldo estimado: $750.000 a $900.000
🛠️ Observación: Ya con alto grado de responsabilidad en logística, operativos, y conducción de unidades.
5. Oficial Subalterno (Alférez / Primer Alférez)
💰 Sueldo estimado: $900.000 a $1.000.000
🧭 Observación: Inician su carrera como mandos medios, con capacidad de liderazgo en pequeñas unidades.
6. Oficial Superior (Comandante / Comandante Principal / Comandante Mayor)
💰 Sueldo estimado: $1.100.000 a $1.400.000
🪖 Observación: Ejercen funciones de jefatura en escuadrones, áreas técnicas o tácticas y zonas estratégicas.
7. Comandante General (Máxima jerarquía en la Fuerza)
💰 Sueldo estimado: $1.500.000 a $1.800.000
🎖️ Observación: Ocupan cargos en la cúpula de la Gendarmería, como conducción política-operativa.
Importante:
Estos valores pueden variar ligeramente según la zona geográfica, antigüedad, horas extra, viáticos, riesgo operativo y otros adicionales. Sin embargo, lo más relevante es que la mayoría de los efectivos cobra por debajo de la línea de pobreza, incluso en rangos medios, y muy lejos de lo que cuesta vivir dignamente en Argentina.
Fuente:
https://www.lavoz.com.ar/servicios/como-son-los-salarios-de-gendarmeria-nacional-en-julio-de-2025/




















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