La tapa que encubrió dos asesinatos: a 23 años de la mentira mediática que marcó a Clarín y al poder político

El 26 de junio de 2002, Maximiliano Kosteki y Darío Santillán fueron asesinados en Avellaneda. Clarín tuvo las fotos que probaban la responsabilidad policial, pero su portada eligió otra verdad. El trasfondo económico y político detrás de una de las peores tapas de la historia argentina.

A 23 años de la Masacre de Avellaneda, un hilo del periodista Ignacio Hutin recuerda cómo el Grupo Clarín, endeudado y necesitado del favor oficial, publicó el 27 de junio de 2002 la tapa que rezaba “La crisis causó 2 nuevas muertes”, mientras ocultaba evidencia que incriminaba a la Bonaerense. Un caso paradigmático sobre la relación entre medios, poder político y el manejo de la verdad.

Hoy se cumplen 23 años de una de las portadas más polémicas y vergonzantes del periodismo argentino. “La crisis causó 2 nuevas muertes”, tituló Clarín el 27 de junio de 2002, apenas un día después de la represión en el Puente Pueyrredón que terminó con el asesinato de los militantes sociales Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.

La volanta de aquella tapa —“No se sabe aún quiénes dispararon contra los piqueteros”— contrastaba brutalmente con la verdad que el propio diario ya tenía en sus manos. Según relata Ignacio Hutin, periodista de Infobae, Clarín había recibido ese mismo 26 de junio las fotos tomadas por Pepe Mateos, su propio fotógrafo, en la estación de Avellaneda. En ellas se veía con claridad el accionar de los policías Alfredo Fanchiotti y Alejandro Acosta, responsables directos de los disparos.



La secuencia fotográfica no dejaba margen para la duda. Sin embargo, Clarín decidió tapar la responsabilidad policial bajo el eufemismo de “la crisis”, instalando la idea de que las muertes eran consecuencia difusa del caos social y económico de la época.

Mientras tanto, otro fotógrafo, Sergio Kowalewski, free-lance, reveló las imágenes en su casa y las llevó a Página 12 el 27 de junio. Ese medio las publicó el día 28, forzando a Clarín a rectificar. Aun así, el daño ya estaba hecho: la primera gran impresión mediática había sembrado la confusión y contribuido al clima de impunidad.


Los negocios detrás de la mentira

¿Por qué el mayor grupo mediático del país eligió publicar algo que era mentira y, además, fácilmente desmentible?

Hutin explica que por entonces el Grupo Clarín estaba fuertemente endeudado, principalmente por la compra de empresas de televisión por cable durante la década anterior. Pocos días antes de Avellaneda, en mayo de 2002, el gobierno de Eduardo Duhalde había aprobado la incorporación del mecanismo de Cram Down, solicitado por el FMI, que abría la posibilidad de que empresas en concurso preventivo fueran adquiridas por nuevos inversores.

En ese contexto, Clarín necesitaba oxígeno financiero y el Gobierno requería, con urgencia, el sostén político y comunicacional de los grandes medios. Así, la mutua dependencia derivó en una portada que falseó la verdad y encubrió la responsabilidad policial en los asesinatos.

No fue casualidad, además, que poco tiempo después, Duhalde impulsara la Ley 25.750 —finalmente sancionada por Néstor Kirchner en 2003— que limitó al 30% la participación extranjera en el capital accionario de empresas periodísticas, una norma clave para proteger a los grandes grupos mediáticos argentinos.


“El negocio de los medios es la credibilidad”

Frente a la presión social y la evidencia publicada por Página 12, Clarín se vio obligado a mostrar las fotos el 28 de junio. No obstante, Diego Goldberg, editor de fotografía del diario, insistió en que la secuencia no bastaba para responsabilizar a la policía, algo que Pepe Mateos desmintió rotundamente: las imágenes eran contundentes.

En palabras de Kowalewski, “el negocio de los medios es la credibilidad. Necesitás recomponerte para hacerte creíble. Si todos te están mostrando que lo que vos dijiste es mentira, tenés que reconvertirte rápidamente”.

Consecuencias políticas y judiciales

Seis días después de los asesinatos, Eduardo Duhalde convocó a elecciones anticipadas y desistió de su candidatura. La responsabilidad de la Policía Bonaerense terminó siendo reconocida públicamente.

En 2006, el Tribunal Oral N° 7 de Lomas de Zamora condenó a prisión perpetua al comisario Alfredo Fanchiotti y al cabo Alejandro Acosta como coautores de doble homicidio y tentativa de homicidio de otras siete personas. Otros cinco policías fueron condenados por encubrimiento agravado.

Una historia que sigue interpelando

A más de dos décadas, el caso Kosteki y Santillán sigue siendo un doloroso símbolo de cómo el poder político y económico puede influir en el relato mediático. En tiempos donde se reinstala un discurso que defiende irrestrictamente a las fuerzas de seguridad, como si fueran infalibles e incapaces de actuar con malicia, recordar esta historia resulta imprescindible.

No es solo memoria. Es también una advertencia sobre los peligros de un periodismo subordinado a intereses ajenos a la verdad y al derecho de la sociedad a estar informada.

Para quien desee profundizar en cómo, quién y por qué decide publicar —o no— imágenes violentas en los medios, Hutin recomienda un documental disponible en YouTube y menciona que abordó el tema en su tesis de grado, donde también analiza el caso Kosteki y Santillán.

La tapa de Clarín sigue ahí, como testigo incómodo de una verdad que se quiso callar, pero terminó gritando desde las fotos.

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