Villaverde festejó en soledad su llega al Senado a pesar de sus causas por drogas en Estados Unidos

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La senadora electa por La Libertad Avanza, Lorena Villaverde, celebró su ingreso al Senado con frases grandilocuentes y un festejo improvisado en Roca. Detrás del discurso del “miedo vencido” se esconde un modelo que castiga a los trabajadores, vacía el Estado y, según documentos estadounidenses, acumula una sombra por narcotráfico que pone aún más en cuestión su llegada al Congreso.

Lorena Villaverde eligió el monumento a la Manzana de Roca para celebrar su triunfo electoral, rodeada de unas treinta personas y de un discurso que suena más a libreto que a convicción. “El miedo fue vencido por la libertad”, proclamó ante los micrófonos, en una escena que pretendía épica pero terminó pareciendo un monólogo de marketing libertario.

Villaverde obtuvo una banca en el Senado con el 30,2 % de los votos, apenas por encima de Fuerza Patria. Sin embargo, en lugar de hablar del hambre, de la desocupación o del cierre de pymes rionegrinas, prefirió repetir el catecismo del mileísmo: “la verdad ganó sobre la mentira”, “la esperanza sobre la barbarie”. Frases huecas que intentan tapar el ruido del ajuste.

En Río Negro, la “libertad” de la que habla Villaverde se traduce en hospitales con guardias reducidas, comedores sin asistencia nacional y universidades al borde del colapso presupuestario. No hay miedo vencido: hay miedo multiplicado. Miedo a perder el empleo, miedo a enfermarse, miedo a que los jóvenes se vayan del país porque el proyecto libertario sólo les ofrece precariedad.

Resulta paradójico escuchar a la senadora electa hablar de “reformas laborales, tributarias y penales tan necesarias”. En la jerga del mileísmo, “reforma laboral” significa recorte de derechos, “reforma tributaria” alivio para los grandes grupos económicos y “reforma penal” más castigo para los pobres. Bajo el disfraz del cambio, se consolida un modelo que expulsa, ajusta y reprime.

La euforia de Villaverde contrasta con la realidad que atraviesa su provincia. Río Negro es una de las más afectadas por el freno a la obra pública y el derrumbe del consumo interno. Los intendentes denuncian falta de fondos, los docentes reclaman paritarias congeladas y los trabajadores estatales sobreviven a un Estado que el gobierno de Javier Milei vacía con el aplauso de su nueva senadora.

Además, lo que hasta hace semanas se intentaba mantener en penumbra hoy salta a la luz: documentos oficiales de los Estados Unidos indican que Villaverde fue detenida en Miami en 2002 acusada de intentar comprar un kilo de cocaína por valor aproximado de 17.000 dólares, según registros del Estado de Florida. La Izquierda Diario+3PAGINA12+3Clarín+3 También se informa que le fue prohibido el ingreso al país norteamericano. Esta información pone en cuestión no sólo su discurso, sino su legitimidad para ocupar una banca en el Congreso: ¿qué ciudadana puede alzar la voz contra el narcotráfico si arrastra este tipo de señalamientos?

Villaverde se presenta como la voz de los emprendedores, pero nada dice sobre las tarifas dolarizadas que destruyen cualquier intento de inversión local. Habla de “rionegrinas maltratadas” mientras apoya un gobierno que eliminó los programas contra la violencia de género y desmanteló el Ministerio de Mujeres. Su discurso no resiste el contraste con los hechos: es puro relato.

La senadora de Milei agradeció al “proyecto de país” que conduce el presidente. Y tiene razón en una cosa: su llegada al Senado consolida ese proyecto. Un proyecto de concentración económica, persecución ideológica y transferencia brutal de recursos desde las provincias hacia los grandes fondos financieros. Villaverde será una pieza más en ese engranaje.

La escena del festejo en Roca —modesta, casi silenciosa— sintetiza la distancia entre el entusiasmo artificial del mileísmo y la vida real de la gente. No hubo multitudes, ni banderas, ni alegría popular. Apenas un puñado de militantes convencidos de que repetir consignas es suficiente para gobernar. Mientras tanto, el “miedo” del que habla Villaverde sigue ahí: en los barrios que ya no llegan a fin de mes, en los jubilados que el Gobierno humilla cada miércoles, en los trabajadores que miran con angustia el futuro.

La libertad que Milei y Villaverde proclaman no es la de los pueblos sino la de los poderosos. La libertad de especular, despedir, fugar y acumular. El resto —la mayoría— sigue preso del ajuste.

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