Fuerte crítica del Financial Times: “Es una forma descarada de imperialismo financiero”

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La intervención de la administración Trump en apoyo al gobierno de Milei abre una crisis de confianza global, exhibe la debilidad de la economía argentina y plantea serias dudas sobre la soberanía nacional.


Un editorial del Financial Times y análisis especializados advierten que el auxilio financiero para la Argentina no sólo está plagado de incertidumbres técnicas, sino también de una lógica de dependencia y riesgo geopolítico que podría dejar al país aún más vulnerable.

En los pasillos del poder global, la palabra “rescatar” suena a victoria. Pero cuando ese rescate envuelve a la Argentina y al gobierno de Javier Milei, se transforma en alerta. Según un durísimo editorial del Financial Times, lo que está ocurriendo con el plan de apoyo estadounidense “es una forma descarada de imperialismo financiero”. La frase no es menor: introduce un cuestionamiento de fondo al rol de EE.UU. como acreedor global y al lugar de la Argentina en ese tablero.

Primero: la fragilidad económica que Milei heredó se agrava ante una apuesta política tan ambiciosa como riesgosa. El peso ya cotiza con una sobrevaloración estimada en un 20 % y las reservas del país están en niveles peligrosamente bajos, advierte el análisis.  Es decir: no es sólo el “plan” lo que preocupa, sino que la base sobre la que se apoya ese plan es endeble, movediza, quebradiza. Los votantes ya se están rebelando contra las políticas radicales de libre mercado que el presidente impone, y entrar en esta alianza con EE.UU. no hace más que intensificar la presión.

Segundo: la geopolítica financiera entra con fiereza. En su columna, la periodista del FT señala que Trump estaría usando el dólar como arma diplomática.  Ese mecanismo implica que la Argentina no sólo acepte el rescate, sino que posiblemente acepte condiciones que comprometan su soberanía económica y política. Es ese aspecto el que me parece más grave: cuando un país con la historia de nuestra nación queda en dependencia de otro, en lugar de diseñar su propio camino, el mensaje al interior es claro: “no tenemos control pleno”. Y en un país que votó libremente a un presidente que prometía libertad económica absoluta, eso no sólo es una contradicción: es una traición simbólica a la promesa original.

Tercero: la falta de apoyo interno en EE.UU. también golpea. El editorial advierte que, mientras la administración de Trump le pide a Washington que ponga recursos en Argentina, al mismo tiempo recorta gastos en áreas sensibles dentro de su propio país como la salud.  ¿Qué significa esto para el ciudadano argentino común? Que somos piezas de un juego mayor donde la política doméstica de otro país decide nuestro destino. Eso debería indignarnos.

Ahora bien: ¿va a funcionar? La respuesta corta es: no está claro. La nota lo dice sin rodeos. El “MADA” (Make Argentina Default Again), como ya lo bautizaron algunos en los mercados, recopila todos los ingredientes para un guion dramático de riesgo: crisis cambiaria, reservas menguantes, recesión a la vista y una estrategia de libre mercado que parece no haber convencido a la mayoría.  Y ahí es donde la cuestión económica se convierte en política y social, porque la recesión y la devaluación no golpean igual a todos: los sectores vulnerables, los trabajadores, los que ya están al borde, serán los más afectados. Y eso lo sabemos en Argentina.

El gobierno de Milei, lejos de exhibir confianza, debería estar preparándose para maniobrar en aguas turbulentas. Pero lo que vemos es una apuesta pública sin explicaciones convincentes. ¿Por qué habilitar una intervención de este calibre sin haber generado antes indicadores macroeconómicos sólidos? ¿Por qué promocionar un relato de “libertad total” mientras se aceptan rescates que implican sumisión financiera? La contradicción es brutal.

Desde el progresismo norteamericano también saltaron voces. La revista Politico denunció lo que ya muchos intuíamos acá: esta “extraordinaria intervención estadounidense” no se trata sólo del auxilio a Argentina, sino de una apuesta geopolítica del presidente Trump a su aliado.  En otras palabras, la Argentina sirve de tablero, no de socio igualitario.

El momento electoral argentino está encima, y la intersección entre economía y política nunca había sido tan transparente. Una vez más, lo que se está jugando no es sólo una elección: se está jugando nuestro modelo de país, la percepción externa sobre nuestra soberanía y la calidad real de democracia que tenemos. Si este rescate fracasa, no solo los bolsillos de los argentinos pagarán el costo, sino también nuestra credibilidad internacional y nuestra autonomía.

La incomodidad del escenario está fuera de duda. Tenemos ante nosotros un gobierno que celebra “libertad económica”, pero que en los hechos recurre a un salvavidas extranjero que lo coloca en deuda política y financiera. Y los efectos — sociales, económicos, simbólicos — podrían ser mucho más devastadores que los parches de campaña que estamos viendo hoy. Si el futuro de la Argentina debe construirse sobre la sumisión a un préstamo, mal vamos.

En conclusión, este plan de rescate no sólo debería preocuparnos, sino despertarnos. Porque no es un simple “auxilio”, es una redefinición de nuestra dependencia, una exhibición de vulnerabilidad y un aviso de que la soberanía económica argentina está en la encrucijada. Y si no tomamos nota ahora, quizás sea demasiado tarde para darnos cuenta de quién tomó el control realmente.

Fuentes

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