A sólo tres días del cierre de listas, la tan promocionada confluencia entre el PRO y La Libertad Avanza naufraga entre desconfianzas, vetos cruzados y un feroz debate interno que erosiona al macrismo desde sus propias bases. Ni siquiera el regreso de Mauricio Macri logra aplacar las tensiones que sacuden al partido amarillo.
El experimento político entre el PRO y La Libertad Avanza está entrando en zona de colisión. A tres días del cierre de listas, lo que parecía una confluencia estratégica entre el partido fundado por Mauricio Macri y la fuerza que llevó a Javier Milei a la presidencia, se convierte en una novela de desencuentros, vetos y fuego cruzado. La mesa chica del PRO, encabezada por Macri, convocó a una reunión urgente para intentar ordenar el tablero. Pero lo que se encontró fue una escena fragmentada, donde ni siquiera los halcones pueden coincidir en una hoja de ruta.
En la sede porteña de Balcarce 412, una veintena de dirigentes del PRO se reunieron este sábado con el objetivo de definir la política de alianzas de cara a las elecciones legislativas de 2025. En teoría, la reunión era para ratificar el acercamiento con La Libertad Avanza. En la práctica, lo que reinó fue el desconcierto y la tensión. Hubo acuerdos, sí, pero también profundas diferencias que desnudan el carácter inestable de una coalición donde los egos, los rencores y las ambiciones personales pesan más que cualquier programa común.
Mauricio Macri intentó imponer orden, pero no logró apagar el incendio. Aunque la mayoría manifestó su voluntad de avanzar con un acuerdo con el oficialismo libertario, el debate sobre la integración de listas comunes y la participación real del PRO en las candidaturas abrió grietas visibles. Una de las más notorias: la resistencia a que La Libertad Avanza imponga condiciones unilaterales. El veto de la Casa Rosada a María Eugenia Vidal, que tenía intenciones de encabezar la lista de diputados en CABA, fue una bomba de fragmentación que desató malestar interno.
No se trata solamente de un conflicto entre dirigentes: lo que está en juego es la identidad misma del PRO. ¿Puede una fuerza nacida como alternativa al kirchnerismo transformarse en una fuerza auxiliar del mileísmo sin perder su razón de ser? ¿Hasta dónde se puede resignar autonomía política en nombre de un supuesto pragmatismo electoral? Estas son las preguntas que retumban en los pasillos del partido. Y por ahora, nadie tiene respuestas convincentes.
Las discusiones se tornaron acaloradas. Algunos dirigentes, como la exministra Patricia Bullrich, que no participó del encuentro por estar fuera del país, ya cerraron filas con el oficialismo y son partidarios de una fusión sin matices. Otros, como los diputados Silvia Lospennato y Cristian Ritondo, pidieron explicaciones por la exclusión de figuras propias y denunciaron una subordinación preocupante al gobierno de Javier Milei. En ese clima de tensión, sobresale la pregunta incómoda: ¿a quién le sirve realmente este acuerdo?
Lo que parecía una estrategia de supervivencia para el PRO, se transforma rápidamente en una trampa mortal. Lejos de ganar protagonismo, el partido de Macri parece licuarse en la lógica libertaria. Los funcionarios PRO que hoy integran el gabinete nacional, como Patricia Bullrich, Luis Petri o Diego Santilli, no sólo responden a Milei, sino que actúan con una independencia que alarma a los cuadros históricos del partido. La imagen del PRO como un socio menor que cede sin negociar, golpea fuerte en las bases del macrismo.
La situación es particularmente crítica en la Ciudad de Buenos Aires, el bastión histórico del PRO. Allí, el cierre de listas se transformó en una verdadera carnicería. La negativa de La Libertad Avanza a incorporar a Vidal –y el silencio del presidente Milei frente a esa decisión– desató un cortocircuito interno. Macri intentó mediar, pero la falta de reciprocidad por parte del oficialismo sembró dudas incluso entre los más leales. Se discute la conveniencia de competir en internas, pero también se baraja la posibilidad de romper el acuerdo si las condiciones siguen siendo humillantes.
Lo más inquietante es que, aun en medio de este caos, Macri sigue sin fijar una postura clara. Evita romper, pero tampoco avala abiertamente una fusión total con el mileísmo. Su liderazgo, otrora indiscutido, ahora parece desgastado por la propia inercia de un partido que no sabe si acompañar el experimento libertario o reinventarse desde la oposición. La sensación de naufragio se cuela en cada intervención, en cada reunión, en cada gesto contenido.
La estrategia oficial de La Libertad Avanza, en tanto, es evidente: fagocitar al PRO sin absorberlo del todo. Un modelo que le garantiza al presidente Milei la posibilidad de usar cuadros políticos experimentados sin compartir poder real. El veto a Vidal no fue un gesto aislado; fue una demostración de fuerza. En esa lógica, los libertarios no están dispuestos a negociar: quieren subordinación, no alianzas.
Lo curioso es que, a pesar de este destrato, el PRO sigue intentando acercarse. Algunos lo hacen por convicción; otros por miedo a desaparecer electoralmente. Pero lo que queda claro es que el costo político de esa decisión puede ser altísimo. La alianza con La Libertad Avanza no sólo expone las contradicciones internas del PRO, sino que amenaza con diluirlo hasta la irrelevancia.
Así, el partido que alguna vez gobernó la Nación y fue la principal fuerza opositora al kirchnerismo, hoy se encuentra atrapado en una encerrona existencial. Coquetea con un gobierno que lo desprecia, se divide entre halcones obedientes y halcones díscolos, y no logra consolidar un rumbo claro. Cada día que pasa sin definiciones, la fractura se profundiza. Y el cierre de listas, que debería ser una instancia de organización, se vive como una cuenta regresiva hacia el abismo.
El reloj avanza y el PRO tambalea. La promesa de una alianza estratégica se disuelve entre vetos, silencios y desconfianzas. A tres días del cierre de listas, lo que debería ser un pacto de poder se parece más a una rendición anticipada. El macrismo, en su versión más desnuda, enfrenta una crisis que no es sólo electoral: es una crisis de sentido.
Fuente:
https://www.pagina12.com.ar/847119-reunion-del-pro-debaten-las-diferencias-para-llegar-a-un-acu
























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