La actualización de la cuenta especializada Coronavirus Argentina volvió a encender las alarmas sanitarias: ya son 7 los niños fallecidos por tos convulsa (coqueluche) en el país. Las cifras son estremecedoras no solo por el número, sino por lo que revelan:
ninguna de las víctimas tenía antecedente de vacunación, ni por edad ni por falta de vacunación materna durante el embarazo.
Los datos desglosados muestran el impacto directo sobre los más vulnerables:
4 bebés menores de 6 meses,
1 niño entre 6 y 11 meses,
2 entre 12 y 23 meses.
En todos los casos, la ausencia de inmunización dejó a los chicos completamente expuestos a una enfermedad que la ciencia controla desde hace décadas.
La periodista científica Nora Bär reforzó el diagnóstico con una advertencia tan simple como contundente:
“Ya murieron SIETE chicos por tos convulsa, una enfermedad prevenible por vacunación”.
En un país donde los especialistas vienen alertando sobre la caída histórica en las coberturas de vacunas obligatorias, cada muerte es una señal urgente. La tos convulsa no es una fatalidad inevitable: es el resultado directo de un retroceso en políticas públicas de prevención, campañas de vacunación discontinuadas y un Estado que hoy se corre del rol activo en salud.
Mientras las autoridades siguen sin desplegar una estrategia clara para revertir el desplome de la vacunación infantil, el brote avanza. La ciencia es tajante: la única barrera efectiva es la vacuna. Y hoy, esa barrera está rota.




















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