Premio Gorila del Día a Mercedes Ninci: «Háganle un cerramiento en el balcón»

Mercedes Ninci y el retorno del discurso gorila: desprecio clasista, odio a Cristina y show en lo de Mirtha. La periodista lanzó una catarata de comentarios estigmatizantes contra Cristina Fernández de Kirchner en la mesa de Mirtha Legrand. Un monólogo de odio, ignorancia jurídica y desprecio por la voluntad popular.

En el programa de Mirtha Legrand emitido por Canal 13, Mercedes Ninci desplegó un discurso agresivo y revanchista contra la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, con afirmaciones infundadas, burlas clasistas y un tono que revela el desprecio visceral del antiperonismo más rancio. Las palabras de Ninci no solo revelan una profunda incomprensión del proceso judicial, sino también una peligrosa banalización del lawfare y la proscripción política.

En una nueva entrega del ya conocido show mediático de La Noche de Mirtha, esta vez no fue la conductora quien quedó en el centro de la polémica, sino una de sus invitadas: la periodista Mercedes Ninci. Durante una conversación cargada de prejuicios, desinformación y odio de clase, Ninci se refirió a la situación judicial de Cristina Fernández de Kirchner con un tono que oscila entre la burla, la estigmatización y la furia contenida de la militancia gorila.

«Lo que es indignante es la reina bailando en el balcón», lanzó, indignada, en referencia al supuesto comportamiento de la ex presidenta desde su domicilio. Acto seguido, pidió con tono entre irónico y autoritario: “Le digo al Tribunal Oral número 2: háganle un cerramiento en el balcón”. La escena, más propia de un sketch grotesco que de un análisis serio, revela no sólo el desprecio de Ninci por los derechos básicos de una ciudadana, sino también una peligrosa nostalgia por la mordaza judicial y la censura física.

Lo que quedó al desnudo en este diálogo no fue una crítica política, sino una vendetta personal disfrazada de opinión pública. Afirmaciones como “Cristina ladrona, robó y va a la cárcel, es simple”, o la insistencia en negar cualquier tipo de respaldo popular a la figura de la ex mandataria, forman parte de un libreto que responde menos al periodismo y más a una militancia ideológica que parece añorar los años de proscripción.

Ninci, envalentonada, deslizó una interpretación completamente errónea del proceso judicial: “La Corte Suprema la condenó, no hay apelación posible”. Lo cierto es que, como cualquier abogado mínimamente informado sabe, la Corte Suprema no juzga ni condena. Su rol en esta causa fue simplemente validar lo actuado por tribunales inferiores, sin emitir juicio propio sobre el fondo de la cuestión.

La periodista también insinuó que el deseo de Cristina de permanecer en su domicilio de la calle San José, en CABA, obedece a una necesidad de «hacer show desde el balcón», como si la visibilidad pública de una figura política –aunque injustamente condenada y perseguida– fuera motivo suficiente para restringirle derechos.

En el mismo monólogo, Ninci relativizó el apoyo popular que recibe la ex presidenta, burlándose de la cantidad de personas que la acompañaron en distintas movilizaciones: “Estos días no fue nadie… ni siquiera estuvo Kicillof”. El intento por aislar políticamente a Cristina se derrumba frente a la realidad de millones que aún la respaldan, en las calles y en las urnas.

Pero quizás la frase más grave del segmento fue la siguiente: “No es Santa Cristina, es Cristina ladrona”. Esa afirmación, sin pruebas ni argumentos legales, es el resumen perfecto de la justicia por los medios que se viene promoviendo desde los sectores más rancios del antikirchnerismo: el señalamiento moral antes que la sentencia firme, el escarnio público antes que el debido proceso.

Lo más alarmante es que este tipo de discursos se reproducen con total naturalidad en un canal de televisión abierta, sin que ningún interlocutor, incluida la propia Mirtha Legrand, haya intentado frenar semejante exhibición de odio.

El periodismo argentino, especialmente el televisivo, atraviesa un proceso de degradación en el que voces como la de Mercedes Ninci no sólo son toleradas, sino celebradas por ciertos sectores de poder. En nombre de una supuesta libertad de expresión, se habilita la criminalización del adversario político, la judicialización selectiva y la humillación pública.

No se trata ya de un debate ideológico. Lo que Mercedes Ninci expresó en el programa de Canal 13 no fue una opinión, sino una operación mediática con tufo a proscripción. Su intervención no hace más que alimentar la violencia simbólica y la lógica del linchamiento, en un país donde la democracia y el respeto a las instituciones deberían ser valores innegociables.

Las palabras de Ninci son el reflejo más crudo del gorilismo posmoderno: sin pudor, sin fundamentos y sin responsabilidad. En ese espejo se miran muchos que, incapaces de vencer a Cristina Fernández de Kirchner en las urnas, insisten en intentar destruirla en los medios, en los tribunales y ahora, hasta en su propio balcón.

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