“No es terapia, es pseudociencia”: la advertencia de un Psicólogo sobre las constelaciones familiares

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El psicólogo Luis Miguel Real publicó un hilo que superó las 700 mil visualizaciones advirtiendo sobre los riesgos de las constelaciones familiares. Describió esta práctica como una pseudoterapia que manipula emociones, confunde procesos y puede causar daño real en personas vulnerables.

El debate sobre la salud mental en redes sociales suele moverse entre la información rigurosa y la avalancha de discursos seudocientíficos que prometen “sanar” sin evidencia alguna. En medio de esa tensión, el psicólogo Luis Miguel Real decidió poner los puntos sobre las íes y desarmar uno de los fenómenos de moda dentro del llamado “bienestar emocional”: las constelaciones familiares. Su hilo, publicado el 28 de noviembre, se volvió viral con más de 737 mil visualizaciones, no solo por la claridad del mensaje, sino porque se mete con una de esas prácticas que se expandieron por el boca a boca, los talleres motivacionales y el consumo espiritual superficial.

Real no eligió un tono tibio ni diplomático; fue directo: “Las constelaciones familiares no son una terapia. Son una pseudoterapia. Y de las peligrosas”. Con esa frase encendió la discusión y abrió un hilo que busca, según él mismo plantea, proteger a quienes están emocionalmente vulnerables y pueden terminar atrapados en experiencias que prometen lo que no pueden ofrecer.

En su análisis, el psicólogo señala que estas prácticas se venden como algo “emocional”, “espiritual” o de “crecimiento personal”, pero en realidad se basan en premisas sin sustento. El corazón de su advertencia es simple: no existe evidencia científica que respalde que una persona puede cargar traumas de sus antepasados, mucho menos que pueda resolver sus conflictos actuales a través de dramatizaciones guiadas por un facilitador que no siempre tiene formación profesional.

Real describe con ironía –pero también con crudeza– cómo funcionan estas dinámicas: sesiones donde desconocidos representan a la “abuela muerta”, al “padre ausente” o a cualquier figura del árbol genealógico, con la promesa de liberar “energías” que supuestamente explican los problemas del presente. Para el psicólogo, la base conceptual ya es un disparate, pero lo más grave es lo que ocurre emocionalmente con quienes participan.

Según advierte, el verdadero peligro no está en la teatralidad de la puesta en escena sino en la narrativa que instala: te invita a buscar explicaciones místicas en tu linaje familiar en lugar de analizar tus decisiones actuales, tus vínculos o tu contexto. Es decir, desplaza la responsabilidad personal, genera confusión y puede llevar a que una persona deje de hacerse preguntas relevantes por enfocarse en dinámicas inexistentes.

El hilo subraya un punto clave: muchas personas que llegan a estos espacios lo hacen desde la desesperación, buscando alivio urgente a situaciones de dolor. Allí es donde se produce el riesgo mayor, porque un facilitador sin la formación adecuada puede abrir heridas profundas sin tener las herramientas para contenerlas o acompañarlas clínicamente. Real lo define de manera contundente: “Es una fantasía emocional que confunde, retrasa procesos y, en algunos casos, reabre heridas que no saben cómo contener”.

No es la primera vez que psicólogos y especialistas en salud mental advierten sobre los riesgos de las pseudoterapias. Sin embargo, el fenómeno de las constelaciones familiares se masificó en los últimos años: talleres que prometen “sanar el linaje”, cuentas de redes sociales que venden la idea de “ordenar el sistema familiar” y un lenguaje seductor que mezcla espiritualidad, emocionalidad y una estética terapéutica que confunde a quien busca respuestas rápidas.

Lo que hace Real en su hilo es recordar que detrás de esa estética amable se esconde una práctica sin rigor, sin estudios que la avalen y con potencial para hacer daño. Su advertencia incomoda, como él mismo escribió: “Esto va a molestar, pero hay que decirlo”. Y molesta porque desnuda un mercado creciente que opera donde la ciencia no llega y donde el dolor personal se convierte en nicho comercial.

En tiempos donde lo emocional se convierte en tendencia y donde lo espiritual se viraliza con filtros y frases motivacionales, voces como la de Luis Miguel Real funcionan como un contrapeso necesario. Su hilo no busca ridiculizar a quienes participaron en estos espacios, sino cuidar a quienes pueden caer en dinámicas que prometen sanación cuando no ofrecen ninguna herramienta real.

Su mensaje final es claro: una práctica que se presenta como terapia pero carece de base científica no puede más que conducirte a caminos confusos. Y en salud mental, lo confuso no es solo un problema: puede ser peligroso.

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