En redes sociales estalló la polémica: una idea promovida en el entorno del gobierno libertario plantea habilitar jornadas laborales de hasta trece horas diarias bajo el argumento de la “libertad de contratación” entre empleador y empleado. Para la mayoría de los argentinos, la propuesta no es otra cosa que una legalización del esclavismo moderno.
El borrador de la iniciativa comenzó a circular días atrás en medios y redes, luego de que el empresario tecnológico Martín Varsavsky, cercano al presidente Javier Milei, sugiriera públicamente que en la Argentina debería permitirse que empleadores y empleados acuerden jornadas de hasta trece horas sin intervención estatal. Aunque el propio Ejecutivo no la formalizó aún, el concepto refleja fielmente la filosofía del gobierno: reducir al mínimo la intervención del Estado y permitir que las partes “libremente” acuerden condiciones laborales.
El argumento central es que la jornada de ocho horas, vigente en Argentina desde 1929 gracias a la Ley 11.544, sería una imposición anacrónica que frena la productividad. Según esta mirada libertaria, si un trabajador “quiere” trabajar trece horas, el Estado no debería impedírselo. El problema es que en la práctica no hay libertad donde hay necesidad: aceptar trabajar trece horas para no ser despedido no es una elección, es una forma de coerción económica.
El modelo que inspira esta idea surge de Grecia, donde el Parlamento aprobó una reforma que permite ampliar la jornada laboral hasta trece horas diarias en ciertos días del año. El gobierno heleno la presentó como una medida de flexibilización, pero los sindicatos la denunciaron como un retroceso civilizatorio. La comparación no es casual: Milei ha elogiado públicamente las políticas de desregulación europeas y su equipo económico estudia modelos de máxima eficiencia en países con salarios deprimidos y derechos laborales debilitados.
En la narrativa oficial libertaria, la libertad equivale a desprotección. Bajo la excusa de que el Estado coarta la relación laboral, se impulsa un esquema en el que el trabajador queda completamente expuesto a la voluntad empresarial. El concepto de “acuerdo voluntario” es ilusorio en un contexto de desempleo y pobreza estructural. La libertad de pactar una jornada de trece horas sin límites no es libertad: es la institucionalización del abuso. Además, esta propuesta contradice abiertamente los convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que establecen un máximo de ocho horas diarias y el derecho irrenunciable al descanso. Argentina es signataria de esos acuerdos, que tienen rango constitucional desde la reforma de 1994.
Las redes sociales reaccionaron con furia ante la noticia. Miles de usuarios calificaron el proyecto como un intento de imponer esclavismo moderno. Los sindicatos y especialistas en derecho laboral también advirtieron que la medida profundizaría la desigualdad y normalizaría la explotación. En lugar de promover la productividad, argumentan, provocaría agotamiento, accidentes laborales y un colapso del equilibrio entre trabajo y vida personal. Incluso voces empresariales reconocen que un esquema de trece horas podría generar conflictos, ausentismo y menor rendimiento, lo que terminaría afectando la eficiencia que supuestamente se busca mejorar.
La idea de extender la jornada encaja perfectamente con la estrategia global del gobierno de Javier Milei: ajuste, desregulación y transferencia de ingresos hacia el capital. Mientras se recortan salarios reales, jubilaciones y subsidios, se busca ampliar la “productividad” a costa del tiempo y la salud de los trabajadores. El Estado se retira de su rol de garante de derechos para convertirse en un árbitro ausente, observando cómo el mercado dicta las reglas.
La jornada de ocho horas fue una conquista histórica del movimiento obrero, sellada con sangre en las luchas de Chicago en 1886. Volver a discutir si un ser humano puede trabajar trece horas al día no es una modernización sino un viaje al pasado, al capitalismo más brutal y sin límites. Bajo el discurso de la libertad, el proyecto libertario propone una Argentina donde el descanso es un privilegio y la explotación, una elección.
Fuentes:
Foto de Portada: Redes Sociales
RTVE – “Grecia aprueba ampliar la jornada laboral hasta las 13 horas diarias”
Infobae – “Grecia aprueba las jornadas de trabajo de 13 horas diarias tras dos semanas de protestas”
Los Andes – “Jornada laboral de 13 horas: la palabra de un empresario cercano a Milei”
Swissinfo – “Legisladores griegos respaldan una reforma para permitir jornadas de 13 horas”

















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