El rebrote de Covid en Formosa refleja lo mismo que ocurre cada año en la Argentina: mayor circulación de virus respiratorios. Sin embargo, Clarín lo convierte en un show del miedo, ocultando que las medidas recomendadas –ventilación, barbijo y no compartir utensilios– son prácticas higiénicas básicas que deberíamos aplicar siempre.
Con una positividad del 24% en una provincia que todavía testea de manera sistemática, Formosa pidió reforzar cuidados elementales. Pero el título de Clarín busca otro objetivo: reinstalar el fantasma de la “pandemia eterna” y golpear a un gobierno provincial que sostiene políticas sanitarias opuestas al ideario del oficialismo nacional. Mientras tanto, la verdadera noticia —la falta de vacunas retenidas por el Gobierno nacional— aparece minimizada.
Formosa informó un rebrote de Covid con una positividad del 24%. Lo llamativo no es la cifra, que coincide con el Boletín Epidemiológico nacional, sino que la provincia sea una de las pocas que todavía sostiene un sistema de testeo coherente. En un país donde los diagnósticos se desplomaron por decisión política, cualquier número se vuelve difícil de interpretar. Pero mientras las autoridades sanitarias intentan mantener un mínimo de vigilancia epidemiológica, Clarín aprovecha la oportunidad para construir otro capítulo de su narrativa preferida: el alarmismo selectivo.
El título “Formosa registra un rebrote de Covid y vuelve a medidas de la pandemia” es, en rigor, un bait deliberado. Juega con una idea emocionalmente pesada —el retorno a 2020— para generar impacto y clics. Sin embargo, cuando se lee el cuerpo de la noticia, se descubre algo mucho más simple y menos espectacular. La provincia recomendó usar barbijo en espacios cerrados, ventilar, evitar compartir utensilios y mantener distancia en aglomeraciones. Es decir, exactamente lo que cualquier persona mínimamente informada debería hacer cada vez que hay alta circulación de virus respiratorios, sea Covid, influenza o VSR.
Presentar estas recomendaciones como un “retorno a las medidas de la pandemia” es, por decirlo suave, una manipulación. En un país donde la mera palabra “restricción” funciona como botón rojo emocional, Clarín sabe perfectamente qué cuerdas tocar. El diario evita aclarar que ventilar ambientes es una práctica de salud pública elemental adoptada en todo el mundo desde antes del coronavirus. O que el barbijo es una herramienta eficaz cuando aumentan los contagios en espacios cerrados, sin importar el virus en cuestión. Incluso la expresión “no compartir utensilios” parece una obviedad que se enseñaría en cualquier escuela primaria, y sin embargo es presentada como parte de un paquete “traumático” del pasado reciente.
Mientras el multimedio explota ese recurso, la noticia más relevante queda opacada: la directora de Epidemiología de Formosa, Claudia Rodríguez, afirmó que la provincia no tiene las vacunas necesarias para continuar la campaña de inmunización. Este dato no aparece destacado en el título, pese a que revela una falla concreta del Gobierno nacional. Formosa denuncia que las dosis están retenidas en Aduana y que esa falta de insumos compromete la salud de la población. En un país serio, esa afirmación abriría un debate urgente. En el ecosistema mediático actual, queda relegada a un párrafo en el medio de la nota.
Rodríguez también señala otro punto clave: la “pérdida de percepción de riesgo” entre la población. En parte porque hoy hay menos internaciones y menos fallecidos, pero también porque desde ciertos sectores se instaló la idea de que la salud pública es opcional. Sin una campaña clara, sin datos y sin un discurso responsable del Gobierno nacional, es lógico que la gente crea que nada importa. Y cuando reaparecen brotes —como ocurre todos los inviernos con distintos virus— la reacción social oscila entre la indiferencia y el pánico mediático.
El caso de Formosa expone una doble crisis: la sanitaria y la comunicacional. Por un lado, una provincia que sostiene los estándares más básicos de vigilancia epidemiológica en un país que dejó de hacerlo. Por el otro, un multimedio que decide inflar un rebrote moderado para instalar miedo, malestar y confusión. El problema no es el dato —24% de positividad— sino el uso político del dato. Clarín elige la frase “vuelven las medidas de la pandemia” porque sabe que despierta una memoria colectiva de angustia, encierro y pérdida. En el cuerpo del texto, sin embargo, la descripción real es aséptica, técnica y razonable. No hay cierres, no hay restricciones, no hay cuarentenas. Hay ventilación, barbijos y distancia. Es decir, cuidado básico.
La lógica del miedo también busca reforzar una caricatura sobre Formosa, provincia regularmente demonizada por el mismo diario. En lugar de explicar que su sistema sanitario está entre los pocos que aún testean y reportan, Clarín prefiere presentar cada medida como un exceso, una exageración o una anomalía. Lo que en cualquier ciudad europea sería considerado sentido común, aquí se convierte en un titular diseñado para el escándalo.
Pero la pregunta crucial permanece intacta: ¿por qué ocultar el problema real—la falta de vacunas—y amplificar un consejo sanitario obvio como si fuera una alarma roja? ¿A quién beneficia esta distorsión? La respuesta es clara: a quienes necesitan instalar que el Estado que cuida es sinónimo de “autoritarismo”, mientras el Estado que abandona es presentado como “libertad”. El remate es casi irónico: mientras Clarín habla de “medidas de la pandemia”, la provincia reclama insumos esenciales que el Gobierno nacional retiene o no compra.
El rebrote de Covid en Formosa no es el apocalipsis que algunos quieren vender. No representa un retorno al aislamiento ni al mundo de 2020. Es simplemente una advertencia en un contexto de circulación viral, un llamado a reforzar cuidados básicos y un recordatorio de que la salud pública no es un gasto sino un derecho. Y, sobre todo, es una evidencia de cómo ciertos medios manipulan la información para encender alarmas imaginarias mientras minimizan los problemas concretos.
Cuando el periodismo se convierte en provocación, el público queda atrapado entre el miedo y la desinformación. Y en ese desorden calculado, lo único que crece es la incertidumbre. Clarín lo sabe. Y, una vez más, apuesta a eso.




















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