Joel Benjamín Trovato tenía apenas 14 años. Fue alcanzado por un disparo en la cabeza cuando escapaba de un intento de robo. La Justicia ya lo caratuló como legítima defensa y no hay detenidos.
Un video revelador muestra cómo el prefecto retirado Humberto Agustín Lirosi ejecuta de un disparo en la cabeza a un adolescente desarmado, que intentaba huir tras un intento de robo. El menor, identificado como Joel Benjamín Trovato, murió en el acto. El fiscal de la causa no tomó ninguna medida contra el autor del disparo.
El crimen que interpela: un adolescente asesinado por la espalda
Tenía 14 años. Se llamaba Joel Benjamín Trovato. Este martes, cayó desplomado en el asfalto del partido bonaerense de Morón, con un disparo en la cabeza. El autor del tiro fue Humberto Agustín Lirosi, un prefecto retirado del Servicio Penitenciario Federal. Según muestra un video difundido por la agencia Noticias Argentinas, Joel fue baleado mientras huía, sin representar ya una amenaza inmediata.
A pesar de que las imágenes son claras, la Justicia decidió caratular el caso como «homicidio en legítima defensa». El fiscal Oscar Marcos, de la Unidad Funcional de Instrucción N°4 de Morón, no dictó ninguna medida restrictiva contra Lirosi. Mientras tanto, los otros jóvenes que habrían participado del intento de robo permanecen prófugos.
La filmación a la que accedió la prensa muestra un breve forcejeo entre el prefecto retirado y el adolescente. Luego, cuando el menor intenta escapar, Lirosi desenfunda su arma personal y dispara. El balazo fue certero y mortal. Joel cayó en el lugar y murió minutos después.
El accionar del funcionario retirado genera un debate que va mucho más allá del caso judicial. ¿Puede considerarse legítima defensa dispararle por la espalda a un nene de 14 años que ya se estaba alejando? ¿Qué nivel de amenaza puede representar un adolescente en fuga para un hombre adulto, entrenado y armado?
Para algunos sectores, la respuesta es evidente. “La edad de mi nieto, un pibe. Estaba escapando, ¿qué se entiende por legítima defensa? Un prefecto del Servicio Penitenciario tan inútil como para no poder actuar de otra manera… No se puede creer”, comenta una lectora indignada en la nota publicada por NA. “Menos mal que la mayoría de los humanos somos sensatos. Si no, sería la ley de la selva”, remata.
El aval judicial al gatillo fácil
La decisión de no detener a Lirosi y tratar el hecho como defensa propia no es menor. Implica un aval implícito por parte del sistema judicial a quienes actúan por fuera de los marcos legales, armados y sin límites. En un país en el que los discursos de «mano dura» y «delincuencia juvenil» se propagan con velocidad, este tipo de fallos abre la puerta a la violencia sin control, especialmente hacia los sectores más vulnerables.
No se trata de justificar un delito, ni de negar que hubo un intento de robo. Se trata de entender que el castigo por robar no puede ser la muerte sumaria. Y mucho menos cuando la víctima del disparo es un menor, que claramente ya se había rendido al retroceder.
Un caso más en una larga lista
Joel Benjamín Trovato no es el primero. En los últimos años, decenas de jóvenes, la mayoría varones y pobres, fueron ejecutados por policías, gendarmes, prefectos o civiles armados que invocaron «legítima defensa». Algunos casos tuvieron mayor repercusión mediática. Otros pasaron desapercibidos. Pero todos dejan una marca profunda en el tejido social: la sensación de que la vida de ciertos jóvenes vale menos que otras.
En este contexto, resulta preocupante que desde el Estado se naturalicen o incluso se celebren estos hechos como “justicia por mano propia”. Una sociedad democrática no puede construirse sobre el linchamiento, la venganza ni el gatillo fácil.
Joel tenía 14 años. Un pibe. Podría haber sido cualquiera de los adolescentes que hoy sueñan con un futuro mejor. Pero su historia terminó con una bala en la cabeza y una Justicia que ni siquiera investigó seriamente su asesinato. Lirosi, el autor del disparo, duerme en su casa, libre. Joel, en cambio, ya no tiene casa, ni vida, ni derechos.
La pregunta, entonces, no es si fue legítima defensa. La verdadera pregunta es: ¿cuánto vale la vida de un pibe pobre en la Argentina de hoy?
Ana
Es un hecho execrable que merece un castigo pues no se puede legitimar un disparo por la espalda y de necesidad mortal. Más cuando esa persona que utilizó el arma de fuego no sólo estaba preparado y entrenado en el uso de armas y que la víctima era un menor, prácticamente un niño y ya no representaba un peligro al momento de dispararle.