Ataque mafioso: agreden a la abuela del investigador que destapó fraudes en suplementos deportivos

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La comunidad fitness argentina estalló tras conocerse la agresión a la abuela de Pablo Pizzurno, fundador de Proyecto Suplemento, quien había denunciado adulteraciones en productos de grandes marcas del mercado. El ataque, que ya investiga la Justicia, reabre el debate sobre la impunidad empresarial y la falta de control estatal en la industria de los suplementos.

El posteo de @makearggayagain se viralizó en cuestión de minutos. En menos de media hora, el tema alcanzó más de 18 mil vistas y desató una ola de indignación en redes. Pizzurno confirmó que su abuela, de 95 años, fue golpeada por desconocidos que preguntaban por él, en lo que considera un mensaje mafioso tras años de recibir amenazas por su trabajo de investigación independiente.

La escena parece salida de una pesadilla, pero ocurrió en plena ciudad de Buenos Aires. Pablo Pizzurno, conocido en redes como @pablo_pizzurno y creador de Proyecto Suplemento, denunció que su abuela fue brutalmente agredida por dos hombres que tocaron timbre en su antigua vivienda. “Preguntaron por mí, ella dijo que no vivía más ahí. Le dieron una piña en la cara, la tiraron al piso y se fueron”, relató en sus historias de Instagram. La víctima tiene 95 años.

El ataque generó un repudio inmediato en la comunidad fitness argentina, donde Pizzurno es una figura reconocida por haber expuesto durante años irregularidades graves en la industria de los suplementos deportivos. Desde su cuenta y a través de Proyecto Suplemento y Proyecto Alimento, envió durante años muestras de productos a laboratorios de la Universidad de Buenos Aires y al INTI, demostrando que varias marcas líderes mentían en el contenido de sus envases.

Entre los casos más resonantes, sus análisis revelaron adulteraciones del 40% en proteínas, presencia de creatina falsificada y uso de edulcorantes prohibidos. Marcas como Gentech, ENA, Star Nutrition y HSN quedaron en evidencia por engañar a los consumidores. El trabajo, aplaudido por miles de usuarios, se ganó también el odio de quienes manejan un negocio multimillonario con escasos controles estatales y abundantes complicidades.



En sus redes, Pizzurno denunció que recibió 47 cartas documento, amenazas de muerte, hackeos y hostigamientos permanentes. Pero el golpe a su abuela fue el límite. “Por seguridad de mi familia cierro ambos proyectos. No vale la pena”, escribió con impotencia.

El caso fue amplificado en cuestión de minutos por varios referentes del mundo del entrenamiento y la nutrición. El usuario @monstruogigante, con miles de seguidores, publicó un video donde denunció la impunidad de las marcas involucradas y la gravedad de la agresión. “Golpearon a la abuela en CABA… COMO POR EJEMPLO GENTECH”, escribió, en un post que superó los 3.900 likes en apenas veinte minutos.

Otros influencers como @GonzaAbalos y @BurgerFcts (Leno) replicaron el caso, calificándolo de “impunidad total”. Paralelamente, el portal Rosario3 confirmó que existe una denuncia policial y que la investigación apunta directamente a lo que ya muchos llaman “la mafia de los suplementos”.

El impacto fue inmediato. Los hashtags #ProyectoSuplemento, #MafiaSuplementos y #PabloPizzurno se convirtieron en tendencia nacional, escalando posiciones con una velocidad inusual. En menos de una hora, el post original de @makearggayagain acumuló 18.247 vistas, 512 likes, 128 retweets y un ratio de engagement del 7,3%, cifras que anticipan una viralización masiva. Según las proyecciones, superará las 100 mil vistas antes de las 20:00 horas y podría alcanzar más de un millón mañana, cuando el tema llegue a los grandes medios nacionales.

El trasfondo, sin embargo, va más allá de un hecho policial. La agresión expone el costado oscuro de una industria que se mueve entre la salud, el marketing y la opacidad regulatoria. Los suplementos alimenticios, que en teoría deberían estar bajo estricta vigilancia sanitaria, funcionan en gran medida como un mercado descontrolado donde los controles del Estado brillan por su ausencia.

Las denuncias de Pizzurno, sostenidas con evidencia científica y estudios de laboratorio, apuntaban justamente a ese vacío: la falta de fiscalización del ANMAT y la complicidad de algunas empresas con influencers y gimnasios para seguir vendiendo productos con fórmulas falsas. El episodio de violencia, lejos de ser un hecho aislado, parece la respuesta mafiosa de un entramado que se siente amenazado por la exposición pública.

Mientras tanto, la respuesta del gobierno nacional brilla por su silencio. Ni el Ministerio de Salud ni la Secretaría de Comercio emitieron declaraciones sobre la denuncia o sobre el cierre de los proyectos de Pizzurno, que durante años funcionaron como espacios de control ciudadano frente a la inacción oficial. En tiempos en que el presidente Javier Milei promueve una “desregulación total del mercado” y minimiza el rol del Estado en la fiscalización, el ataque cobra una dimensión aún más preocupante.

Porque si la política oficial es dejar que “el mercado se autorregule”, lo que hoy ocurre en el mundo fitness es una radiografía brutal de lo que puede pasar: negocios sin control, consumidores desprotegidos y periodistas o investigadores independientes perseguidos por denunciar fraudes. La violencia, en este contexto, no es un hecho aislado, sino un síntoma de impunidad alimentado por la desprotección institucional.

La historia de Proyecto Suplemento demuestra que no todo vale por un “like” o una venta más. Que todavía existen personas que apuestan por la transparencia y la salud pública, aunque eso implique enfrentarse a intereses poderosos. Y que en un país donde el Estado se retira, la justicia tarda y los medios se distraen, la verdad puede ser literalmente golpeada en la cara más inocente: la de una abuela de 95 años.

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