Las fracturas dentro del oficialismo y la resistencia del PRO y la UCR a integrarse plenamente al bloque libertario ponen en jaque la estrategia de Javier Milei para dominar la Cámara baja. El sueño de una gran alianza de derecha se desvanece entre ambiciones personales, traiciones y viejos rencores.
A poco más de un mes de la renovación legislativa, el panorama de La Libertad Avanza dista de ser el que imaginaba Javier Milei. La fuga de diputados, los desacuerdos con el macrismo y el radicalismo, y el liderazgo incierto de Martín Menem y Karina Milei dejan al oficialismo frente a una incómoda realidad: no tienen garantizada la primera minoría en Diputados. Lo que se prometía como una nueva era política se transforma, día a día, en una puja de egos que amenaza con paralizar al Congreso.
El triunfo electoral de La Libertad Avanza del 26 de octubre parecía abrirle las puertas del poder político a Javier Milei. En la euforia del Hotel Libertador, el oficialismo se mostraba convencido de haber conquistado una posición dominante en la Cámara de Diputados. Pero la resaca del festejo trajo consigo una dosis de realidad: el bloque libertario enfrenta un proceso de desintegración interna que pone en duda su capacidad de consolidarse como la primera minoría.
Martín Menem, presidente del cuerpo y pieza central en la estrategia legislativa del gobierno, enfrenta una tarea titánica. La pretensión de un gran bloque o interbloque de derecha, impulsado por Karina Milei y el ministro de Defensa Luis Petri, se desinfla rápidamente. Los radicales, al igual que el sector macrista del PRO, ya dejaron en claro que no se integrarán de manera directa al bloque conducido por Gabriel Bornoroni. La promesa de unidad se convirtió en un rompecabezas de intereses en pugna.
El caso más emblemático es el del diputado Damián Arabia, un joven de 34 años que responde al sector de Patricia Bullrich y que rompió abiertamente con Mauricio Macri. Arabia no solo rechazó seguir dentro del bloque PRO, sino que también anticipó su intención de trabajar “por fuera de la conducción del expresidente”. Su frase —“no voy a aceptar que hable en mi nombre ni que use esta banca para presionar al Gobierno”— refleja la fractura que atraviesa el macrismo, ahora dividido entre los que responden a Bullrich y los que siguen bajo el ala de Macri.
Las tensiones internas del PRO, lejos de fortalecer a La Libertad Avanza, la debilitan. El bullrichismo parece dispuesto a “hacer lo que más le sirva al Gobierno”, según deslizan desde su entorno, pero esa lealtad condicional tiene un precio: la subordinación del Congreso a los caprichos del Ejecutivo. Lo que en apariencia podría beneficiar a Milei, en la práctica lo expone a la volatilidad de un bloque fragmentado, dependiente de alianzas circunstanciales.
La diputada mendocina Pamela Verasay, electa por la lista libertaria pero cercana al gobernador radical Alfredo Cornejo, también confirmó que permanecerá dentro del bloque de la UCR. Su decisión es una muestra de la fragilidad de las alianzas libertarias: incluso aquellos que llegaron al Congreso bajo el sello de Milei no se sienten identificados con su conducción. En la práctica, el radicalismo retiene piezas que el oficialismo daba por ganadas.
Algo similar ocurre con los tres diputados vinculados al gobernador de Entre Ríos, Rogelio Frigerio. Pese a haber competido aliados a La Libertad Avanza, no formarán parte del bloque de Bornoroni. Francisco Morchio continuará en Encuentro Federal, junto a Emilio Monzó y Miguel Ángel Pichetto; Alicia Fregonese volverá al PRO; y Darío Schneider intentará reconstruir la presencia radical en la Cámara. En Chaco, Guillermo Agüero, funcionario del gobernador radical Leandro Zdero, seguirá el mismo camino: fue electo en una lista libertaria, pero no responde a la conducción de Karina Milei. Cada fuga erosiona la estructura del oficialismo y desnuda su aislamiento político.
Los intentos de cohesión parecen naufragar incluso antes de comenzar. Mientras algunos libertarios sueñan con formar un interbloque “Desarrollo Entrerriano” que agrupe a los disidentes, otros prefieren volver a sus partidos de origen. “Cada uno irá al bloque que más lo represente”, confesó una fuente cercana al sector. Detrás de esa frase se esconde una verdad incómoda: el armado libertario fue una amalgama electoral, no un proyecto político sólido.
El festejo inicial por haber alcanzado la primera minoría se desvaneció con el escrutinio definitivo. Los números no cierran. Sin la incorporación del PRO ni de los radicales, La Libertad Avanza no podrá ejercer el control de la Cámara. Y aunque el gobierno intente compensarlo mediante acuerdos legislativos puntuales, su debilidad estructural es evidente. Lo que Milei interpretó como un voto de confianza popular fue, en realidad, un voto de protesta que ahora se diluye entre la desconfianza y la falta de rumbo.
El contexto es aún más preocupante si se considera la falta de experiencia parlamentaria del bloque libertario. La mayoría de sus diputados debutan en el Congreso sin conocimiento de los procedimientos ni capacidad técnica para negociar proyectos complejos. El liderazgo verticalista de Karina Milei y Martín Menem tampoco contribuye: lejos de ordenar, profundiza el malestar interno. La gestión del poder se convirtió en un ejercicio de improvisación, donde la lógica del “todo o nada” choca con la realidad de la política.
La apuesta de Milei por unificar a la derecha bajo su mando está fracasando. El macrismo conserva poder territorial y mediático, la UCR mantiene sus estructuras provinciales y los gobernadores electos no están dispuestos a subordinarse a los caprichos del Presidente. A esto se suma la creciente incomodidad de sectores empresariales y del sindicalismo que ven con preocupación el rumbo económico del gobierno. El discurso de “libertad o populismo” pierde fuerza frente a la evidencia de un gobierno que no logra construir mayorías.
En este marco, la Cámara de Diputados se convierte en el espejo de una Argentina partida. El sueño de Milei de consolidar un bloque homogéneo de derecha se desvanece ante la realidad de un sistema multipartidario donde las alianzas son tan frágiles como efímeras. Cada diputado que se va, cada bloque que se divide, es un recordatorio de que el poder no se impone con discursos incendiarios, sino con capacidad política.
La contradicción es evidente: el gobierno que prometió “terminar con la casta” hoy depende de esa misma casta para sobrevivir. La alianza con el bullrichismo, la cooptación de radicales y la negociación con gobernadores conservadores son el retrato de un Milei pragmático, pero también acorralado. Su proyecto de refundar la política desde cero naufraga en el pantano del Congreso, donde las lealtades se compran caro y las traiciones son moneda corriente.
A medida que se aproxima el 10 de diciembre, la ansiedad crece en el oficialismo. Martín Menem, enfrentado al desafío de garantizar gobernabilidad, intenta recomponer puentes mientras los aliados se escapan. Karina Milei, desde su despacho en la Casa Rosada, intenta disciplinar con llamados y promesas. Pero la realidad es que el bloque libertario no existe como tal: es una sumatoria de nombres, ambiciones y disputas personales. Y sin cohesión interna, el sueño de imponer la agenda legislativa libertaria se vuelve cada día más remoto.
La fragilidad de La Libertad Avanza en Diputados es un reflejo del fracaso político de su conducción. El gobierno de Javier Milei, que se jacta de “no tranzar con nadie”, depende de acuerdos invisibles y de pactos de conveniencia para sostenerse. Su discurso de pureza ideológica se diluye frente a la aritmética parlamentaria. Y la tan mentada “casta política” —esa que prometió destruir— hoy se sienta en la primera fila de sus negociaciones.
La historia reciente de la política argentina enseña que ningún gobierno logra sostenerse sin una base legislativa sólida. Si Milei insiste en gobernar por decreto o mediante imposiciones, su administración corre el riesgo de aislarse. La pérdida de la primera minoría en Diputados no es solo un dato estadístico: es una señal de debilidad estructural que amenaza con convertir a La Libertad Avanza en un gobierno en minoría antes de haber comenzado a gobernar.
FUENTE
MDZ – “Diputados: con fugas de último momento, La Libertad Avanza podría quedarse sin la primera minoría”
https://www.mdzol.com/politica/2025/10/30/diputados-con-fugas-de-ultimo-momento-la-libertad-avanza-podria-quedarse-sin-la-primera-minoria-431654.html



















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