Fargosi se esconde: el candidato libertario de Milei y el PRO se baja del debate en CABA

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El primer candidato de La Libertad Avanza en alianza con el PRO, Alejandro Fargosi, decidió no presentarse al debate televisivo en la Ciudad de Buenos Aires. Desde la oposición lo calificaron como una maniobra vergonzosa y un signo de debilidad política.

Mientras las encuestas muestran un escenario abierto con más de un 20% de indecisos, la decisión de Fargosi de ausentarse del debate del 8 de octubre genera indignación y pone en cuestión la transparencia democrática en la previa de las elecciones legislativas del 26 de octubre.

Alejandro Fargosi, abogado y primer candidato a diputado por la lista conjunta de La Libertad Avanza y el PRO en la Ciudad de Buenos Aires, tomó la decisión de no participar en el debate legislativo que se realizará el próximo 8 de octubre en los estudios de TN. El gesto no pasó inadvertido: desde la oposición lo calificaron como una verdadera “vergüenza” y una muestra de debilidad en un contexto político cargado de tensiones.

El diputado nacional y presidente de la Coalición Cívica-ARI, Maximiliano Ferraro, fue tajante al respecto. En sus redes sociales publicó la imagen de una silla vacía, símbolo gráfico de la ausencia de Fargosi, y remarcó: “El candidato de La Libertad Avanza decidió no debatir en la Ciudad de Buenos Aires. No tuvo mejor idea que borrarse. Así quedará su lugar: vacío. Una vergüenza”. La crítica no es menor: en un sistema democrático, rehuir el debate público no solo priva a la ciudadanía de contrastar propuestas, también alimenta la percepción de que el oficialismo libertario teme someter sus discursos al escrutinio real.

La decisión generó reacciones en otros espacios. El propio Ricardo López Murphy, candidato de Potencia, ironizó en redes: “¿Es real que el señor Fargosi se bajó? Sería una lástima”. Más allá del tono, su mensaje refleja lo que muchos piensan: cuando un candidato se ausenta, pierde la oportunidad de validar su proyecto frente a rivales y votantes. Y en un clima de desconfianza hacia la política, eso se paga caro.

Las encuestas en la Ciudad muestran que Fargosi encabeza con un 25,5% de intención de voto, pero su ventaja no es decisiva. El dato clave es que el 21,4% del electorado aún está indeciso. En ese marco, la estrategia de esquivar el debate parece, cuanto menos, temeraria. En lugar de consolidar su liderazgo, puede abrir la puerta a que candidatos como Itai Hagman (15,7%) o Myriam Bregman (12,3%) capitalicen el vacío discursivo que deja el libertario. Incluso López Murphy, con 10%, y Martín Lousteau, con 7,8%, podrían crecer si logran capturar al votante desencantado con las principales opciones.

La ausencia de Fargosi no es un episodio aislado. Responde a una lógica que ya se repite en el armado político de Javier Milei: blindar a sus candidatos para evitar errores, filtrar la exposición pública y controlar el mensaje. Pero esta estrategia tiene un costo. En lugar de exhibir confianza, refuerza la idea de un oficialismo que gobierna a puertas cerradas y que rehúye al debate democrático.

En definitiva, lo que está en juego no es solo la participación en un programa televisivo. Es el derecho de la ciudadanía a escuchar, comparar y decidir. Si los candidatos oficialistas se esconden detrás de las encuestas y el marketing, lo que queda vacío no es solo una silla en un estudio, sino el compromiso democrático que se supone deberían encarnar. Y eso, en plena crisis social y económica, no es un detalle menor.

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