El escándalo del token $LIBRA: cómo Javier Milei fue parte del fraude cripto que estafó a miles de argentinos

Compartí esta nota en tus redes

Una demanda colectiva en Estados Unidos expone el entramado detrás del token $LIBRA, un proyecto que se presentó como “la moneda de la Argentina” con apoyo del presidente Javier Milei y terminó siendo una operación de vaciamiento planificado. El caso pone bajo la lupa la complicidad, el descontrol y la improvisación del gobierno libertario en uno de los mayores fraudes cripto del último año.

El expediente judicial en Nueva York describe una “fábrica de fraude” montada por empresarios y programadores internacionales que utilizaron la imagen del presidente argentino para atraer inversiones. La maniobra, que habría desviado más de 44 millones de dólares en cuestión de horas, muestra cómo la falta de límites entre lo público y lo privado convirtió la política económica de Milei en terreno fértil para el engaño financiero.

El caso $LIBRA expone de manera brutal la fragilidad institucional y ética del gobierno de Javier Milei. Lo que se presentó ante el mundo como una supuesta revolución financiera impulsada por la “libertad de mercado” terminó transformándose en una estafa global, en la que la imagen del propio presidente argentino fue el anzuelo. El expediente judicial abierto en Estados Unidos describe con precisión quirúrgica cómo un grupo de empresarios internacionales diseñó un manual de fraude que necesitaba un rostro creíble para atraer a las víctimas. Ese rostro fue el del jefe de Estado argentino.

Según la investigación publicada por La Nación y firmada por Hugo Alconada Mon, los impulsores del token $LIBRA —Hayden Davis, Benjamin Chow y la plataforma Meteora— idearon una estructura destinada a manipular los mercados cripto con apariencia de legitimidad. En el centro de esa arquitectura estaba un mecanismo de promoción política y mediática que debía ofrecer credibilidad. Allí ingresó el nombre de Javier Milei. Los demandantes sostienen que Davis y Chow no fueron simples especuladores: construyeron una auténtica “fábrica de fraude” con herramientas diseñadas para engañar, manipular precios y apropiarse de fondos mediante lo que en la jerga se conoce como rug pull, un vaciamiento coordinado de los activos de los pequeños inversores.

El relato judicial va mucho más allá de los tecnicismos financieros. En octubre de 2024, según los documentos presentados, Kelsier Labs y Meteora sellaron una alianza secreta por 2 millones de dólares. El objetivo: combinar la maquinaria de marketing de Kelsier con la infraestructura técnica de Meteora para lanzar proyectos fraudulentos, ocultando deliberadamente su vínculo. De ese pacto surgieron dos experimentos: primero el token $M3M3, en diciembre de 2024; y luego, el 14 de febrero de 2025, el proyecto estrella: $LIBRA. Pero esta vez decidieron jugar más fuerte. Había que darle apariencia de respaldo institucional. Y lo lograron a través del propio presidente argentino.

La narrativa oficial construida por los impulsores de $LIBRA fue cuidadosamente orquestada. Las redes sociales de los organizadores difundieron la idea de que se trataba de “la moneda de Argentina” y que Kelsier Labs “asesoraba al presidente Milei” en su implementación. Un mensaje público en X, amplificado por miles de usuarios, afirmaba: “Orgullosos de asesorar a @JMilei en la consecución de este objetivo en Argentina”. Era una afirmación concreta, no una metáfora de entusiasmo digital. Se trataba de un mensaje deliberado para instalar la idea de una relación profesional entre el presidente de la Nación y un proyecto de inversión internacional.

La estrategia dio resultado. El mismo día del lanzamiento, un sitio web se presentó como parte de un supuesto programa gubernamental llamado “Viva La Libertad” (VLL), emulando el eslogan político de Milei. Y el propio mandatario se fotografió junto a Hayden Davis, compartiendo el enlace al proyecto y su dirección de compra. En cuestión de horas, miles de pequeños inversores se lanzaron a adquirir el token, convencidos de que contaba con respaldo oficial. Lo que siguió fue un saqueo.

Durante el atardecer de ese 14 de febrero, los acusados extrajeron más de 44,5 millones de dólares en USDC y 249 mil SOL —una criptomoneda de alto valor— desde los fondos de liquidez, en menos de dos horas. Lo hicieron a través de una red de 150 billeteras intermedias creadas para disimular los movimientos. Según la demanda, fue un vaciamiento “en espejo”, planificado desde el origen. No hubo error de mercado ni volatilidad espontánea: hubo un robo sincronizado con precisión quirúrgica. Para los estafadores, fue una jugada redonda; para los inversores argentinos y extranjeros, un nuevo golpe de confianza. Y para el gobierno nacional, una mancha imborrable.

Las defensas de los acusados sostienen que todo fue una operación especulativa más, propia del mundo de los memecoins. Que los inversores sabían el riesgo que corrían y que la ley estadounidense de crimen organizado —la RICO Act— no puede aplicarse. También alegan que no hubo un patrón delictivo continuado, sino incidentes aislados, y que las normas de Nueva York no tienen jurisdicción sobre plataformas descentralizadas. En resumen: que las pérdidas son responsabilidad de los propios inversores. Pero la acusación replica con contundencia: la volatilidad no autoriza a mentir. Y mucho menos cuando las mentiras se disfrazan de respaldo estatal.

La presentación judicial describe, además, cómo los demandados crearon una red corporativa para ocultar responsabilidades. La firma británica Dynamic Labs Limited habría sido usada como pantalla jurídica para Meteora, con el fin de generar “confusión deliberada” y diluir el rastro de los verdaderos responsables. Todo indica que detrás del relato del “mercado libre” y la “libertad financiera” había un negocio cerrado entre un puñado de insiders con acceso privilegiado a la maquinaria comunicacional del poder político argentino.

En una grabación incorporada como prueba, el propio Benjamin Chow reconoce su papel en el desastre: “La arruiné porque lo habilité [a Davis]; no debí haberlo hecho”. Para los demandantes, esa frase equivale a una confesión de responsabilidad. Y para el gobierno argentino, aunque intente ignorarlo, constituye una evidencia incómoda de cómo la marca “Milei” se convirtió en instrumento para legitimar un esquema internacional de fraude.

El daño institucional es profundo. No sólo por la pérdida económica, sino porque se banaliza el límite entre el Estado y la especulación privada. Un presidente que presta su imagen a proyectos financieros sin control, sin transparencia ni regulaciones, expone a su país a la inseguridad jurídica y a la desconfianza internacional. ¿Qué significa para la Argentina que su jefe de Estado haya sido usado —o haya permitido ser usado— como “marca de garantía” de una estafa digital? En tiempos de inflación desbordada, pobreza creciente y desmantelamiento del Estado, la respuesta es tan grave como evidente: significa que la política se ha vuelto un negocio más, y que la “libertad” se transformó en cobertura para el saqueo.

El caso $LIBRA, aún pendiente de resolución por la jueza federal Jennifer Rocho, podría convertirse en un precedente internacional. Si la Justicia estadounidense decide avanzar, sentará un hito en materia de fraude cripto transnacional con derivaciones en España y Argentina. Pero, incluso antes del fallo, el juicio ya expone algo más profundo: el vacío moral de un gobierno que convirtió el discurso libertario en un pretexto para el descontrol.

Milei llegó al poder prometiendo terminar con la “casta” y combatir la corrupción. Sin embargo, su entorno político se ve salpicado una y otra vez por escándalos financieros, licitaciones oscuras y vínculos opacos con empresarios de dudosa reputación. $LIBRA no es un hecho aislado: es la consecuencia lógica de un modelo que glorifica la especulación y desprecia la regulación. Cuando se gobierna con consignas de Twitter y se celebra el caos como método, los estafadores encuentran terreno fértil para actuar bajo el disfraz del libre mercado.

Mientras los tribunales de Nueva York analizan los documentos, los argentinos observan cómo se repite un patrón histórico: los poderosos juegan con fuego financiero, se presentan como innovadores, y cuando el castillo de naipes cae, las víctimas son los mismos de siempre. La diferencia es que esta vez el fraude se hizo a la vista de todos, bajo la sonrisa de un presidente que prometía “no robar”.

Quizás la enseñanza más dura del caso $LIBRA sea que la “libertad” sin ética no es libertad: es impunidad. Y que la ideología del mercado absoluto, sin Estado ni controles, no genera prosperidad, sino que abre la puerta a nuevos tipos de delincuencia global con la bendición de los gobiernos que deberían proteger a sus ciudadanos.

La ironía final es cruel: mientras el oficialismo celebra supuestos éxitos económicos y Milei se fotografía con empresarios internacionales, en los tribunales de Nueva York se debate si su imagen fue usada para un fraude que perjudicó a los mismos ciudadanos que lo eligieron para combatir la corrupción. La historia reciente demuestra que las estafas financieras necesitan siempre un símbolo de confianza. En Argentina, ese símbolo hoy tiene nombre, apellido y una cuenta de X con millones de seguidores.


FUENTE

La Nación – “Caso $LIBRA: los impulsores del ‘token argentino’ enfrentan nuevas acusaciones en Estados Unidos por fraude millonario”
https://www.lanacion.com.ar/politica/caso-libra-en-eeuu-los-impulsores-del-token-argentino-enfrentan-nuevas-acusaciones-por-fraude-nid30102025/

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *