En una intervención explosiva en Diputados, el legislador Martín Soria arremetió contra Javier Milei por “abrirle las puertas del Estado a la narcopolítica” y expuso una trama de relaciones entre José Luis Espert, un financista detenido en EE.UU. y una diputada oficialista con un pasado judicial polémico.
La denuncia fue demoledora. Sin rodeos, sin eufemismos y sin temblores en la voz, Martín Soria desenmascaró en plena sesión lo que llamó “la cara más oscura de la política argentina”. Lo hizo apuntando directo al corazón del oficialismo libertario, a un presidente que, según él, permitió el ingreso de la narcopolítica al Congreso y a un diputado aliado, José Luis Espert, que –a su entender– nunca terminó de explicar sus vínculos con un financista narco detenido por la justicia de Estados Unidos. Una denuncia que no sólo interpela a los involucrados, sino que desnuda la peligrosa naturalización de las zonas grises del poder.
En el recinto no volaba una mosca. Martín Soria, con tono calmo pero filoso, pidió la palabra “por una cuestión de privilegio en los términos del artículo 127 del reglamento”. Lo que vino después no fue una formalidad legislativa más. Fue un golpe directo al plexo del poder político. “Es contra el presidente Javier Milei por abrirle las puertas de este Congreso y de su propio gobierno a uno de los flagelos más destructivos que puede tener cualquier país y sus instituciones. Me refiero a la narcopolítica”, arrancó. La sola mención del término, cargado de historia y dolor en América Latina, estremeció el aire. No hablaba en abstracto. Soria tenía nombres, fotos, antecedentes y vínculos que, según él, jamás fueron esclarecidos. Y los puso sobre la mesa con una crudeza inusual para el tono institucional del Parlamento.
Apuntó directamente contra José Luis Espert. “Yo escuchaba ayer al diputado Espert diciendo que sus vínculos con Fred Machado ya estaban aclarados”, dijo con ironía. Y ahí mismo desarmó el argumento: “Fred Machado, detenido por la justicia de Estados Unidos por haber traficado miles y miles de kilos de cocaína de distintos carteles en sus aviones privados, y por haber lavado más de 600 millones de dólares”. La cifra, por sí sola, basta para dimensionar el calibre de las acusaciones. Pero Soria no se detuvo ahí. “Espert dice que sus vínculos con el narco están aclarados. Yo le diría al diputado Espert que no aclare más porque oscurece”, lanzó, en una frase que sonó tanto a advertencia como a sentencia.
La historia, reconstruida por Soria en su intervención, retrocede a la campaña electoral en la que Espert fue candidato. “Todos se acuerdan de la foto de la revista Noticias”, recordó. Una imagen en la que se lo ve al financista Fred Machado en uno de sus aviones. “Le daba los aviones, además de muchas otras cosas”, agregó, dejando flotando una sospecha sobre los recursos y apoyos que sostuvieron aquella candidatura. No se trataba de una mera relación comercial o circunstancial. Según Soria, Machado era el “financista de la campaña de Espert”.
Pero la denuncia no quedó ahí. “Todos se acuerdan cuando Espert fue a mi querida provincia, Viedma. ¿Quiénes estaban en el hotel donde presentaba su libro? El narcotraficante financista de Espert, Fred Machado, y un pelado que no es… es Claudio Cicarelli. Recuerden este nombre”, advirtió. Y lo repitió como quien marca a fuego una evidencia que no debe olvidarse: “Recuerden este nombre. ¿Quién es el hombre de negocios detrás de la candidatura de Espert?”.
Soria hiló los hechos como piezas de un rompecabezas inquietante. Recordó que en una ocasión fue baleada una camioneta Cheroke blindada, “bien de narco”, dijo sin vueltas. “¿Quién era el dueño de la camioneta de Fred Machado? Estaba a nombre de Claudio Cicarelli. Recuérdenlo. Retengan ese apellido”, insistió. Y entonces mostró, en un gesto teatral cargado de intención, que Claudio Cicarelli estaba “ahí, en las gradas del Congreso”. “¿Quién dejó entrar a Claudio Cicarelli, primo y testaferro de uno de los peores narcos de la Argentina, Fred Machado? ¿Quién lo dejó entrar? ¿Fue usted o fue su actual pareja, la dipunarco de mi provincia, Lorena Villaverde?”, lanzó, mirando a Espert con una mezcla de indignación y desafío.
La intervención, lejos de atenuarse, escaló. Soria volvió sobre el pasado de Villaverde, actual diputada y pareja de Espert, con referencias directas a causas judiciales. Recordó que había sido detenida en 2002 junto a su primer marido, Carlos Bausas, con “500 gramos de cocaína”. Medio kilo. No lo dijo como un dato anecdótico, sino como parte de una trama más amplia de relaciones peligrosas. “Hace algunos meses atrás mostré un fallo del estado de Florida con su primer marido”, añadió, reforzando la legitimidad documental de sus dichos.
Pero no se quedó en el pasado. “Además del repertorio de causas penales, habrán leído la semana pasada que la justicia investiga en Viedma por 50 millones de pesos a Lorena Villaverde, porque además de la adicción narco tiene problemas de estafa, vende lo ajeno, digamos”, sentenció. Cada frase era un dardo envenenado, no sólo contra los protagonistas de la denuncia, sino contra un sistema político que –a juicio de Soria– se está dejando infiltrar por las peores prácticas del crimen organizado.
La denuncia fue también personal. “Ahora está en pareja con el que le prestaba la camioneta al diputado Espert para hacer campaña. Claudio Cicarelli. Claudio Cicarelli”, repitió como una letanía. El mensaje era claro: no se trataba de amistades circunstanciales ni de relaciones superficiales. Para Soria, el entramado era estructural. “La verdad que ustedes se preguntarán… bueno, a ver, no se enojen chicas. A algunos les gustan los rubios, a otros los morochos… y a Villaverde le gustan los narcos. No se enojen”, remató, con ironía filosa y un dejo de sarcasmo que heló el ambiente.
Lo que quedó expuesto en esa intervención no fue sólo una disputa política más. Fue un llamado de atención sobre los límites que se están cruzando. Sobre la facilidad con que personajes con antecedentes pesados, con causas abiertas, con vínculos directos con el narcotráfico, logran colarse en los pasillos del poder. Soria no dudó en responsabilizar a Javier Milei por abrir esas puertas. No lo dijo en abstracto. Lo dijo con nombre y apellido, señalando que la “narcopolítica” ya no es una amenaza lejana sino una realidad presente en el propio Congreso de la Nación.
Este tipo de denuncias, que combinan datos judiciales, relaciones personales y decisiones políticas, deberían ser objeto de investigaciones profundas. No se trata sólo de chicanas parlamentarias ni de peleas entre bloques. Se trata de la salud institucional de una democracia que no puede permitirse convivir con la impunidad ni con la penetración de intereses criminales en sus estructuras de representación. Y se trata también de un gobierno, el de Javier Milei, que lejos de cortar con lo viejo, parece estar habilitando lo peor de lo viejo con ropajes nuevos.
En un país atravesado por la violencia narco, donde los barrios del conurbano y del interior profundo ven crecer la influencia de los carteles en la vida cotidiana, la presencia de figuras vinculadas a ese universo en el Congreso no puede naturalizarse. Que un presidente libertario, que se jacta de luchar contra la “casta”, termine cobijando a diputados con relaciones tan turbias, no sólo es una contradicción discursiva. Es un peligro concreto para la república. Soria puso el dedo en la llaga. Y lo hizo desde adentro, con pruebas, con nombres, con coraje y con una claridad que incomoda. Ahora, la pelota está del lado de quienes deberían dar explicaciones. Y no de las vagas, sino de las concretas. Porque como advirtió el propio diputado, “cuando Espert aclara… oscurece”.
Fuente:
https://www.youtube.com/watch?v=4k5aGZnxT8I





















Narcopolítica: Soria denuncia que Espert y su entorno están vinculados al narcotráfico (Video) - WordPress
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