El Congreso derogó las facultades delegadas a Milei y rechazó cinco decretos clave

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En una sesión maratónica que quedará registrada como uno de los momentos más críticos para el gobierno de La Libertad Avanza, la oposición logró una serie de victorias estratégicas en el Congreso. La derogación de facultades delegadas, el rechazo de cinco DNU, la aprobación de leyes sociales sensibles y la reactivación de temas incómodos para el Ejecutivo configuran una señal inequívoca: Javier Milei ya no tiene el control absoluto que soñaba.

Lo que comenzó como una sesión ordinaria en la Cámara de Diputados, terminó con un vendaval legislativo que arremetió contra las estructuras de poder del presidente Javier Milei. El Congreso, esa institución tantas veces desdeñada por el propio mandatario, volvió a hacer valer su peso institucional. La oposición, tan fragmentada como activa, encontró un punto de confluencia: ponerle un freno político y simbólico al autoritarismo ejecutivo con sello libertario. El saldo de la jornada fue demoledor: 12 votaciones, 12 derrotas para el oficialismo.

La sesión avanzó con tensión palpable, con choques discursivos y gestos de exasperación. Sin embargo, el dato estructural es que Milei perdió todo lo que había en juego. Y eso, en términos políticos, no es un tropezón: es una señal de alarma.

El primer golpe vino por el lado social. Con 158 votos afirmativos, se aprobó la Ley de Financiamiento Universitario. Este proyecto no sólo garantiza recursos para el funcionamiento de las universidades nacionales, sino que apunta a recomponer los salarios de sus trabajadores, un sector que viene siendo brutalmente golpeado por la motosierra libertaria. El gobierno, que apostó a una asfixia presupuestaria como método disciplinador, ahora tendrá que lidiar con un Congreso que, por primera vez en meses, puso por delante la educación pública.

Pero la estocada más profunda se dio con la aprobación por 159 votos de la ley que declara la emergencia sanitaria pediátrica. El «caso Garrahan», como ya empieza a llamarse en los pasillos del Congreso, condensó un clima social insoportable: médicos residentes cobrando sueldos de miseria, servicios saturados y niños sin acceso a tratamientos. La política, aunque tarde, tomó nota de un drama que se expandía sin contención.

Sin embargo, lo que terminó por dinamitar el esquema de poder de Milei fue la derogación de las facultades delegadas. Este punto es neurálgico. El Presidente venía operando como un monarca moderno, blindado por DNU y con superpoderes que el Congreso le había habilitado en nombre de la emergencia. Esa ficción institucional se derrumbó en esta sesión. La oposición dijo basta, y dijo basta en todos los idiomas posibles.

No fue un simple acto legislativo. Fue un mensaje político, una frontera que el Congreso trazó para evitar que el Ejecutivo siga gobernando con atropello. Porque en ese paquete de facultades delegadas se escondía la arquitectura de un modelo donde Milei jugaba a ser un CEO de la Argentina S.A., tomando decisiones sin pasar por el filtro democrático del Parlamento.

Y si algo faltaba para completar la escena, la Cámara baja también rechazó cinco DNU clave en la reforma del Estado. La disolución de organismos del Ministerio de Economía, la reorganización de la Secretaría de Transporte, los cambios en Cultura, la transformación del Banco Nacional de Datos Genéticos y un régimen de excepción para la Marina Mercante: todos quedaron desactivados. Cada uno de esos decretos representaba una pieza del rompecabezas neoliberal que Milei pretendía imponer sin debate.

El rechazo a esos decretos no es sólo una cuestión técnica. Es una enmienda política a un presidente que se niega al diálogo, que descalifica al Congreso, que desprecia la historia institucional argentina y que cree que el país puede ser gobernado a puro tuit y cadena nacional.

Para rematar la jornada, se forzó el tratamiento de cinco temas que el oficialismo venía dilatando o directamente ignorando. La coparticipación federal de los ATN y el impuesto a los combustibles, impulsada por gobernadores hartos del destrato presidencial, encontró eco en el recinto. También la emergencia en Ciencia y Tecnología, que expresa la descomposición del sistema científico bajo este gobierno. La enfermedad de Alzheimer y la escandalosa estafa de la financiera $LIBRA, con su respectiva comisión investigadora, se sumaron a la lista. En todos los casos, la Cámara dictó una orden directa: estos temas deben tratarse. El Gobierno, por primera vez, no podrá esquivar el debate.

Lo que se vivió en el Congreso fue mucho más que una serie de votaciones. Fue una radiografía del momento político argentino. Javier Milei, que llegó al poder enarbolando la bandera de la «casta», hoy enfrenta a esa misma casta, reorganizada y dispuesta a ponerle un límite. Una casta que, con todas sus contradicciones, todavía conserva mecanismos republicanos para hacer equilibrio frente al intento de instaurar un régimen de excepcionalidad permanente.

Y no es que el Congreso haya descubierto la democracia esta semana. Es que la deriva autoritaria del gobierno fue tan brutal, tan explícita, tan prepotente, que hasta los sectores más reacios a la confrontación entendieron que seguir permitiendo este rumbo era suicida. Para el sistema político, pero también para la sociedad.

Milei, por su parte, se encuentra ahora frente a un escenario inédito. No tiene mayoría, no tiene aliados firmes, no tiene interlocutores válidos en el Congreso. Tiene, sí, un grupo de diputados que actúa como guardia pretoriana, pero que no alcanza ni por asomo para frenar una coalición opositora que, al menos por esta vez, logró articularse en defensa del sentido común.

La pregunta que sobrevuela ahora es qué hará el Presidente. ¿Profundizará su estrategia de confrontación total? ¿Redoblará la apuesta con nuevos DNU? ¿O intentará —aunque suene a ciencia ficción— abrir un canal de diálogo con las fuerzas políticas que representan a millones de argentinos?

Lo cierto es que la jornada parlamentaria del 7 de agosto marca un punto de inflexión. El Congreso le quitó a Javier Milei el disfraz de emperador. Y lo dejó expuesto como lo que realmente es: un presidente sin red, sin músculo político y con cada vez menos margen para imponer su agenda sin rendir cuentas.

Fuente:
https://www.notiaires.com.ar/politica/duro-reves-del-congreso-a-javier-milei-la-oposicion-se-unio-y-le-propino-12-derrotas-en-una-sesion-maratonica.htm

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