El candidato de La Libertad Avanza, José Luis Espert, quedó en el centro de un escándalo que expone sus vínculos con el empresario acusado de narcotráfico Federico “Fred” Machado. Documentos oficiales, vuelos compartidos y una transferencia de 200 mil dólares contradicen su versión y dejan al descubierto la fragilidad moral de la fuerza que lidera Javier Milei.
Un informe de la PSA confirma que Espert realizó 36 viajes en aviones de Machado, detenido con pedido de extradición a Estados Unidos por narcotráfico. La justicia de Texas detectó una transferencia de 200 mil dólares desde una empresa minera ligada directamente al mismo empresario. Aunque el diputado intentó despegarse con un video, la evidencia documental lo hunde aún más. Milei salió a respaldarlo, confirmando una vez más que su proyecto político está dispuesto a tolerar cualquier irregularidad con tal de sostener a los propios.
La política argentina está atravesada por contradicciones y oscuridades, pero pocas veces un dirigente que se presenta como adalid de la transparencia queda tan expuesto como José Luis Espert. El economista devenido en político libertario, hoy principal candidato de La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires, enfrenta acusaciones graves que lo ligan a uno de los personajes más turbios del negocio aéreo y del narcotráfico internacional: Federico “Fred” Machado. No se trata de rumores ni de operaciones políticas, como él insiste en señalar, sino de pruebas documentales, registros oficiales y testimonios que dejan muy poco margen para la duda.
El informe de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) es contundente. Allí se detalla que Espert utilizó 36 veces los aviones de Machado durante su campaña presidencial de 2019. No se trató de un simple “aventón” de cortesía, sino de un patrón sistemático de traslados que incluyó destinos de todo el país: Corrientes, Catamarca, Santiago del Estero, Córdoba, Villa María, Santa Fe, Rosario, Posadas, La Rioja, Tucumán, Mar del Plata, Mendoza, Salta, Jujuy, entre muchos otros. En varios de esos vuelos coincidió con el propio Machado, lo cual echa por tierra la excusa de que apenas lo había visto una vez.
El costo estimado de esos viajes supera los 300 mil dólares. La pregunta es obvia: ¿quién pagó esos traslados y por qué? La justicia sospecha que se trató de un mecanismo de lavado de activos y financiamiento de campaña con dinero de origen ilícito. El piloto Axel Vugdelija, testigo clave, explicó que recibía instrucciones del entorno de Espert para programar los vuelos, lo que revela una logística organizada y sostenida. Es imposible que semejante despliegue haya ocurrido sin conocimiento del candidato.
La versión de Espert, presentada tardíamente ante el juez Marcelo Martínez de Giorgi, resulta insólita. Aseguró que su vínculo con Machado era “nulo” y que desconocía quién pagaba los vuelos o de dónde salían los fondos. Se presentó como un “candidato extra partidario”, casi como un invitado casual en su propia campaña. Esa defensa no solo suena poco verosímil, sino que se desmorona frente a los hechos. La justicia electoral incluso rechazó las rendiciones de gastos de su partido, UNITE, porque no podían justificar los fondos utilizados.
Pero lo más explosivo no son los vuelos sino la transferencia de 200 mil dólares detectada por la justicia de Texas. El dinero, registrado en la contabilidad del Bank of America, provino de la empresa “Minas del Pueblo S.A.”. Espert sostuvo en un video que se trató de un contrato legítimo de consultoría económica, firmado en 2020, después de su fracaso electoral. Sin embargo, investigaciones en Guatemala revelaron que esa empresa pertenece al propio Machado y que está directamente vinculada a pistas clandestinas y aeronaves investigadas por narcotráfico. Es decir, no hubo intermediarios inocentes: el dinero salió de una firma del narco detenido y terminó en la cuenta de Espert.
El intento de justificar el cobro como un trabajo profesional se derrumba frente a esa evidencia. No solo porque los medios guatemaltecos y el Ministerio Público de ese país confirmaron la relación directa entre Machado y la minera, sino porque resulta altamente improbable que un empresario acusado de narcotráfico recurra a un candidato presidencial extranjero para resolver supuestos problemas de deuda corporativa. La coartada roza lo ridículo.
En su defensa, Espert intentó victimizarse, diciendo que se trató de una “campaña sucia” armada por sus rivales políticos. Acusó a Juan Grabois de ensuciarlo y hasta mezcló la herencia de un campo familiar en Pergamino para explicar su incremento patrimonial del 789% desde 2019. El problema es que ninguna de esas explicaciones resiste el cruce con la documentación judicial de Estados Unidos y Argentina. La transferencia existe, los vuelos existieron, los testimonios también. Lo que no aparece es una justificación clara y honesta.
El blindaje político llegó, como era de esperar, desde Javier Milei. Apenas Espert publicó su video, el Presidente salió en su defensa en redes sociales, acusando al kirchnerismo de “montar una operación inmunda” y celebrando que su candidato “desmontó la mentira”. Milei, que se autoproclama paladín contra la corrupción y el privilegio, no dudó en respaldar a un dirigente con vínculos probados con un empresario narco, demostrando que en su lógica la vara moral se acomoda según la conveniencia política.
La trama, además, conecta con figuras clave del actual gobierno. Machado comparte abogado con Milei, Francisco Oneto, que logró dilatar su extradición a Estados Unidos. Y Espert recurrió a un letrado del estudio de Mariano Cúneo Libarona, hoy ministro de Justicia. No son meras coincidencias: son huellas de un sistema de protección y encubrimiento que se mueve con total naturalidad entre despachos oficiales y tribunales. El caso está desde hace años en la Corte Suprema, que sigue sin resolver la extradición de Machado pese a un dictamen claro de la Procuración. Las dilaciones parecen funcionales a quienes necesitan que este escándalo no estalle de lleno.
Lo que queda en evidencia es que La Libertad Avanza, ese espacio que se presenta como la renovación ética frente a la “casta”, está atravesado por las mismas prácticas que dice combatir: financiamiento oscuro, vínculos con personajes del delito organizado y relatos cínicos para justificar lo injustificable. Mientras Milei exige sacrificios a la población con ajustes brutales, su armado electoral se sostiene en favores de empresarios dudosos y en la impunidad de quienes están bajo sospecha.
El caso Espert no es una anécdota aislada. Expone un modelo de poder que tolera la connivencia con el narcotráfico si eso sirve para financiar campañas y sostener candidaturas. No sorprende que desde el oficialismo se intente minimizarlo, pero la gravedad institucional es enorme. Un candidato a diputado respaldado por el Presidente aparece vinculado de manera directa con un empresario acusado de traficar cocaína a Estados Unidos. En cualquier democracia madura, semejante hecho habría provocado renuncias inmediatas y un terremoto político. En la Argentina de Milei, en cambio, se lo encubre bajo la excusa de la persecución política.
Espert asegura que puede haber sido ingenuo, pero nunca delincuente. Esa frase resume la estrategia de defensa: mostrarse como un economista distraído que cayó en manos equivocadas. Pero la ingenuidad no explica 36 vuelos en aviones de un narco, no explica la transferencia de 200 mil dólares y mucho menos la red de conexiones políticas y legales que mantienen a Machado en una cómoda prisión domiciliaria mientras la Corte demora su extradición. La ingenuidad, en todo caso, es la que el oficialismo pretende imponer a la sociedad para que acepte estas justificaciones sin cuestionarlas.
En definitiva, el escándalo de Espert revela que detrás del discurso libertario de austeridad y moralina se esconde un entramado de complicidades con lo peor del poder económico y criminal. La Libertad Avanza no es la antítesis de la “casta”, sino una de sus versiones más crudas y peligrosas. Lo que está en juego no es solo la reputación de un candidato, sino la credibilidad de un proyecto político que se presenta como salvador mientras se alimenta de los mismos vicios que dice combatir. Y el silencio complaciente del gobierno frente a estas pruebas no hace más que confirmar que la corrupción no distingue ideologías, pero sí encuentra siempre cómplices dispuestos a mirar para otro lado.
Fuentes:
.https://www.pagina12.com.ar/862751-los-36-vuelos-de-jose-luis-espert-en-los-aviones-de-fred-mac





















Deja una respuesta