Axel Kicillof volvió a poner el dedo en la llaga de un gobierno que parece gobernar de espaldas a la gente. Desde la Quinta Sección Electoral, territorio difícil para el peronismo, el gobernador bonaerense sostuvo que en las elecciones legislativas del 26 de octubre está en juego algo más que bancas: se trata de frenar un proyecto que, según sus palabras, “propone abandono y crueldad”. La definición no fue casual. Apenas días atrás, las urnas dejaron un mensaje contundente contra el ajuste, la represión y el saqueo a jubilados, pero Javier Milei insiste en desconocer esa voz popular.
En Pila, Kicillof inauguró obras y reforzó la campaña de Fuerza Patria, pero no dejó pasar la oportunidad de cuestionar al presidente por su decisión de vetar la ley de financiamiento universitario y la emergencia del Hospital Garrahan. Con crudeza, recordó que jamás encontrará respaldo social recortando educación, salud o paralizando la obra pública. Mientras Milei avanza con su tijera, la provincia abre un centro de atención primaria llamado “Héroes de la Pandemia”, destinado a descomprimir la presión sobre los hospitales locales. El contraste es evidente: mientras el Ejecutivo nacional clausura posibilidades, la gestión provincial habilita derechos.
La jornada incluyó la cesión de la laguna Camarón Grande/Cacique al municipio, la firma de un convenio para construir un centro universitario y otros acuerdos para obras deportivas e infraestructura. Kicillof buscó mostrar que, pese a la asfixia presupuestaria que impone la Casa Rosada, la Provincia intenta sostener el pulso de la gestión.
Horas antes, en General Paz, había inaugurado la Casa de la Provincia y sellado convenios de viviendas y pavimento. Allí fue más directo: Milei todavía no escuchó el fuerte rechazo que recibió en las urnas por su política de vetos. Kicillof insistió en que el voto bonaerense expresó con claridad un “no” a la motosierra, al maltrato de personas con discapacidad, a la represión de jubilados y al desfinanciamiento de la educación y la salud.
El gobernador expuso la contradicción de un presidente que se jacta de encarnar la voluntad popular pero se niega a registrar la derrota política más clara: la del rechazo a su proyecto antisocial. Con una mezcla de firmeza y advertencia, Kicillof sostuvo que el desafío de octubre es terminar de ponerle un límite a un gobierno que, lejos de proteger, condena a millones al desamparo.
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